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Experta del INS: “Tomé mil pruebas de hisopado y no me he contagiado hasta ahora”

Publicado el 28/10/20

Desde el inicio de la pandemia hasta hoy, Isabel Fernández Silva, técnica de laboratorio del Instituto Nacional de Salud (INS) ha tomado más de 1,000 pruebas de hisopado nasofaríngeo para descartar la presencia del covid-19. Tal vez nadie como ella ha estado tan cerca de temido virus, a tan solo unos centímetros, e increíblemente no se ha infectado hasta ahora. ¿Cómo lo logró?

 
Con 36 años de servicio, 21 de ellos trabajando en Piura, asegura que sus armas, nada secretas pero sí permanentes, son el alcohol y su mascarilla. Y lo afirma quien fue la responsable de hacer la prueba molecular al primer caso del nuevo coronavirus en el país, un joven aviador cuya familia también terminó contagiada. 
 
Junto a su cooler, Isabel recorre todo Lima, donde ahora vive. Desde Surco, donde se inició la pandemia que nos ha obligado al aislamiento más grande de nuestra historia, hasta los emblemáticos cerros de la capital. Siempre con la misma dedicación porque, asegura, le encanta su trabajo.   
 
No olvida que todo empezó un 23 de febrero, cuando la llamaron para apoyar el control de esta nueva infección, que por noticias internacionales se sabía era muy contagiosa y estaba matando a miles de personas en el mundo. 
 
Muchos técnicos de su rama se habían negado a acompañar al equipo encargado de encarar el primer caso. El miedo estaba en todos lados.  Pero ella no lo pensó dos veces y dijo ¡vamos!
 
El histórico primer caso -rememora- fue atendido por un equipo de profesionales integrado “por dos médicos: el doctor Manuel Espinoza, que es muy conocido, otro médico del Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades (CDC) y dos técnicos; además, el coordinador del área de recepción y obtención de muestras, Mauro Durán, y yo”. 
 
Sin miedo a encarar este nuevo reto, recuerda que sacó los delgados bastoncillos de la prueba, se acercó a la boca de cada uno de los familiares y recolectó la muestra de su garganta y nariz. 
 
El acto no era nada nuevo para ella. En la década del 80 empleó el mismo tipo de prueba molecular para descartar la presencia de la influenza en la población. De esa manera, Isabel estaba lista para atender un trabajo que implicaba salir a las 7 de la mañana, a las 10 de la noche o a la 1 de la mañana. “Se reportaban casos con mucho dolor, la gente lloraba, pedían auxilio”.  
 

Una prueba indolora

 
“La prueba no genera dolor, tal vez una pequeña molestia o ganas de estornudar, pero nada más. Los varones son los que más se quejan por la prueba, se ponen muy nerviosos. Están sentados y dicen ‘espere, espere’ y se llenan de nervios. Hay que darles confianza, estimularlos para que se tranquilicen”.
 
Recalca que es este tipo de prueba es ideal para los primeros días de la infección, cuando el virus se aloja tanto en la garganta como en la parte interna de la nariz. Pasado ese tiempo, recomienda descartar la infección con otro tipo de pruebas, como la serológica que trabaja con una gota de sangre y detecta la presencia de anticuerpos.    
 
Isabel, de 57 años, apoya a los equipos de respuesta rápida del Ministerio de Salud y por su larga experiencia en la pandemia capacita a otros técnicos en la toma de muestras.  Actualmente el INS ha capacitado en todo el país a 1,175 equipos de respuesta rápida y ha entrenado a 1,049 profesionales de la salud y técnicos asistenciales para realizar el hisopado nasofaríngeo, obtención de muestra para la prueba molecular.
 
Ya sea dentro de las viviendas o en medio de campañas masivas, Fernández es muy escrupulosa con la limpieza de todo lo que toca. Nada escapa a su aerosol de alcohol. Ella cree que allí radica una de las razones del por qué no se ha infectado hasta el momento.  
 
Su vestimenta de trabajo consiste en un mandilón largo, dos pares de guantes, una mascarilla y un protector facial que usa cuando debe acercarse a colectar la muestra de la boca de los posibles infectados. 
 
“Cuando salimos de una casa, me saco todo el EPP y lo desecho en una bolsa especial. El alcohol sirve solo para lavarme las manos y también lo uso en todo mi material. Al salir, echo con alcohol tipo spray a todo, porque voy a subirme nuevamente al carro. Hago lo mismo con los choferes, les cuido sus manos y su cuerpo. Todos nos desinfectamos”.
 
Señala que, si bien ella usa el alcohol de manera permanente, lo hace porque no todos los lugares que ella visita cuentan con agua.   
 
Un dato que destaca es que no deja de hidratarse todo el tiempo y, para hacerlo, usa una botella que nunca deja destapada, ni un solo instante. Ni bien la saca de la boca, la vuelve a tapar. Y vuelve a colocarse la mascarilla.  
 

Nada de miedo 

 
Esta técnica asegura que no le tiene miedo al virus, pero sí cuidado. Viuda hace cerca de 19 años, sacó adelante a su familia sola y entiende el temor de sus hijos por su alta exposición al covid-19, una infección que se ha llevado a mucha gente, incluso compañeros de la institución.
 
“Yo les sigo demostrando que no tengo miedo. Mucha gente nos necesita todavía y, con la voluntad de Dios, nada me va a pasar. Él es mi protección, es me guía”, afirma. 
 
A modo de compartir los secretos que la mantienen libre del virus, agrega quelas frutas y el pescado son parte de su rutina alimenticia. “Mi complejo B tampoco me falta”. Sus cuidados los extiende a quienes la acompañan a diario en su lucha contra la pandemia. 
 
Comenta que se somete cada mes a una prueba molecular para descartar un posible contagio y que hasta ahora todos los resultados han sido negativos. 
 

La pandemia no ha terminado 

 
Para la experta, es fundamental insistir en los cuidados frente a la infección y reiterar que debemos continuar protegiéndonos.
 
“Cuando voy a las casas, no solo voy a tomar la muestra sino a enseñarles, a explicarles que la pandemia no ha terminado porque muchos ya han sacado los frascos de lejía o agua que tenían en la puerta, no hay alcohol cerca. También les reitero que cuando hay casos positivos debe primar la precaución, porque de lo contrario se van a contagiar todos, como ocurrió en la casa del piloto”. 
 
En las calles o lugares que visita por trabajo, observa que muchos llevan la mascarilla en el cuello o, de lo contrario, se tapan la boca y dejan libre la nariz. “No debemos olvidar que estamos en muchos lugares y no sabemos qué hay en la superficie o ambiente”. 
 
Doña Isabel pide a la población no tenerle miedo al nuevo coronavirus sino mantener la calma, lavarse las manos frecuentemente, usar la mascarilla de forma correcta y conservar el distanciamiento físico. Debemos llevar con nosotros siempre una botellita de alcohol para limpiarse las manos y todas las bolsas u objetos que ingresemos a casa, asegura. 
 
Hay que seguir limpiándose los zapatos al ingresar a casa y luego dejarlos en la entrada, cambiarse de ropa ni bien se ingrese y directo a la ducha si uno ha estado en ambientes con gran cantidad de personas.  
 
“De mi trabajo no veo difícil nada porque cuando hacemos las cosas con amor, cariño y buen trato, no nos cansa. Es una experiencia buena, que nos sirve para que nuestros hijos vean lo que sus padres hacemos y darles un buen consejo: que no debemos tener miedo a nada, arriesgarse, hacerlo con cariño y voluntad. Seguir trabajando y siempre con cuidado”. 


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