Lima, 19 de julio del 2022.- Avistar un suri en los andes del sur del Perú es todo un reto. Y no solo por el comportamiento tímido de esta ave que es la más grande de Sudamérica, sino porque la última vez que se contabilizó su población solo se reportaron 350 individuos en nuestro país. El suri es una especie en peligro crítico, pero en la región Moquegua se ha implementado un sistema con alta tecnología, provista por Anglo American, para monitorear y proteger a esta especie.
Utilizando drones con distintos tipos de sensores, cámaras trampa, audiómetros, telescopios y microcámaras, con la validación del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), el esfuerzo innovador ha establecido un modelo de monitoreo que, debido a sus excelentes resultados, está siendo consultado por investigadores de distintas partes del mundo para implementarlo con otras especies de flora y fauna.
El suri o ñandú andino es un ave protegida por el Estado peruano y está dentro de las especies que Anglo American cuida en su zona de influencia. La población del suri se concentra en las zonas altoandinas de Moquegua, Tacna y Puno. No vuela, pero puede correr a más de 60 kilómetros por hora y logra ver con claridad en un rango de hasta 300 metros de distancia.
“La información obtenida nos ha permitido corroborar detalles hasta ahora poco conocidos sobre su modo de vida, su hábitat y sus depredadores. Ahora sabemos que el suri macho es quien se queda en el nido con los huevos de distintas hembras, hasta que estos eclosionan. Esto sucede entre junio y octubre. También hemos registrado que sus depredadores naturales son los zorros y águilas” explica Helmer Vásquez, supervisor de Biodiversidad de Anglo American.
Los datos recogidos en campo son incorporados al sistema big data de Quellaveco, llamado BidaA, para generar mapas de calor que muestran los lugares donde habitan los suris y sus desplazamientos, mediante la aplicación de inteligencia artificial. Considerando que con esta metodología se estudia al suri desde el año pasado, en cinco años se podrían generar modelos predictivos que ayuden a su conservación.
Los audiómetros, microcámaras y cámaras trampa, que tienen autonomía de más de tres semanas de funcionamiento sin necesidad de cambiar baterías, han registrado por primera vez, por ejemplo, los cantos que emiten durante el periodo de apareamiento y anidación, o cuando los polluelos rompen el cascarón. Toda esta información será puesta a disposición de la comunidad científica y del Estado peruano, para potenciar el Plan Nacional de Conservación del Suri.
Este esfuerzo para el cuidado del suri o ñandú andino responde a la estrategia de sostenibilidad de Anglo American, cuyo Plan de Minería Sostenible tiene como uno de sus objetivos lograr el Impacto Neto Positivo en la biodiversidad de las zonas aledañas a Quellaveco, que significa dejar más flora y fauna silvestre de la que se encontró. En ese sentido, viene realizando distintas actividades de monitoreo y conservación desde hace más de diez años, incluyendo campañas de sensibilización con trabajadores y comunidades vecinas, en alianza con el Serfor.
Censo con drones
Los drones juegan también un rol importante en el monitoreo de suris. Equipados con cámaras térmicas, captan el calor de estas aves y registran por dónde se desplazan. La gran ventaja es que permite cubrir grandes distancias de monitoreo, facilitando el conteo, la identificación y el análisis de su entorno, así como su comportamiento de huida.
“Con el uso de drones hemos disminuido el riesgo de conteo doble, obteniendo datos más precisos sobre su población. Con el conteo tradicional, basado solo en el avistamiento, un suri podía ser censado por distintas cuadrillas en un solo día, ya que se desplaza muy rápido por distintos lugares” explica Helmer Vásquez. “Científicos de todas partes vienen consultando esta metodología, con la idea de que se convierta en un piloto de innovación regional en Latinoamérica” añade.
Anglo American participó recientemente en el censo nacional de suris que lideró el Serfor, en las regiones Moquegua, Tacna y Puno, y aunque aún no se aplicó esta metodología, desplegó cuadrillas de biólogos para contar los individuos de esta especie. En este censo participaron otras empresas privadas y el Proyecto Especial Pasto Grande.