Bogotá, 23 de Diciembre del 2024.- Colombia enfrenta una creciente crisis energética, caracterizada por una serie de desafíos relacionados con el suministro y el precio de la luz. Desde el aumento de las tarifas de electricidad hasta los riesgos de desabastecimiento de gas natural y energía, el país se encuentra en una encrucijada que podría impactar gravemente tanto a los consumidores como a las industrias. A medida que los niveles de los embalses disminuyen y los proyectos clave de generación energética se retrasan, surge la pregunta: ¿está Colombia preparada para garantizar su futuro energético? En este artículo, exploraremos los principales factores que están contribuyendo a esta crisis y las posibles soluciones a corto y largo plazo.
En 2024, las tarifas de energía en Colombia alcanzaron niveles récord, los más altos en 30 años. Según un informe de Asoenergía, la falta de políticas claras y eficaces ha incrementado los costos de producción y distribución de electricidad, lo que ha tenido un impacto directo en los consumidores. Las causas de este aumento son variadas: la dependencia del gas y la electricidad para la industria, la reducción de los niveles de los embalses y el crecimiento de la demanda de energía. Estos factores se han combinado con una creciente ineficiencia en la gestión del sector energético.
Además, la falta de inversión en fuentes renovables y en infraestructura clave, como la transmisión de energía, ha contribuido al alza de las tarifas. Asoenergía ha instado a las autoridades a adoptar una política energética clara y que tenga en cuenta los costos reales de generación, transporte y producción de gas. De no abordarse adecuadamente, esta situación podría empeorar en los próximos años, con impactos significativos tanto en los hogares como en las industrias colombianas.
Uno de los principales temores de los gremios del sector energético es el déficit de energía proyectado para los años 2026-2027. Según un informe de la UPME, los retrasos en los proyectos de generación y transmisión, junto con un crecimiento sostenido de la demanda, están poniendo en peligro la estabilidad del sistema eléctrico. La escasez de proyectos de generación y las dificultades para avanzar con la diversificación de la matriz energética, particularmente con energías renovables, están acentuando la crisis.
Las barreras legales, los retrasos en la obtención de licencias ambientales y los conflictos sociales han dificultado la puesta en marcha de nuevos proyectos. A esto se suma la dependencia de fenómenos climáticos que reducen la capacidad de las hidroeléctricas, una de las principales fuentes de energía del país. Si no se toman medidas urgentes, Colombia podría enfrentar un apagón energético en los próximos años, con consecuencias dramáticas para su economía y bienestar social.
Otro aspecto clave de la crisis energética en Colombia es la creciente preocupación sobre el abastecimiento de gas. Asoenergía ha alertado sobre el riesgo de escasez de gas natural para la industria colombiana durante la segunda mitad de 2024 y parte del 2025. Si bien los contratos con los Usuarios No Regulados (UNR) garantizan el suministro de gas, estos sectores se encuentran en la primera fila para ser afectados en caso de racionamiento.
El gas es esencial para la industria colombiana, que depende de este recurso tanto para la generación de electricidad como para procesos productivos en diversas áreas. La falta de una fiscalización adecuada de la producción de gas y el temor de que no se pueda satisfacer la creciente demanda son factores que agravan la situación. Asoenergía ha instado al gobierno a revisar la producción de gas en el país, asegurando que una gestión más eficiente podría aliviar en parte la crisis.
Para enfrentar los retos energéticos, el país debe tomar medidas decisivas en varios frentes. En primer lugar, es esencial acelerar la inversión en energías renovables, que representan una alternativa más sostenible a las fuentes fósiles. Colombia cuenta con un enorme potencial solar y eólico que aún no ha sido completamente aprovechado. Incentivar la inversión privada en estos sectores podría ser una de las claves para diversificar la matriz energética y reducir la dependencia de fuentes como el gas y la electricidad hidroeléctrica.
Además, es crucial mejorar la infraestructura de transmisión de energía para facilitar el transporte de electricidad desde las zonas de generación hacia los centros de consumo. Esto podría implicar un enfoque integral que combine tanto la construcción de nuevas plantas de energía renovable como la mejora en la red de distribución, lo que también ayudaría a reducir pérdidas de energía.
La coordinación entre el gobierno, las empresas y los gremios del sector es esencial para crear un marco legal y regulatorio que facilite el desarrollo de nuevos proyectos sin los obstáculos actuales. Al mismo tiempo, se deben revisar las políticas de precios, como la reciente modificación en el mercado mayorista de energía, para evitar distorsiones que desincentiven la inversión en nuevas fuentes de energía.
Fuente: papernest.es