Domingo, 6 de Julio del 2025
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Se presentó la Temporada de Abono 2025 de la Sociedad Filarmonica de Lima

Publicado el 08/05/25

Sociedad Filarmonica de Lima

Con un muy cálido discurso del Dr. Salomón Lerner Febres, Presidente de la Sociedad Filarmonica de Lima se inauguró anoche, en la Capilla del Colegio Santa Ursula, la Temporada de Abono 2025.
Aqui algunas imágenes del magnifico concierto inaugural que ofreció el pianista italiano Domenico Codispoti que ilustran el sentido discurso previo:

«Queridos amigos:
Con el inicio del año 2025, la Sociedad Filarmónica de Lima, fiel a su vocación de llevar música de excelencia al corazón de nuestra ciudad, ha debido emprender una leve mudanza. El entrañable auditorio del Colegio Santa Úrsula —refugio sonoro de tantas temporadas memorables— ha cerrado temporalmente sus puertas para someterse a necesarias labores de restauración. Pero, aunque los escenarios cambien, permanece intacto el espíritu que nos convoca: ese antiguo anhelo de acoger, en el tejido vivo de Lima, las grandes obras del repertorio clásico y a los intérpretes que las hacen renacer con su arte.

¿Cómo sería nuestra vida si no hubiera música? ¿Cómo imaginar nuestra existencia si estuviera ausente el arte que nació con el origen del tiempo, que organiza nuestro mundo, que talla nuestros quehaceres, que enciende los ánimos, que expresa aquellas experiencias que las palabras no pueden nombrar? La música es también una capacidad humana, una que apela de manera directa a la intimidad. Mientras el lenguaje nombra el mundo, la música lo evoca; no explica lo que sentimos, no es su tarea darle razón al espíritu, sino despertarlo a su misteriosa infinitud.

Por ello, lo opuesto a la música no es el silencio, ya que la consciencia del silencio es el elemento que funda el acontecimiento musical. En verdad, lo contrario de la música es el vacío absoluto del alma, un páramo sin resonancia donde el ser humano ya no logra reconocerse en ninguna vibración, ni hallar eco para comprender el misterio de su existencia.
La música es una presencia, la del espíritu humano que, como sabemos, es intensamente frágil y a la vez delicadamente vasto. Ha de ser el arte más antiguo porque no es imaginable la fundación de la humanidad sin los acompañamientos del ritmo y del canto. Nuestros antepasados recorrieron la Tierra nombrando lo desconocido, pero también cantándolo. Pusieron melodías al paso de las estaciones, al llanto y a la fiesta, como si cada cosa y cada tiempo pidieran su propio sonido. Por eso la música es un retorno al alba del mundo: nos recuerda que aún en todo ser humano sigue arraigado lo sagrado en lo cotidiano, y que la civilización no es una cima, sino una búsqueda abierta, inacabada. Esta es otra manera de decir que esa fascinación primitiva no dejará de acompañarnos mientras estemos abiertos a la aventura, a la exploración, a la comprensión de que, aunque nuestras experiencias personales sean limitadas, nuestros sueños, así como nuestra comunión con los otros y con el universo, es grandiosa, es infinita, es inconmensurable.


La música se rebela contra los muros, los ruidos, las disonancias que encogen y acongojan el alma. Es así entonces que aparece como consuelo a la tristeza, remece la quietud, nos permite habitar en la plena belleza, responde expandiendo la vida allí donde hubo sufrimiento y muerte, y llama a la celebración cuando los tiempos de los trabajos y las agonías se consuman.
La música clásica posee como peculiaridad el cultivo de la excelencia. Es forjada con maestría para entregarnos un fruto genial y también insólito. La música clásica no es solo un género: es el punto sobre el que confluyen y se entrelazan los más altos atributos de este arte. En las obras que llamamos clásicas, la emoción se somete a la forma sin perder su inquietud. En ellas, la razón se deja tocar por el misterio sin que se extravíe su claridad. Nos invita así a elevar la emoción y el pensamiento. Sus notas y armonías revelan el mundo y señalan el tono de lo sagrado y lo profano. Sus obras condensan aquello que la música puede dar en su expresión más noble. Me refiero a esa profundidad, esa belleza y ese temblor íntimo que nos vuelve trascendentes.
En este tiempo que a menudo corre sin pausa y sin dirección, en esta época fatigada de ruidos y sobresaltos, en los que resurgen formas esperpénticas de nacionalismos y no menos absurdos fanatismos que pretenden separar a las naciones para quebrantar nuestra humanidad, la música nos ofrece una doble ofrenda: la consolación de nuestros espíritus y el llevarnos a un camino de comunión entre los pueblos. En tiempos de sombras y extravío, la música clásica nos entrega la certeza de que aún podemos ampararnos en dos virtudes que sobresalen de su minuciosa disciplina: la belleza y el amor.

Toda experiencia estética es también una forma de ética, una búsqueda de encontrar un hogar para el buen vivir, una manera de elevarnos de nuestras tribulaciones y reconocer nuestra siempre sorprendente semejanza con el otro. “La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio” escribió Friedrich Nietzsche a su amigo Peter Gast. Sin música, vivir sería un hondo desafío, una permanente angustia y una inacabable tristeza.
Cada temporada de conciertos de nuestra Sociedad Filarmónica nos demuestra que la música es un cauce que nunca se cierra y nos ofrece, por la grandeza de su arte, mil y una respuestas a un mismo enigma. Y este enigma es tan antiguo como actual: qué es la vida humana, de qué estamos hechos, y por qué un universo que adviene, en principio, como ajeno, hostil o incomprensible, llega a ser nuestro hogar.
La temporada 2025 de la Sociedad Filarmónica de Lima es una invitación a sentir esa belleza. Se presentarán en los escenarios pianistas excepcionales, orquestas juveniles vibrantes, cuartetos que cultivan y renuevan la tradición, solistas que nos transportan a conmovedoras tonalidades. Este año contamos con invitados de Letonia, Francia, Canadá, Israel, España, Austria, Venezuela, los Estados Unidos y, por supuesto, del Perú, cuya savia musical se afirma con vigor y creatividad.


El legendario Mischa Maisky, junto a sus hijos Sasha y Lily, nos recordará que la música también puede ser una forma de la familia, un lenguaje íntimo transmitido entre generaciones. Christian Leotta interpretará, en diálogo con jóvenes músicos peruanos, las composiciones inmortales de Beethoven. Clara Cernat y Thierry Huillet nos ofrecerán, como en ocasiones anteriores, no solo su virtuosismo, sino una lección de compromiso humano y pedagógico. Vendrán cuartetos como el Casals y el Allegro, orquestas como la de Salzburg y la Universidad Nacional de Música, intérpretes jóvenes que ya deslumbran como Jaeden Izik-Dzurko, y artistas consagrados como Anne-Marie McDermott, Claire Huangci, Sivan & Gil.

Desde hace más de un siglo, la Sociedad Filarmónica de Lima ha persistido en esta convicción: que en la música hay un modo de darle plenitud la vida. Que ella, silenciosamente, construye comunidad, despierta los sentidos, fortalece las almas. Que puede responder tenazmente a lo que nos sojuzga y también dispone la mesa de la celebración. Las piezas clásicas son llamados a la esperanza, a una manera de vivir inspirados en la nobleza de su arte. Continuando o, quizá sería mejor decir, persistiendo en esa vocación de trascendencia que es la raíz de toda arte, llegamos a cumplir 118 años tomando como testigo esa pasión que convocó a nuestros fundadores.

Agradezco a todos los que hacen posible esta nueva temporada: a los músicos y compositores, a los fundadores que soñaron lo que hoy es realidad, a los organizadores que lo hacen viable, a los auspiciadores que lo respaldan con generosidad, y muy especialmente a ustedes, el público, cuya fidelidad y entusiasmo dan verdadero sentido a esta empresa artística.
Una temporada más comienza. Nos acercamos al escenario con gratitud, con emoción y con la certeza de que, una vez más, la música nos llevará a lugares que nuestros corazones sentirán como nuevos e inexplorados.
Sean todos, queridos amigos, bienvenidos a esta nueva travesía musical. Que el silencio de nuestros corazones se abra para recibir la belleza. Muchas gracias» Salomón Lerner Febres
FOTOS: Juan Ponce #SFL



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