Lunes, 25 de Noviembre del 2024
En la historia de la salud, algunas enfermedades de tipo infeccioso o carencial disminuyen visiblemente con la mejora de las condiciones de vida, como una alimentación adecuada, disponibilidad de agua potable y medidas correctas para la eliminación de excretas. Sin embargo, una de las acciones que mayor impacto tiene es la prevención de enfermedades infecciosas mediante programas organizados de vacunación. Estos han constituido uno de los logros más importantes, debido a que previenen muertes y enfermedades.
“La vacunación es el proceso de inducir artificialmente la inmunidad o proporcionar protección frente a una determinada enfermedad. La inmunización consiste en estimular al organismo para que desarrolle una respuesta inmunitaria compleja que incluye la producción de anticuerpos y una respuesta mediada por células, a partir de la administración de una vacuna. Ello con el objetivo de que se produzca una reacción similar a la que se desarrollaría frente a una infección natural”, explica Denisse Champin, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP).
Asimismo, la especialista indica que “las vacunas aportan más beneficios que riesgos, se aplican a personas sanas para que continúen estándolo. Sin embargo, como pasa con cualquier producto, existe el riesgo de la presencia de algún evento adverso que suele ser mínimo. En este sentido, la inmunización tiene que ser eficaz y lograr una inmunidad protectora que sea perdurable en el tiempo”.
En este sentido, la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UTP resalta algunas de las vacunas más importantes que se aconseja utilizar en una persona adulta, además del esquema completo de vacunación contra la COVID-19, para tener mayor protección ante este virus y sus variantes.
Vacuna contra la hepatitis A. Sirve para prevenir esta enfermedad y está indicada en aquellas personas mayores de 18 años, que no hayan padecido la enfermedad y vivan en países de alta incidencia, como es el caso del Perú. El esquema de aplicación está compuesto por dos dosis, que se aplican con una diferencia de, al menos, seis meses.
Vacuna contra la hepatitis B. Se debe aplicar a viajeros de zonas endémicas del Perú, a pacientes diabéticos menores de 60 años, a pacientes con VIH, a los que se encuentren en hemodiálisis y a portadores de otras enfermedades hepáticas crónicas distintas a la hepatitis B. El esquema de aplicación consta de tres dosis.
Vacuna contra la gripe. Están indicadas en personas de 65 años o mayores, así como en personas menores a dicha edad con comorbilidades, como problemas cardiovasculares, pulmonares, renales, diabetes mellitus, obesidad mórbida, inmunosupresión, entre otras. Hay diversas vacunas para la gripe y el esquema de vacunación varía, las más comunes se deben aplicar una vez al año.
Vacuna antineumocócica. Ayuda a prevenir la enfermedad neumocócica, que hace referencia a infecciones producidas por bacterias neumococo. Entre ellas se encuentran la neumonía, infecciones de oído, infecciones de los senos paranasales, meningitis y bacteriemia. Está indicada en los adultos a partir de los 65 años y en pacientes menores a dicha edad que sean portadores de enfermedades crónicas como el asma, la diabetes y el tabaquismo. La mayoría de las personas necesitan solo una dosis, sin embargo, esto puede variar para ciertos grupos de alto riesgo.
Vacuna contra el herpes zóster. Contribuye en la prevención de esta enfermedad, también conocida como la culebrilla, que es una erupción de sarpullido o ampollas en la piel muy dolorosa, causada por el virus de la varicela-zoster. Está indicada en pacientes a partir de los 60 años y el esquema de vacunación consta de dos dosis.
Finalmente, Denisse Champin afirma que “todo programa de vacunación se debe comunicar apropiadamente a la población, incluyendo información sobre la efectividad de la vacuna y el perfil de eventos adversos. Diversas enfermedades importantes como la viruela o la polio han desaparecido del mundo gracias a la inmunización”.
