Lunes, 29 de Abril del 2024
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Historias que nos unen: Esposos criadores de cuyes y esperanzas

Publicado el 18/06/22

En Sangarará se respira historia. Aunque algunos visos de la inevitable modernidad se empeñan en robar cámara, su plaza, con grabados que nos llevan a la época de Túpac Amaru II, hace que este distrito de la provincia de Acomayo, en la región Cusco, luzca detenido en el tiempo. Todos aquí saben que su tierra fue escenario de la primera batalla del ejército revolucionario de José Gabriel Condorcanqui contra los realistas españoles, y que el triunfo se gritó en quechua en aquel lejano 18 de noviembre de 1780.

 

Y en medio de ese patrimonio inmaterial que también puede ser la memoria colectiva, dos adultos mayores libran su propia batalla contra la pobreza y la desesperanza, llenos de coraje, igual que lo hicieron sus ancestros. Los usuarios de Pensión 65, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), Fernando Hancco Yépez, de 73 años, y su esposa Elena Sandoval Pillco, de 72, afrontan el otoño de la vida guerreando con las armas de un emprendimiento productivo, que mantiene activos sus cuerpos, les provee de alimento y, además, les genere necesarios ingresos económicos. Ambos, juntos, se han convertido en prósperos empresarios de la producción y la venta de cuyes. Pero no solo eso. También mantienen productivo un huerto en la antesala de su casa. Es decir, Fernando y Elena no pasan su tiempo viviendo de recuerdos; ambos cogen el timón de su actualidad y tratan de construir su destino sin importarles la edad avanzada.

 

Muestran orgullosos sus dos galpones donde los cuyes son reyes en pequeñas parcelas de metro y medio por metro y medio. El sonido chirriante que producen los roedores andinos es música para los oídos de Fernando y Elena. Con gran atención y hasta con cariño alcanzan a sus animales plantas para que coman. Lentamente avanzan entre los corrales, supervisando la producción. Lo peor que se puede hacer en la vejez es darse al abandono, piensan en silencio. “Criaremos nuestros cuyes hasta que tengamos energías, hasta que nuestro Señor de lo alto nos dé la fuerza y el valor”, dice Fernando.

 

Apoyo de Pensión 65

Fernando y Elena no tienen hijos en común. Él tiene uno que concibió antes de casarse con ella, pero no se frecuentan. Se las ven solos en la vida. En ese contexto, Pensión 65 les es muy útil. “Los 250 soles que recibimos cada uno de manera bimestral es muy importante para nosotros. Con esa platita compramos azúcar, fideos y otras cosas para alimentarnos. Además, así nos podemos dedicar bien a la crianza de cuyes, lo cual significa para nosotros otro ingreso”, explica Fernando en quechua.

 

Sin hijos, las visitas periódicas de los promotores del programa social son acontecimientos llenos de alegría y calor humano para ambos. “Cuando viene el promotor de Pensión 65 es como si llegara un hijo, un familiar, un amigo. Se interesa por nosotros, pregunta cómo estamos de salud y nos orienta en muchos temas”, señala Elena también en quechua. Él es más locuaz que ella, pero ambos realmente se entienden a la perfección en todo momento.

 

Juntos hacia adelante

Se conocieron cuando eran niños, en Sangarará. Luego la vida llevó a Fernando por Huancayo y Huancavelica, y a Elena por Lima. De adultos se volvieron a encontrar en 1981, también en Sangarará, y no se separaron desde entonces. En casa tienen un huerto familiar que también trabajan. “Sembramos y cosechamos cebolla, hierbas para la sopa y lechuga, y ya tenemos para consumir. Y si alguien nos compra, aprovechamos. Pero lo que sí vendemos bien es la producción de cuy”, refiere Elena, quien desde hace 15 años pertenece a una asociación dedicada a la producción y venta mensual de cuyes a compradores seguros.

 

Fernando primero se dedicaba a la crianza de vacas hasta que hace unos años una parte de su vestimenta se quedó enganchada a una furibunda vaca que lo arrastró varios metros y por poco le provoca la muerte. Ese traumático hecho lo decidió a sumarse, de lleno, al negocio que había comenzado su esposa.

 

A ambos les han sido muy útiles las capacitaciones en productividad que recibieron de parte de algunas ONG, y piensan en grande. Sienten que su actividad es próspera y confían en seguir creciendo gracias a sus esfuerzos y a sus cuyes.



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