Si algo dejó en claro el aislamiento social motivado por el Coronavirus es que, entre todos los grupos etarios es probable que uno de los segmentos demográficos más impactados haya sido el de la niñez y la juventud. La interrupción de sus dinámicas de interacción e integración a contextos como el escolar impactó en que 400 mil alumnos dejaron de ver clases en 2020 en el Perú, según el INEI.
De esta manera, se puede confirmar que el retroceso en las capacidades académicas de los escolares no es un síntoma local, sino más bien global, y en esto coinciden un grupo de educadores peruanos. Ellos actualmente trabajan en el sistema educativo norteamericano ya que han sido reclutados por Participate Learning, un programa mundial que facilita intercambios para que maestros de todo el mundo vayan a enseñar a niños en edad escolar en Centros Educativos de Estados Unidos permitiendo que reciban una educación multicultural de calidad.
De acuerdo con estos profesionales de la educación, los cambios identificados en el antes y después de la pandemia no están solo en el aprendizaje en sí mismo, sino también en la capacidad de los estudiantes para seguir instrucciones y establecer nuevas rutinas sociales, por ejemplo, estar cerca de otros compañeros o retomar la comunicación cara a cara luego de un largo tiempo de recibir lecciones virtuales.
Para estos educadores, los vacíos existentes en conocimientos elementales académicos han impactado el sistema escolar en su conjunto. En diferentes niveles escolares se han detectado, por ejemplo, grados de comprensión lectora y escritura inferiores a lo esperado en tiempos anteriores a la pandemia; lo mismo sucede en cuanto a la capacidad de análisis numérico y resolución de problemas aritméticos.
Por otra parte, en el ámbito social, los estudiantes mostraban debilidades en la socialización, poca tolerancia a la frustración, dificultad para manejar las emociones, y una limitada educación socioemocional.
¿Cómo superar las dificultades en la educación?
A través de su experiencia en Estados Unidos, los educadores de Perú antes señalados identificaron prácticas socioeducativas que han permitido reducir las brechas o vacíos generados por el distanciamiento social y la interrupción de la asistencia física al salón de clases. Entre estas prácticas se recomienda: