Sector Cultura reconoce la trascendencia de esta danza entre las expresiones artísticas y tradicionales del Perú
La tradicional danza Diablada Puneña fue declarada hoy Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura, en consideración de su importancia como expresión de la identidad festiva y religiosa de la población mestiza y urbana de la región Puno.
Esta declaratoria es “un importante reconocimiento tanto a la riqueza cultural del pueblo puneño, como al rol fundamental de las agrupaciones de portadores y ejecutantes de la Diablada Puneña, a través de las cuales se generan espacios para el fortalecimiento de la identidad regional y para la afirmación intergeneracional de vínculos familiares y barriales”, afirmó el ministro de Cultura, Ciro Gálvez.
Desde sus orígenes, “la Diablada ha sido un espacio de convivencia e intercambio cultural, expresando a través de su estética y ritualidad las diversas herencias indígenas, ibéricas y africanas que conviven y dan sentido a la realidad multicultural, mestiza y globalizada del Perú contemporáneo”.
La declaratoria se hizo oficial por medio de la Resolución Viceministerial N°000222-2021-VMPCIC/MC, firmada por la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Leslie Urteaga.
Composición colectiva
La iniciativa de declaratoria surgió del Colectivo Diablada Puneña Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación, formado, entre otras organizaciones, por la Diablada Confraternidad Victoria, la Tradicional Diablada Porteño y la Espectacular Diablada Bellavista.
Asimismo, por la Asociación Cultural Diablada Confraternidad Huáscar, el Conjunto Folklórico Diablada Azoguini, la Confraternidad Diablada San Antonio, la Asociación Cultural Gran Diablada Amigos de la PNP y la Asociación Folklórica Diablada Centinelas del Altiplano.
La Diablada Puneña es una expresión coreográfica mestiza, vinculada al mundo festivo y celebratorio del altiplano peruano. Se corresponde con un tipo de danza conocido en el altiplano como “danza en traje de luces”.
“Se trata de una composición colectiva ejecutada por comparsas de diablos que, formando filas y dirigidos por un ángel o arcángel, realizan diversos movimientos al compás de marchas y huaynos interpretados por bandas musicales”, detalló el Ministerio de Cultura, en una nota de prensa.
Sus orígenes
La danza recibe este nombre por la caracterización de los bailarines –a través de máscaras e indumentaria– en una alegoría al diablo o demonio, personaje arquetípico del imaginario religioso católico introducido al Nuevo Mundo con la evangelización y posteriormente reinterpretado a partir de los patrones culturales indígenas.
“Si bien el uso de máscaras y trajes alegóricos en los bailes populares fue inicialmente entendido como una expresión de desborde que la Iglesia y las autoridades virreinales intentaron erradicar, la práctica terminó siendo aceptada como una expresión válida de celebración de la fe cristiana, propia del universo ritual andino”, añadió el sector Cultura.
La Diablada Puneña es una de las expresiones artísticas que, con mayor claridad, expresa el esplendor, derroche y exuberancia del universo festivo de la urbe puneña.
La Diablada hoy
En la actualidad, esta danza está asociada a una serie de festividades religiosas y certámenes folclóricos que recorren diversas regiones del país, en especial durante la celebración de la Festividad de la Virgen de la Candelaria, patrona de la Ciudad del Lago, en el mes de febrero.
Desde finales del siglo XIX, se señala la presencia de danzantes con trajes de diablos integrando las agrupaciones de sicuris y morenadas, como fue el caso de los conjuntos del Barrio Mañazo o Juventud Obrera, quienes recorrían el altiplano participando de diversas celebraciones, como la festividad de la Candelaria de la Ciudad de Puno o la fiesta de San Pedro y San Pablo en el pueblo de Ichu.
Más adelante, hacia la década de 1940, aparecieron las primeras comparsas mestizas de diablos. Luego, en los años de 1960 ocurre la formalización de las agrupaciones de la Diablada Puneña.
Es así que la Diablada Puneña se suma a las cerca de 40 expresiones declaradas Patrimonio Cultural de la Nación en el departamento de Puno y que, en conjunto, constituyen un mosaico que refleja la enorme riqueza y diversidad cultural del altiplano andino, en tanto ámbito geográfico y cultural.