Kyiv aconseja a todos los habitantes del este que se vayan antes de que sea tarde
Ucrania, 7 de Abril del 2022.- El reagrupamiento de tropas rusas hace temer lo peor al gobierno de Ucrania, que ayer hizo un llamamiento, nada tranquilizador, a la población en las zonas del este (Luhanks, Donetsk y Járkiv) para que huyan “ahora” que pueden o, de no hacerlo, “arriesgarse a morir”, según la viceprimera ministra Iryna Verechtchouk.
A estas alturas, por increíble que parezca, quedan ucranianos enfrentados al dilema de abandonar sus casas o resistir. Los destinatarios del aviso son los habitantes próximos a la región de Donbass, feudo parcial ruso desde la guerra del 2014 , a quienes se apremia para decidir en vistas de los movimientos de tropas y de la intensificación de los bombardeos en infraestructuras estratégicas de la zona, en las que muchas veces se mezcla la dimensión civil y militar. De propina, Bucha y Mariúpol son dos “estímulos” para no esperar un trato benigno en caso de ocupación ni a sentarte frente de casa a ver pasar el cadáver del enemigo.
De 42 millones de habitantes, 4,1 han abandonado Ucrania mientras que 7,1 millones son desplazados, según datos de Acnur. Margen suficiente para nuevas oleadas de civiles subiendo a trenes, camino de las zonas más tranquilas.
La intensidad de los bombardeos de ayer sobre Járkiv, Mariúpol y Severodonetsk –la ciudad más al este bajo control ucraniano– corroboran que Rusia, necesitada de olvidar el fiasco en la región de Kyiv, prepara una ofensiva a gran escala. Y, como bien sabe la viceprimera ministra, responsable de los corredores humanitarios, nadie puede esperar que las zonas atacadas sean auxiliadas una vez cercadas.
Mariúpol sigue resistiendo, milagrosamente, pese a que “la situación humanitaria empeora. Más de 160.000 supervivientes no tienen luz, comunicaciones, medicinas, agua caliente. Las fuerzas rusas impiden los corredores humanitarios para presionas a los defensores a que se rindan”, resumían fuentes de la inteligencia militar británica, citada por Reuters. Al igual que Bucha, invitan más a subirse a un tren que a quedarse.
Esta es la guerra de Vladímir Putin y el balance de 42 días no le alcanza para dar por terminada, ni mucho menos, la “operación militar especial”. Después de la condena occidental de los crímenes contra civiles en Bucha, ya nada nuevo puede importarle en términos de imagen, credibilidad o prestigio internacional. Herido por la retirada en Kyiv, todo apunta a que endurecerá las instrucciones en esta segunda fase bélica.
El presidente Volodímir Zelenski se dirigió ayer al Parlamento de Irlanda para alertar de otra “arma” invisible que los bombardeos últimos a depósitos de combustible sugieren. Es un arma antigua pero siempre rentable: el hambre (tan decisivo en la historia de Irlanda). “Para los rusos el hambre es también un arma, un arma contra gente ordinaria”, señaló. Y acusó al Kremlin de “provocar, deliberadamente, una crisis alimentaria”. Cada vez queda más patente que la cosecha de trigo será mínima este año, con repercusiones en todo el mundo. “Habrá más escasez de comida y los precios subirán”, vaticinó Zelenski.
La segunda fase de la guerra parece inminente. Cuestión de días, señalan algunos analistas militares, o de todo un mes, como vaticina a la agencia Ap una fuente militar occidental. Otro test para el ejército ucraniano, que ya ha demostrado mayor capacidad que en el 2014 pero que sigue pidiendo armas a Occidente. La República Checa va a ser el primer país de la UE en enviarle armamento de forma directa aunque se trate de tanques T-72, diseñados… en la URSS.
Foto: AFP.