Lima, 09 de Setiembre del 2024.-Cuando hablamos de la energía del dinero, nos referimos a la riqueza y abundancia que acumulamos, y que está estrechamente relacionada con nuestra espiritualidad. Esto se debe a que ambas energías van de la mano. El dinero tiene la capacidad de potenciar lo que somos, expandiendo lo que ya existe en nosotros. Si una persona tiene buenos principios y valores, el dinero permitirá que estos se reflejen aún más, extendiendo su potencial para ayudar a otros. Por el contrario, si una persona carece de integridad, el dinero simplemente ampliará esas deficiencias, según informó Janneth Parra, gerente comercial de INANDES Grupo Financiero.
“La energía del dinero está presente en todos nosotros, pero algunos tienen esta energia más desarrollada que otros. Quienes no la han desarrollado adecuadamente, suelen cargar con una programación de escasez, una mentalidad de víctima o la creencia de que no existen oportunidades para todos. Cuando hablamos de “programación”, nos referimos a las creencias y la información que nuestro cerebro ha almacenado a lo largo de nuestra vida. Lamentablemente, gran parte de esta programación se forma a partir de lo que escuchamos y vemos, y si nos rodeamos de personas que se quejan constantemente, que viven en pobreza o haciéndose las víctimas, terminamos replicando esos comportamientos porque nuestra mente se programa para ello. Somos la proyección de nuestro entorno” explicó.
Asimismo indicó que las personas que no tienen dinero suelen arrastrar una mentalidad de escasez, de víctima, de “no hay oportunidades”, heredada de alguna manera de sus padres o del entorno. Por eso, es importante analizar qué está sucediendo en nuestras vidas y qué aspectos no estamos trabajando. Nuestros resultados están directamente relacionados con este autoanálisis. Si no tengo dinero en mi cuenta, es probable que deba trabajar más en mí mismo, en ser coherente con mis palabras, pensamientos y creencias, y cambiar mi “programación” para dirigirme hacia lo que realmente deseo.
“Por eso, entendiendo la energía del dinero, debemos cuidar nuestros pensamientos, palabras y acciones. Muchas personas, sin darse cuenta, hacen daño a los demás porque consideran ciertas conductas como normales, por ejemplo no devolver el dinero prestado. A veces, en un intento de ser más astutos o inteligentes, terminamos haciendo cosas que no son correctas. Acumulando deudas y afectando la energía del dinero. Estos comportamientos se suman a lo que hemos heredado de nuestra familia y nuestra infancia, y es lo que terminamos proyectando en nuestras vidas. Por esta razón, algunas personas logran más éxito que otras” dijo.
Refirió que para tener una buena energía del dinero, debemos tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. Por ejemplo, si somos empresarios y pagamos correctamente a nuestros empleados, cumplimos con nuestros tributos, mantenemos una mente positiva, enviamos buenas vibras a nuestro entorno y somos agradecidos, esa es nuestra energía del dinero. Esta energía abrirá canales de abundancia en la vida, especialmente en tres áreas principales: tranquilidad económica, salud, y bienestar y desarrollo personal.
“Un aspecto que deteriora nuestra relación con el dinero es no pagar nuestras deudas, ya que esto implica tomar el dinero de otra persona y actuar de mala fe. Otro ejemplo es cuando, como padres, no proporcionamos a nuestros hijos lo que les corresponde, o cuando, como hijos, no honramos a nuestros padres. Es crucial sanar esa relación, porque a través de ella se abren los canales de abundancia y se potencia la energía del dinero. Como efecto el dinero llega mas fácil y fluidamente” mencionó.
Finalmente resaltó que además de trabajar nuestra energía del dinero, es importante crear un fondo para el futuro. Llegará un momento en el que no tendremos la misma energía ni las mismas oportunidades para generar nuevos ingresos. El dinero que tienes, la cantidad en tus cuentas o el dinero que recibes, es una representación de tu energía. Si sabes invertirlo y actúas con coherencia, esa energía crecerá aún más.