Sea la tecnología que emplean, ninguna toca el núcleo de nuestras células, indica médico epidemiólogo
Fuente: Karina Garay Rojas – Andina
Las teorías antivacunas se han difundido sin tregua desde que se confirmó el proceso de inmunización contra el Covid-19 en el Perú. ¿Hasta dónde llegan las vacunas cuando ingresan a nuestro cuerpo? ¿Cómo logran activar las defensas que tanto buscamos? ¿Es cierto que pueden alterar nuestro ADN? Aquí respondemos todas estas interrogantes.
La primera respuesta es corta y contundente: “No pueden modificar nuestro ADN, de ninguna manera”, declaró a la agencia Andina Sergio Recuenco, médico epidemiólogo de la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM).
Para que se entienda mejor, explica que las vacunas trabajan con diversas tecnologías: con virus inactivados (vacunas clásicas) y con productos biológicos que tienen “indicaciones” para fabricar anticuerpos (vacunas de última generación).
En el primero caso, las vacunas usan el mismo virus, parte de él o un sustituto generado en el laboratorio -casi idéntico-, pero sin la capacidad de infectar o replicarse en el cuerpo y, por tanto, enfermarnos.
Lo usan como si se tratara de una foto microscópica del virus para decirle al organismo ‘así es el coronavirus’ y debes desarrollar ‘armas’ para enfrentarlo, en este caso anticuerpos.
La mayoría de las vacunas desarrolladas para frenar la pandemia emplean esta tecnología, la cual se conoce desde hace 70 años, con grandes resultados para combatir una gran cantidad de infecciones, desde el sarampión hasta la influenza. La vacuna china Sinopharm, que se aplica en el Perú, trabaja con virus inactivo.
Como una receta de cocina
La otra tecnología que emplean las vacunas para enfrentar al coronavirus se basa en el ARN mensajero (ARNm), que es toda una novedad en el combate de infecciones y que se usa por primera vez dentro de una vacuna.
La vacuna que trabaja con ARMm posee una “secuencia genética” diseñada en el laboratorio, muy semejante a una lista de instrucciones, que le indica al organismo cómo debe preparar los anticuerpos para defenderse de la infección.
“Es como una receta de cocina para estimular la creación de antígenos; en ese caso, no hay virus inactivado”, detalló Recuenco, quien es profesor principal de la Faculta de Medicina de la UNMSM.
En esa “receta” la vacuna le enseña al cuerpo cómo debe “reproducir la proteína que está en la espícula (S) del coronavirus, en la punta del mismo virus. Una vez que logra hacerlo, nuestro sistema inmunológico detecta esta creación “artificial” de la proteína mencionada y activa la producción de anticuerpos para destruir las células infectadas.
Para el experto, no hay nada que temer en relación con el ARNm. Explica que se trata de un mecanismo que nuestro organismo emplea desde siempre para diversos procesos internos. La novedad es que la ciencia ha logrado, recientemente, copiarlo.
“El ARN mensajero es parte de los procesos normales de las células. Todos los tenemos para ciertas funciones. Por ejemplo, para los procesos de síntesis, digestión, producción de hormonas, etc. hay toda una clase de secuencias, de neurotransmisores y sustancias que son activadas por el ARN mensajero”.
Este tipo de tecnología es empleada en vacunas más complejas, como la de Moderna, así como de Pfizer/BioNTech.
Núcleo de la célula
“Es importante indicar que las vacunas que emplean el ARN mensajero estimulan la producción de anticuerpos en el cuerpo, pero lo hace a través de receptores de la célula. Nunca ingresan al núcleo y, por tanto, no pueden modificarlo”, aclara.
El doctor en salud pública indicó que el núcleo celular guarda nuestra información genética, pero no se toca porque la vacuna no funciona a través de él.
“Las moléculas de la vacuna no ingresan al núcleo; por tanto, no tienen ningún chance de interacción con el ADN o de modificarlo, para nada. Hay que entender que las vacunas solamente le dan instrucciones a las células para que produzcan los antígenos y así estimular la inmunidad frente a la infección”.
Esta “programación” se hace en las células de inmunidad, que trabajan a través de receptores.
“Hay algunas células que producen inmediatamente anticuerpos y guardan la memoria de la inmunidad. El cuerpo, al detectar algún intruso, estimula otras células que son las que van a producir los anticuerpos, todo a nivel de membrana, nunca a través del núcleo”.
Si la persona ya tuvo el coronavirus, la vacuna activará la memoria de su cuerpo para defenderse nuevamente contra la infección, pero de forma más intensa.
Pero si la persona nunca se infectó y recibe la vacuna, su organismo desencadenará una respuesta inmune controlada, sin cuadros graves de la infección, pero dejando información clave para defenderse del virus frente a un posible ataque en el futuro.