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Hoy Feriado por la Batalla de Junín: 200 años después, la historia tiene un sitio especial para esta victoria

Publicado el 06/08/24

Lima, 06 de Agosto del 2024.-La lucha por la independencia del Perú está plagada de acontecimientos donde el amor por la patria compensa el reducido número de hombres y armas con la que afrontaron la contienda nuestros valerosos combatientes. Uno de esos momentos estelares de la historia se vivió sobre la Pampa de Junín, conocida también como la Meseta de Bombón, donde se desarrolló uno de los últimos enfrentamientos que protagonizaron los ejércitos realistas y patriotas, con la victoria del bando independentista, no obstante el poderío del enemigo.

Si bien de esa batalla y de la larga campaña que logró la ansiada independencia hoy nos sentimos orgullosos, hay quienes consideran que el homenaje al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia Nacional, el 28 de julio de 2021, no estuvo a la altura de tan magno acontecimiento, debido a la crisis sanitaria provocada por la pandemia del covid-19 y a la propia coyuntura política.
En esta línea de pensamiento se encuentra el historiador militar, capitán EP Jaime Taype Castillo, quien recuerda que entre los años 1920 y 1924, en el marco de los centenarios nacionales, el entonces presidente Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, “tiró la casa por la ventana“.
El historiador afirma que los peruanos de esos años fueron testigos de banquetes en clubes exclusivos, jaranas en callejones y solares, el arribo de visitantes provenientes de más de una treintena de países, desfiles militares donde los vistosos uniformes se confundían con los diferentes idiomas de quienes celebraron junto con nosotros, aquellas fechas especiales de nuestra vida republicana.
En esos años, pobres y ricos, costeños, andinos y amazónicos, celebraron a su estilo los acontecimientos que marcaron el inicio de nuestra vida independiente y las batallas que la reafirmaron tres años después. Una de estas últimas fue la memorable Batalla de Junín, acontecida el 6 de agosto de 1824“.
 
Lanzas y sables para confirmar la Independencia
La historia consigna que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios, o comúnmente llamado Simón Bolívar, comenzó a inquietarse y a toser de una manera preocupante, al observar a lo lejos cómo la caballería realista arremetía contra las huestes patriotas la tarde del 6 de agosto de 1824.
Imaginando que la victoria le podría ser esquiva, Bolívar dio media vuelta montado sobre su corcel, y enrumbó al encuentro de su infantería para anunciarle de un posible ataque realista. Sin embargo, casi una hora después, la historia cambiaría a favor de los destinos del Perú y América, ante la sorpresa del general caraqueño.
El capitán Taype sostiene que, a pesar de que el general José de San Martín proclamó nuestra independencia el 28 de julio de 1821 en la ciudad de Lima, el virrey La Serna y sus fuerzas militares mantenían su firme intención de no reconocerla y mucho menos abandonar el territorio de la nueva república peruana. Estos últimos se habían replegado en algunas regiones altoandinas.
Señala que si bien San Martín se caracterizó por emplear mayormente la estrategia, el espionaje y el diálogo para liberar a los pueblos del otrora virreinato peruano y sumarlos a la causa patriota, Bolívar empleó la batalla como principal método para terminar con la porfiada presencia realista. San Martín no era ajeno a librar determinados choques armados, tenía claro que su ejército -al desembarcar en Paracas- sumaba aproximadamente 4 mil hombres frente a los 20 mil del virrey.
Al comenzar el año 1824, los realistas permanecían en la sierra central y el Alto Perú, por lo que Bolívar vio conveniente organizar el Ejército Unido, conformado sobre la base de las unidades que quedaban del ejército libertador, ejército del Perú republicano y fuerzas auxiliares de la Gran Colombia, logrando sumar 8051 hombres.
En sus filas formaban y luego combatirían en Junín, peruanos, grancolombianos, venezolanos, granadinos, panameños, además de algunos argentinos, chilenos y alemanes. A mediados de ese año, el ejército unido tenía al general Antonio José de Sucre y a Agustín Gamarra como general en jefe y jefe del Estado Mayor, respectivamente“.
Husar de Junín Hortencio Lévano
Cuenta que en los primeros días de julio, el ejército unido o patriota empezó su desplazamiento de Huánuco a Cerro de Pasco, llegando a su destino el 2 de agosto, mientras que los montoneros hostigaban y espiaban a las avanzadas realistas.
Ese día, Simón Bolívar pasó revista a las tropas y al día siguiente emprendió la marcha en búsqueda de las tropas virreinales. Estos últimos se encontraban en el Valle del Mantaro y sumaban 11.595 hombres a órdenes del general José de Canterac, quien verificó a sus tropas en Atopa, partiendo el 30 de julio con dirección a Carhuamayo, a donde llegó el 5 de agosto“.
Al no tener noticias de los patriotas, Canterac continuó su marcha hacía Cerro de Pasco donde fue informado que la fuerza independentista se desplazaba hacia el sur. Ante la noticia, ordenó a sus fuerzas retroceder para situarse en las pampas de Junín.
El 6 de agosto, Bolívar tomó el camino que conducía al pueblo de Reyes (actual Junín) con el propósito de cortar la retirada de Canterac, enviando una avanzada de caballería. El escuadrón se desplazaba en columna por un camino angosto entre un cerro y un pantano. Momentos después, los patriotas salieron del trecho para ubicarse en la pampa con la intención de desplegarse para el combate, pero no fue posible debido al sorpresivo ataque de la caballería realista.
Los generales patriotas Phillip Braun, Mariano Necochea y William Miller hicieron frente al ataque enemigo, llevando la peor parte Necochea, que fue herido gravemente y hecho prisionero, mientras que Miller retrocedía combatiendo en desorden. El sorpresivo ataque realista hizo saborear el triunfo a Canterac que veía cómo los escuadrones peruanos eran empujados por el retroceso de los grancolombianos que iban delante de ellos.

 
La batalla sin humo
El capitán Taype asegura que la contienda fue encarnizada y sangrienta pues se emplearon solo lanzas y sables, razón por la que la historia la reconoce como la ‘batalla sin humo’.
No se emplearon armas de fuego, pero un sablazo lanzado por un jinete provocaba cortes profundos en su adversario, incluso amputaciones de manos, o parte de un brazo; sin mencionar que el empleo de lanzas, por la velocidad con que se desplazaba el jinete a caballo, atravesaba el cuerpo del enemigo, provocándole una muerte dolorosa, impactante“.
Sin embargo, anota que en medio de la batalla ocurrió un hecho inesperado a favor de los patriotas. El primer escuadrón del regimiento Húsares del Perú, que estaba al mando del comandante argentino Isidoro Suarez y que se encontraba en retirada, recibe la orden del mayor nacido en San Pedro de Lloc, Andrés Rázuri, de atacar la retaguardia realista, aprovechando que esta perseguía a las fuerzas patriotas.
Sorprendida la caballería virreinal y sin ninguna fuerza de reserva a la vista, los jinetes de Canterac entraron en confusión y se retiraron atropelladamente con dirección a Tarma. Así se logró la victoria para los patriotas, luego de 45 minutos de intensa batalla. Y por esa memorable y sorpresiva operación militar, Bolívar decidió cambiar el nombre al regimiento “Húsares del Perú” por el de regimiento “Húsares de Junín”.
Dos hechos anecdóticos
Nuestro interlocutor señala que en medio del dolor que produjo la contienda, con numerosas bajas en ambos lados, dos hechos anecdóticos resaltan en este episodio de nuestra historia: uno protagonizado por un alemán que combatió en las filas patriotas, y el otro, por un perro cuyo dueño era un soldado realista.
El primero fue Karl Sowersby, amigo de Miller, quien tratando de detener con su escuadrón las embestidas de la caballería realista, fue herido mortalmente por dos lanzas enemigas, siendo evacuado a Carhuamayo. Presintiendo su muerte, el comandante alemán le dijo a su amigo: “Mi querido Miller, ambos tomamos las armas en esta causa casi el mismo día. Frecuentemente nos hemos batido juntos y usted ve lo que probablemente sucederá. Escriba a mis ancianos y buenos padres, y dígales usted que muero por una causa gloriosa”.
Con estas últimas palabras, este alemán que recorrió cientos de kilómetros para combatir por la Independencia del Perú y América, entregaba su vida.
El otro episodio lo protagonizó un perro que durante la batalla esquivó las embestidas de los caballos y los sablazos de los combatientes, pero siempre se mantuvo atrás de quien era su amo. Al finalizar la batalla, Miller se percató que a varios metros aullaba el perro junto al cadáver de un oficial español. Apenado por la tristeza del animal, ordenó a sus soldados que lo atraparan, pero el can siempre lograba escapar para luego volver al lado de su amo“.
Fue un grupo de húsares peruanos el que logró atraparlo, convirtiéndolo luego en la mascota del regimiento, tarea que lograron con alimentos y muestras de cariño.
Así culminó la contienda, que junto con la Batalla de Ayacucho, confirmaron la Independencia del Perú y el resto de América.
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud!” […] fueron las palabras de Bolívar a la caballería peruana, y esta junto con el resto de países representados en sus jinetes, se encargaron de materializarla.
Por su trascendencia histórica, el 6 de agosto se celebra en el Ejército del Perú el Día de la Batalla de Junín y el Día del Arma de Caballería.
Fuente: andina
Fotos interiores Andina, portada Archivo


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