Viernes, 3 de Enero del 2025
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La Cara Oculta del Sol y de la Luna

Publicado el 20/06/23

La tecnología y el arte rescatan a la “juventud rebelde” de la Edad Media

Mundo, 20 de Junio del 2023.- Desvelar el aspecto físico de los grandes nombres de la Historia es, sin duda, un sueño justificado de un gran número de estudiosos, admiradores o incluso curiosos, deseosos de realizar su particular aproximación a esa figura como algo más inmersivo. Poner “cara” a un nombre nos resulta instintivo e intensamente emblemático, pues salimos así de lo semiótico-intelectual para adentrarnos en lo fáctico. Tras reconstruir los rostros de varias personalidades (o devociones) – como María de Nazaret, la Virgen de Guadalupe, la Mona Lisa y la “princesa Disney” Pocahontas-, el académico y diseñador Átila Soares da Costa Filho recurre de nuevo a la Historia del Arte y a la inteligencia artificial para desvelar cómo habrían sido dos de los santos más inspiradores y célebres del cristianismo medieval: Giovanni di Pietro di Bernardone (1182-1226) y Chiara Offreduccio di Favarone (1194-1253), o San Francisco y Santa Clara de Asís.

El primero es un cuadro anónimo con la inscripción Fraciscu, procedente del monasterio benedictino de Subiaco, en Roma. El segundo es un texto del primer biógrafo y amigo personal del santo, el franciscano Tomás de Celano (1185-1260). La pintura es la representación más antigua de Francisco, y se dice que fue realizada tomándolo como modelo vivo durante su visita al monasterio entre 1220 y 1223. De hecho, el cuadro muestra al santo sin aureola, atributo concedido sólo post-mortem, y sin los emblemáticos estigmas, que aparecieron en 1224. En cuanto a los textos de Tomás de Celano, fueron escritos en 1228 para componer su obra, la Prima Vita – encargada por el papa Gregorio IX.

En cuanto a Santa Clara, las fuentes fueron el experimento realizado por el equipo de conservación de sus restos, dirigido por monseñor Gianfranco Nolli entre 1986-1987, y, en muy menor medida, una pintura anónima ejecutada en 1283, primer panel hagiográfico dedicado a la santa y conservado en la basílica construida en su honor en Asís. Al no indicarse la identidad del autor de la obra – algo muy común en la Edad Media – se acordó llamarlo “Maestro de Santa Clara”.

O processo.

Sin fuentes plenamente satisfactorias (como es habitual) sobre el aspecto real de los dos santos, Átila recurrió a algunas herramientas de I.A. y a programas de edición de imágenes, además de considerar ciertas cuestiones histórico-artísticas relativas a ambos retratos. En un primer momento, para intentar descartar los rasgos estilísticos de las pinturas, fuertemente calcadas del estilo bizantino. A continuación, promover una combinación factualmente razonable entre ellas y otras fuentes relacionadas que han llegado hasta nosotros. Para Francisco, las anotaciones de Tomás de Celano – a veces contradictorias, como los “ojos negros”- y, para Clara, el resultado extraído del experimento de finales de los años ochenta. Fallecida la santa a los 59 años por causas nunca perfectamente dilucidadas, el aspecto resultante del proyecto de Nolli fue el de una Clara envejecida y demacrada. Es lógico que tengamos en cuenta que el estilo de vida adoptado por la propia Clara tenía como mandamiento el abandono total de las comodidades cotidianas y los placeres físicos, lo que obliga a pensar en una relación directa con el agotamiento biológicamente precoz de sus fuerzas vitales. Por otro lado, Atila opta por rescatar a una Clara todavía joven, de unos 18 años, como recién llegada a la cofradía de su gran mentor espiritual, Francisco de Asís, llena aún de vida y buenas expectativas.

Adentrarse en el Mundo Medieval con antropología e inteligencia artificial no es una novedad para Átila Soares: ya había desarrollado, en 2022, un proyecto gráfico de caracterización/rejuvenecimiento de “Tora”, una anciana del siglo XIII recreada por el Museo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. Los resultados aportados por Átila fueron aprobados por la arqueóloga jefe del equipo, la Dra. Ellen Grav. Según él, un nuevo rostro de Francisco y Clara de Asís podría ser una forma alternativa de conocer y meditar sobre éstas, dos de las figuras más fuertes y carismáticas del cristianismo: “Francisco, el humano que más se acercó a la figura de Cristo. El primer ecologista de la historia. Claro, audaz, decidido y dulce. Los que se hicieron lo más pequeño de lo más pequeño para alcanzar las alturas de la mayor gloria. Resucitarlos es una inspiración, para todos nosotros, de cosas bellas cuando repensamos la Creación y sus propósitos”.

Átila Soares da Costa Filho es licenciado en Diseño Industrial por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y posee estudios de posgrado en Historia, Filosofía, Antropología, Sociología, Historia del Arte, Arqueología y Patrimonio. Autor de 5 libros y varios artículos publicados en más de 100 países, es miembro del comité científico de la Fundación Mona Lisa (Zúrich), de la Fundación Leonardo da Vinci (Milán) y del Comité Nacional para la Valorización del Patrimonio Histórico, Cultural y Medioambiental (Roma).

 



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