Lima, 25 de Noviembre del 2025.- La Navidad española ya está brillando, pero no sin polémica. Ciudades como Vigo, Madrid y Barcelona empiezan a instalar sus luces festivas, mientras crece el debate sobre el coste económico y el impacto ambiental. Con presupuestos millonarios y consumo energético significativo, la pregunta es si la ilusión visual justifica la inversión. Algunos expertos y ciudadanos critican el despilfarro frente a la necesidad de políticas más sostenibles y la reducción de la huella de carbono.
Ranking del gasto navideño en iluminación
Estos son los presupuestos aproximados que reflejan costes de instalación y gasto energético desde su encendido a fines de noviembre hasta que se apaguen en enero:
Madrid: 4,4 millones de euros aprobados para su iluminación navideña.
Barcelona: 3,3 millones destinados a su decoración de temporada.
Vigo: Casi 3 millones de euros para la iluminación decorativa de esta ciudad.
Otras ciudades como Valencia, Málaga o Mallorca presentan presupuestos de más de 2 millones de euros.
Con estas cifras, la discusión sobre la pertinencia de este gasto público se vuelve inevitable.
En Madrid, Barcelona y otras ciudades que manejan presupuestos similares en cuanto a decoraciones navideñas, se evidencia la apuesta por un espectáculo visual que muchos consideran excesivo. Las luces navideñas no son solo un atractivo estético, sino también un motor económico y un escenario de competencia entre urbes, reflejando la relevancia simbólica y turística de estos eventos. Estas ciudades aplican tecnología LED y han comenzado a limitar los horarios de encendido para reducir el consumo energético, aunque los detractores sostienen que el ahorro es mínimo frente a la inversión total. El coste millonario cubre la instalación, el diseño de motivos decorativos y el consumo eléctrico, que durante varias semanas equivale al gasto energético necesario para iluminar decenas de miles de viviendas.
El encendido de luces, programado para fines de noviembre en Madrid y Barcelona, provoca debates sobre prioridades políticas y sociales. Mientras algunos lo ven como un motor turístico y comercial, otros cuestionan la justicia de destinar millones de euros a alumbrado cuando existen necesidades más urgentes. La presión ciudadana ha motivado algunas medidas de reducción de horarios en calles concretas, pero la percepción de despilfarro persiste. La polémica se intensifica al comparar los presupuestos con los beneficios económicos directos, dejando en evidencia la tensión entre espectáculo y sostenibilidad. Aún con estrategias parciales para reducir el consumo energético el debate continúa sobre si estas inversiones realmente equilibran tradición, promoción turística y responsabilidad ambiental.
Vigo, luces espectaculares con un gran presupuesto
La ciudad de Vigo se ha convertido en ejemplo de una tendencia nacional que combina tradición con ostentación económica, y promete calles iluminadas con figuras gigantes y efectos espectaculares, pero para algunos vecinos el derroche supera la utilidad práctica. La instalación y encendido de luces, programada para finales de noviembre, coincide con un debate creciente sobre la eficiencia del gasto público y su impacto en las arcas municipales.
Mientras el ayuntamiento defiende la medida como un impulso al comercio y al turismo, críticos señalan que este tipo de inversiones podrían destinarse a servicios básicos más urgentes. Además, algunos vecinos ya manifiestan preocupación por posibles cortes de luz durante la temporada, dejando a los ciudadanos divididos entre el disfrute de la Navidad y la crítica a la gestión municipal.
Se han mencionado varias ciudades que gastan millones en luces navideñas, pero vale la pena destacar a Bilbao, que invierte sustancialmente menos, ya que está iniciando un camino hacia un alumbrado más eficiente. Bilbao ha comenzado a dar pasos hacia un alumbrado navideño más sostenible, incorporando luces LED en todas sus calles y plazas, y optimizando horarios de encendido. Estas medidas buscan equilibrar el impacto visual con un consumo energético más controlado, permitiendo que la ciudad siga ofreciendo un espectáculo atractivo para ciudadanos y visitantes sin disparar la factura eléctrica, aunque todavía queda margen de mejora. La experiencia de Bilbao evidencia que la sostenibilidad urbana es un proceso gradual: no basta con la tecnología, sino que se requiere planificación, control y evaluación constante del consumo.
Paralelamente, se ha propuesto el uso de energía solar como alternativa sostenible para el alumbrado navideño, estimando ahorros de más de 10 millones de euros al año. Sin embargo, la implementación efectiva todavía es limitada, y algunos expertos la consideran más un gesto simbólico que un cambio estructural. La instalación de placas solares se plantea como una opción viable pero todavía parcial. Así como se estudia su aplicación en la iluminación urbana, la energía solar puede extenderse al ámbito doméstico. Por ejemplo, ajustar el consumo y buscar una tarifa de luz que pueda permitir un ahorro real en el día a día, pero teniendo más presente la eficiencia energética y el impacto ambiental.
El debate sobre si los sistemas LED, paneles solares u otras energías renovables compensan la inversión inicial sigue abierto. La transición hacia luces navideñas responsables es aún incipiente, y la sociedad se enfrenta al desafío de equilibrar tradición, ahorro energético y políticas medioambientales, poniendo en cuestión la verdadera “magia” de estas celebraciones.
Fuente: papernest.es