Maestra vida
En un borde de la laguna de Zungarococha, en Iquitos, se levanta sobre un terreno de 16 hectáreas el local de FORMABIAP, el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana que gestiona la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), la federación indígena más poderosa de la selva peruana, en alianza con un instituto pedagógico de Loreto.
Aquí, entre árboles que se elevan hasta tocar el cielo y campos de experimentación agrícola, se han formado desde hace 32 años más de 1,200 maestros bilingües que atienden a más de 300 trescientos mil niños y niñas de las comunidades nativas del departamento.
De pie, sobre la terracita de una de las tantas cabañas que ocupan los 58 estudiantes kukamas y kichwas que se preparan para ser maestros en sus pueblos de origen se encuentra con Juan Manuel Vásquez Murayari, el docente Kukama Kukamiria formado en estas aulas que ahora dirige la institución: “Yo quise ser maestro y por eso llegué a FORMABIAP: recién entonces entendí lo que era ser Kukama, toda mi vida la había pasado creyendo que la palabra con la que se conoce a mi pueblo era un adjetivo insultante, en esta escuela empecé a recuperar la dignidad y ver el mundo desde otra realidad”.
Los docentes que egresan del programa intercultural-bilingüe, nos lo comentó Vásquez Murayari, tienen claro que el territorio que heredaron es único y que debe ser defendido de quienes siguen creyendo que los recursos naturales están allí para agotarlos. “En las comunidades de nuestros estudiantes los bosques están siendo talados de manera abusiva, las empresas engañan a los dirigentes y estos prácticamente los regalan”.
Esa absurda realidad alentada por el comercio ilegal de madera -en Perú el 37 por ciento de la madera supervisada es de procedencia ilegal- fue lo que motivó a la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente – ORPIO, la federación local asociada a AIDESEP, a impulsar el Programa de Gobernanza Territorial Indígena, una iniciativa apoyada por WWF Perú, financiada por la Unión Europea que busca mejorar las capacidades de los líderes indígenas para la gestión de sus territorios y la mitigación de las amenazas que reciben. Y a desarrollar el proyecto a través de los maestros y las metodologías puestas en práctica por FORMABIAP.
Rider Moncada y Zoila Merino, dirigentes de ORPIO mencionaron que su organización convocó a 32 líderes indígenas para este curso: 4 por cada una de las federaciones que existen en Loreto. Lógicamente, se escogieron a las que más impactos venían recibiendo por parte de madereros, traficantes de terreno y otros agresores. La idea era sencilla: fortalecer los conocimientos de los líderes indígenas en el reconocimiento de sus derechos fundamentales y darles las herramientas necesarias para el control y vigilancia sobre sus territorios.
“En junio del 2019, recuerda Rider, recibimos a los dirigentes de las comunidades Secoyas, Kukamas, Kichwas, Ticunas, Murui-muinani, Yaguas e Iquitos de Loreto para brindarles las competencias que los conviertan en custodios forestales de sus comunidades y que lo aprendido pueda ser replicado entre los hermanos”.
Nueva Amazonía
Para constatar los avances del esfuerzo de ORPIO y de sus aliados visitamos Centro Arenal, una aldea Murui-muinani ubicada a 30 minutos de la ciudad de Iquitos. En el muelle del ordenado centro poblado a orillas del río Itaya, Artur Cruz Ochoa, el apu de la comunidad, uno de los jóvenes participantes del programa de gobernanza impartido en FORMABIAP y presidente del recientemente instalado Comité de Control y Vigilancia Comunitaria nos dio la bienvenida.
Su madre, la líder histórica del pueblo Murui-muinani, Zoila Ochoa, nos llevó a una de las aulas de la escuela bilingüe 60839 donde los chicos y chicas de primaria y secundaria se habían organizado para mostrarnos los cantos y danzas de la cultura de una nación que a duras penas pudo sobrevivir a los horrores del caucho y cuya población en la actualidad apenas alcanza las dos mil personas.
“Estamos luchando para revitalizar nuestra cultura, nos lo dijo Artur, nuestros abuelos nos ocultaron sus tradiciones e historias pensando que si las olvidábamos íbamos a integrarnos mejor a la sociedad nacional. Se equivocaron. Al perder nuestras costumbres dejamos de cuidar nuestros bosques”.
Centro Arenal es una de las comunidades más impactadas por el crecimiento urbano de Iquitos. La construcción del gigantesco puente sobre el río Nanay que alentó el gobierno regional para prolongar el trazo de la carretera Bellavista-Mazán- Salvador- El Estrecho ha sembrado de taladores ilegales y traficantes de terreno el día a día de sus habitantes. “Por eso es que decidimos participar en el programa de gobernanza, agrega, hoy más que nunca tenemos la obligación de cuidar nuestros bosques y fuentes de vida”.
Artur Cruz y tres jóvenes Murui-muinani de Centro Arenal volvieron del curso en FORMABIAP capacitados y listos para convertirse en custodios forestales y de inmediato convocaron a la población para instalar el primer Comité de Control y Vigilancia Comunitaria de su comunidad. “Me siento orgulloso de ser custodio forestal, nos lo comentó en un claro del bosque que recorrimos con su madre y los demás custodios, estoy capacitado para utilizar las herramientas que el Estado ha creado para combatir el accionar de los taladores, invasores de tierras y ladrones”.
Según el Ministerio de Ambiente, los comités de control y vigilancia cumplen un rol clave para asegurar la sostenibilidad de los bosques, debido a que son una herramienta que permite que la sociedad civil se organice para velar por la integridad territorial y hacer cumplir la reglamentación forestal.
Para el ingeniero Sixto Luna, responsable de la unidad funcional de manejo forestal de la Gerencia Regional de Desarrollo Forestal y de Fauna Silvestre – GERFOR Loreto y el equipo de funcionarios que nos acompaña durante nuestro recorrido “los custodios del patrimonio forestal de la Nación –ese es su denominación oficial- son los mejores guardianes de estos bosques porque son los que más los aman” así que capacitarlos para que ejerzan su trabajo es una tarea impostergable de la autoridad regional. “En Loreto, agrega, hemos logrado constituir 200 comités de control. Tenemos en la actualidad 700 custodios forestales con capacidad para actuar”.
En tierra firme
WWF Perú ha venido coordinando acciones de fortalecimiento de capacidades y asistencia técnica para asegurar el origen legal de la madera con el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre – SERFOR como ente rector del sector forestal y de fauna silvestre. El SERFOR viene trabajando en robustecer sus sistemas de control y vigilancia a través del módulo de control y además viene impulsando la implementación del libro de operaciones de bosques como parte de las herramientas para la trazabilidad de la madera en el Perú en coordinación con los gobiernos regionales. |
Poco a poco se va retomando la apropiada gestión de los bosques en una región, Loreto, cuyas coberturas forestales siguen estando en buen estado. En Iquitos los funcionarios del GERFOR Loreto, la autoridad forestal en la región resaltaron que WWF Perú ha estado detrás del fortalecimiento de las capacidades de la institución con el objetivo de incorporar en el mercado forestal una herramienta fundamental en el combate al tráfico de madera y el ordenamiento del sector: el “libro de operaciones de los títulos habilitantes”.
Vale decir, el registro de la información obtenida en cada uno de los procesos del aprovechamiento forestal maderable.
Para Laura Noriega, especialista del GERFOR Loreto en el uso de un instrumento fundamental para garantizar la trazabilidad de la madera que se extrae de los bosques de la región, la implementación del libro de operaciones en la industria forestal loretana empieza a tomar cuerpo. Para comprobarlo visitamos uno de los aserraderos más conocidos del sector del río Nanay, la Industria Maderera San Juan SAC, una empresa líder en la región que viene implementado el uso del mencionado registro en sus operaciones.
Su gerenta general, la Ing. forestal Mari Pezo es una convencida de la utilidad del libro de operaciones, ya sea en formato manual o digital, en el trabajo de las empresas formales de la Amazonía: “Si queremos construir un mercado de la madera legal cuya trazabilidad esté garantizada tenemos que adecuarnos a las disposiciones de la autoridad forestal y garantizar la limpieza en todas las etapas productivas”. Los encargados de ese control, en realidad las encargadas, las vimos en el patio de acopio donde llega la madera, van anotando los códigos de cada una de las trozas que llegan de los bosques en una inmensa chata acoderada en la orilla del río. El ir y venir de los obreros forestales es impresionante.
“Actuar de la mano de la mano de la autoridad forestal, comenta, nos va a permitir obtener las certificaciones que la empresa necesita para acceder a mercados internacionales”. Así de sencillo.
“Es necesario convencernos de la importancia de hacer cumplir la norma emitida por el SERFOR”, complementa la idea Laura Noriega. Y eso es lo que están haciendo en el campo los comuneros de Centro Arenal y de las demás comunidades que han implementado sus comités de control y vigilancia forestal.
Si en la ciudad y en el ámbito rural nos damos la mano para derrotar el flagelo de la tala ilegal, la salud de los bosques amazónicos volverá a ser la mejor. Eso lo han entendido muy bien WWF y el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), ambas instituciones se han aliado para capacitar a más de 200 personas vinculadas al aprovechamiento y transformación de la madera y a más de 50 técnicos del Estado en el uso de los libros de operaciones.
“En el bosque está nuestra vida, nuestro oxígeno, nuestras plantas, nuestros animales, lo dijo con claridad Artur Cruz, el apu de la comunidad murui-muinani en el bote que nos llevó de regreso a Iquitos, los árboles y nosotros somos un todo, por eso es que debemos proteger lo que nos queda”.