Tomo al vuelo la frase de la metralleta locuaz y lúcida que es Rosa Montero, novelista y periodista de larga data. La madrileña ha llegado a nuestra ciudad invitada por el Festival de Lima para que sea jurado de la sección oficial ficción. Y el adjetivo de maestra le queda bien, como traje de gala, como anillo al dedo.
Usted acaba de cumplir 40 años como periodista. ¿La relación entre el periodismo y la escritura de ficción le es fácil?
–Se lleva bien. Lo difÃcil es compaginar los tiempos. La novela es muy absorbente, pero no se debe vivir de ella porque es un ámbito de libertad. Si tendrÃa que pagar la hipoteca con una novela, la publicarÃa más rápido; pero tendrÃa una porquerÃa de libro. Entonces hay que vivir de otra cosa.
Esta vez llega como jurado del Festival de Lima, ¿qué referencias tiene de los cineastas peruanos recientes?
–De la nueva cinematografÃa peruana, aparte de La teta asustada, la verdad es que conozco poquÃsimo. Siempre me ha encantado cubrir como periodista diversos encuentros de cine, pero los dos últimos años estuve muy apartada por razones personales (su esposo falleció el año pasado), ahora en Lima volveré a pegarme un atracón de pelÃculas.
En los años ochenta, usted escribió los guiones del primer sitcom de la televisión española, luego nunca volvió a hacerlos.
–Fue una experiencia muy divertida, pero lleva mucho tiempo, me demoré como un par de años haciendo los guiones y no tengo tiempo. Mi prioridad son las novelas.
Su novela La hija del canÃbal se llevó al cine, pero muchos de sus colegas no están satisfechos con las adaptaciones.
–Creo que cine y literatura son artes muy distintas. Una pelÃcula sobre una novela no debe ser fiel a esta, sino que debe ser buena como pelÃcula. Punto. De lo contrario, no será cine. Yo jamás escribiré los guiones de mis novelas porque no me interesa. Lo que me puede interesar de pelÃculas basadas en mis novelas es ver qué hace un director a partir de una obra mÃa.Â
Cada novela le toma tres años, en promedio, ¿ello le significa muchos horarios rÃgidos?
–Basta ser muy disciplinado. Soy lo contrario a Vargas Llosa: soy caótica, desordenada, tiendo a la claustrofobia y hacer lo mismo cada dÃa me pone de nervios. Pero cuando escribes una novela, escribes todo lo que puedas, sin horarios metódicos.