Era un mito del jazz, entendiendo este estilo en su más amplio sentido, pero la llama de Gary Peacock se apagó el pasado 4 de septiembre, a los 85 años, en su casa al norte de Nueva York. Deja tras de sí una carrera inmensa.
Y es que en su abultado currículo se apilan los discos junto a luminarias del free jazz, como el saxofonista Albert Ayler, y emblemas del calibre de los pianistas Paul Bley y Keith Jarrett, del que fue un incondicional en su legendario trío, con el que grabó una veintena de álbumes para el sello alemán ECM.
El trío lo completaba el batería Jack DeJohnette, que se ha expresado en la red al recibir la noticia: “Lamentamos, con profunda tristeza, el fallecimiento del gran Gary Peacock. Tuve la suerte de haber pasado más de 30 años tocando música increíble con él, tanto por separado como en el Trío con Keith Jarrett. Gary tenía un gran sonido, sentimiento y una imaginación altamente creativa. Tengo mucho amor y gratitud por su contribución a la música que llamamos jazz”.
Las reacciones a su fallecimiento no se han hecho esperar; así, el también contrabajista Dave Holland afirma en Twitter: “Intenso y creativamente original, su manera de tocar en la nueva música de los tempranos años sesenta fue inspiradora” y lo reafirma añadiendo un tema que lo impresiona del álbum Spiritual unity, que grabó con el Albert Ayler Trio.
Fuese en la faceta más vanguardista o en repertorios escorados al mainstream , su maestría fue absoluta. Nacido en 1935 la pequeña población de Burley, en Idaho, se trasladó en su juventud a Yakima, en el estado de Washington, donde estudió piano, trompeta y batería. Tras descubrir el jazz en la adolescencia siguió formándose en Los Ángeles, antes de enrolarse en el ejército. Destinado a Alemania empezó a tocar piano pero pronto se cambió al contrabajo.
De vuelta a casa se buscó la vida en pequeños clubs, influenciado por Paul Chambers y Scott La Faro. Su creciente reputación le permitió tocar en sesiones de grabación para Barney Kessel o Art Pepper, empezando a la vez una fructífera relación con el pianista Paul Bley.
Al descubrir la música de Ornette Coleman, su cabeza dio un vuelco. Tras moverse de California a Nueva York pudo tocar con Roland Kirk, Archie Shepp, Tony Williams, formar parte del trio del pianista Bill Evans, junto con el batería Paul Motian, e incluso tocar brevemente con Miles Davis sustituyendo un par de meses, en 1964, a Ron Carter.
A finales de los años sesenta, y debido a problemas con el alcohol y las drogas, su salud se resintió. Lo solucionó con un cambió drástico que le llevó a vivir en Japón y a estudiar la filosofía oriental. Tras regresar en 1972 a EE.UU., graduarse en Biología y dedicarse a la docencia, volvió a retomar su carrera musical. En 1977 edita Tales of another junto a Keith Jarrett y Jack DeJohnette. El álbum es considerado la primera grabación de lo que luego fue conocido como el Keith Jarrett’s Standards Trio, debido a que su repertorio estaba basado en temas clásicos del jazz.
Entre la incontable lista de músicos con los que colaboró cabe destacar a Jan Garbarek, Masabumi Kikuchi, Ralph Towner, Marc Copland, Marilyn Crispell, Lee Konitz, Bill Frisell, Joey Baron, Don Pullen, Bud Shank, Ravi Shankar o John Surman.
También se prodigó en el nuevo milenio por nuestros escenarios junto a Jarrett y DeJohnette –ya fuese en el Festival de Jazz o el Grec–, con los que ofreció tres conciertos en L’Auditori, los años 2002, 2006, 2009, uno en el Palau de la Música en 2004 y otro en el Festival de Peralada en la edición del 2003.