Lima, 18 de Julio del 2023. Es común escuchar a la gente decir que la inmigración es un problema que se debe erradicar, que trae delincuencia y que quita recursos que deberían destinarse primero a los pobladores locales.
No hay duda de que es un fenómeno que ha crecido a lo largo del continente. Y es una problemática, por supuesto, pero no en el sentido como lo perciben la mayoría de ciudadanos. ¿Por qué hay tan poca tolerancia a este fenómeno social?
La culpa no siempre es del inmigrante
«Hay una tendencia innata del cerebro a interpretar el mundo en dos categorías de valor: “nosotros” y “ellos”». Así lo explica Julia Machi Navarro, docente del Grado en Criminología y Ciencias de la Seguridad, del Máster en Mediación y Gestión del Conflicto y del Maestría Oficial en Criminología: Victimología y Delincuencia de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades. «Para el ser humano, “lo desconocido” representa uno de los “miedos fundamentales” de la humanidad, circunstancia que a menudo se percibe como una amenaza, y es lo que hace que un determinado sector de la población responda con negatividad».
En este orden, hay una reacción de señalar al foráneo como el culpable de problemas sociales: delincuencia, desempleo, degradación social en ciertos sectores. Asimismo, se genera un proceso de reconstrucción identitaria de los pobladores locales, cuya identidad se reafirma en oposición a las poblaciones recién llegadas de fuera.
«No todas las personas están preparadas para que su barrio/ciudad/país experimente estas transformaciones, que en consecuencia van unidas al proceso de globalización», agrega la experta.
¿Por qué el impacto de la inmigración puede ser tan negativo?
La inmigración en muchos países es considerada un problema social y de seguridad pública. Y es claro que hay una repercusión en la comunidad, un choque cultural que deriva en conflicto, rivalidad. Julia Machi Navarro pone un ejemplo claro:
«La persona que migra por necesidad suele necesitar apoyo institucional para poder desarrollar su vida con normalidad, tener acceso a alimentos, medicamentos, etc. y esto, en ocasiones, es percibido negativamente por los ciudadanos, dado que contribuye a fundamentar creencias tales como: “me lo están quitando a mí para dárselo a ella” o “a mí la administración no me ayuda en nada y esta persona recién llegada tiene esto y aquello”».
No obstante, los motivos para tener esta reacción son totalmente infundados. El inmigrante está simplemente buscando una mejor calidad de vida en aspectos tan esenciales como seguridad y acceso a derechos básicos (salud, educación, alimentación) que en su tierra se le han sido negados, ya sea por conflictos políticos internos o de violencia.
La mayoría de migraciones son forzosas
Migrar es una actividad que viene con el ser humano, y se ha reflejado a lo largo de toda su historia, casi siempre por los conflictos bélicos de las naciones. Con cada guerra se produce un desplazamiento forzoso.
En este sentido, la docente en Ciencias de la Seguridad hace un llamado a comprender con mayor objetividad este fenómeno y entender su lado humanitario, sin caer en la falacia simplista de que con el inmigrante sólo vienen cosas negativas.
«Hemos de analizar la migración de una forma holística observando todos los factores macro y micro sociales, políticos, religiosos, educativos, securitarios, etc. que confluyen y hacen que se den estas movilizaciones donde las personas migrantes ya parten de una situación de desprotección social», explica la experta.
¿Cómo comprender y aportar al mejoramiento de la inmigración?
Julia Machi Navarro nos brinda una serie de acciones que permiten afrontar el fenómeno de la inmigración de manera oportuna y positiva:
En definitiva, estos procesos que son complejos requieren, para su éxito, la participación de todos los agentes que se ven tocados por la inmigración, siempre buscando la armonía y la objetividad.
«Debemos caminar hacia el bienestar común y ser agentes facilitadores de la inclusión, siempre y cuando las partes lleguen a un consenso para alcanzar la paz social y comunitaria», concluye la docente.
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