El Papa Francisco afirmó que “el odio, la violencia y el derramamiento de sangre” son “incompatibles” con las Religiones, durante el encuentro que mantuvo con una representación de los religiosos y religiosas de Irak, país al que llegó hoy para una visita de tres días.
A su llegada a la catedral de Nuestra Señora de la Salvación de Bagdad, los cristianos le recibieron con cantos y coros y se acercaron a saludarle, con distancia de seguridad, en el interior, donde le esperaban un centenar de religiosos.
El papa recordó que en esta catedral, en octubre de 2010, fallecieron en un ataque terrorista 59 personas, entre ellos dos sacerdotes, que junto a otros 46 fieles cristianos están en proceso de beatificación.
Las fotografías de estos “mártires” se encuentran en el altar, mientras algunos trozos de cristal recuerdan los lugares donde fueron encontrados los restos de los cuerpos.
El papa explicó que sus muertes “recuerdan con fuerza que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”.
Francisco recordó a todas las víctimas “de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa”.
Tras la invasión de los terroristas del Estado Islámico (EI) en 2014 en el norte de Irak, minorías como los cristianos y los yazidíes fueron asesinados y perseguidos. Actualmente en Irak la comunidad cristiana no llega a los 300.000 personas cuando en 2013 era de 1,4 millones.
Prueba de paciencia
El patriarca de Babilonia de los caldeos, el cardenal Lous Raphael Sako, recordó en su discurso inicial ante el pontífice que los cristianos han sido sometidos en los últimos a años a grandes dificultades y periodos de persecución y que con la invasión del EI unos 150.000 tuvieron que huir de la Llanura de Nínive.
Y, “a pesar de este dolor, damos gracias a Dios, que el 50 por ciento han regresado”, añadió.
Francisco explicó que mañana, en Ur, se reunirá con los líderes de las tradiciones religiosas presentes en este país, “para proclamar una vez más nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios”.
Francisco afirmó que la riqueza del país son sobre todo sus jóvenes, cuya “paciencia ya ha sido puesta a prueba duramente por los conflictos de estos años”.
El papa animó a los cristianos que tanto han sufrido y les indicó que, aunque “es fácil contagiarnos del virus del desaliento que a menudo parece difundirse a nuestro alrededor (…), el Señor nos ha dado una vacuna eficaz contra este terrible virus, que es la esperanza que nace de la oración perseverante y de la fidelidad”.
También abogó por la unidad de las diferentes iglesias cristianas presentes en el país, pues “todo esfuerzo que se realice para construir puentes entre la comunidad y las instituciones eclesiales, parroquiales y diocesanas servirá como gesto profético de la Iglesia en Irak”.