En esta ocasión, la Comisión de Debates Presidenciales ha dado luz verde a un enfrentamiento presencial, pero con un cambio sin precedentes: a los candidatos se les silenciará el micrófono mientras sus oponentes responden a la primera pregunta de cada una de los seis segmentos del debate.
Los temas programados para discusión durante 90 minutos ininterrumpidos, comenzando a las 9 p.m. ET, incluyen «Lucha contra covid-19», «Familias estadounidenses», «Raza en Estados Unidos», «Cambio climático», «Seguridad nacional» y «Liderazgo».
Pero ahí es donde comenzará la moderadora, Kristen Welker de NBC. A dónde irán los candidatos a partir de ahí, especialmente en el caso de Trump, es incierto.
Joe Biden, expresidente y candidato demócrata a la presidencia de EE.UU., publicó este martes sus declaraciones de impuestos de 2019.
Para hacer cumplir la regla del debate, la comisión ha recurrido a algo familiar en un país que opera por videoconferencias: el botón de silencio.
Pero hay dudas sobre cuán efectivas serán realmente las nuevas barandillas.
La campaña de Trump ha sugerido que la cantidad de tiempo hará que Biden hable contra él mismo. Cierto o no, el desempeño pasado sugiere que Trump carece del autocontrol para quedarse quieto y descubrirlo. Si intenta interrumpir, su voz podría ser captada por el micrófono de Biden.
El sentimiento de agravio del presidente por los cambios también podría llevarlo a arremeter contra Welker. Su campaña ya ha atacado a la comisión y el presidente tiene un historial de lanzar ataques sexistas contra las moderadoras de debates.
Trump y sus aliados han estado preparando sus planes para atacar a Welker y a la comisión incumpliendo las reglas siempre que pueden. La forma en que Trump ejecuta esa estrategia podría proporcionar a los votantes que aún no han emitido su voto su último recuerdo del presidente antes de tomar una decisión.
Trump quiere evitar el constante redoble de las noticias sobre el coronavirus. Los números crecientes en todo el país, incluidos los estados indecisos fundamentales para su victoria, lo hacen imposible.
El aumento nacional es significativo: la Universidad Johns Hopkins encontró que Estados Unidos reportó más de 60.000 casos nuevos el martes y 58.000 el lunes, lo que llevó a los expertos en salud pública a referirse a este momento como un tercer aumento en las infecciones.
Políticamente, sin embargo, las cifras en los estados indecisos son aún más espantosas. Tanto los números de casos como de muertes están aumentando en Wisconsin, Pensilvania, Ohio, Iowa y Michigan, todos los estados indecisos fundamentales para la reelección de Trump. Las oleadas también están dominando la cobertura de noticias locales, lo que significa que la mayoría de los votantes se dirigen a las urnas con recordatorios frecuentes de la pandemia en curso.
Eso es un problema para Trump. El virus ha dominado las elecciones de 2020, lo que ha obligado a ambos candidatos a repensar la forma en que hacen campaña, especialmente después de que el propio Trump contrajera el virus. Pero Trump ha mostrado señales recientes de enojo profundamente arraigado por el enfoque en el virus, criticando a los periodistas por cubrir la pandemia e incluso terminando abruptamente una entrevista con 60 Minutes cuando muchas de las preguntas se centraban en el virus.
El coronavirus sigue siendo el tema más importante en la mente de los votantes. La forma en que Trump maneje las preguntas sobre el tema tendrá implicaciones significativas en esta elección.