El impacto del coronavirus también se deja notar en el déficit y PIB alemán. El país, acostumbrado a año tras año con superávit y ejemplo para el resto de naciones continentales, registró en el primer semestre del año un descuadre del 3,2%, según datos anunciados este lunes por la Oficina Federal de Estadística (Destatis). Desde el 2011 Alemania no llegaba a junio en rojo. También lleva ocho años sin cerrar el año con déficit, racha que se romperá este 2020.
La economía sufrió un desplome histórico –el mayor desde que hay registros, que arrancan en 1970– del 9,7% en el segundo trimestre, algo menor al 10,1% de caída avanzada en un primer término. Ninguno de los motores económicos salvó el cuello. El gasto de los consumidores se contrajo el 10,9%, las inversiones de capital se hundieron el 19,6%, las exportaciones menguaron el 20,3%… También cayó un 4,2% la construcción.
Destatis caracterizó la situación como de “masivo desplome de la demanda interna e internacional”, algo que se refleja en el comportamiento de todas las variables. Sólo aguantó el consumo estatal, con un crecimiento del 1,5% por el despliegue de los programas de rescate.
Sin ir más lejos, la pandemia ha obligado al parlamento a retirar el freno constitucional que ejercía sobre la deuda para permitir que el Gobierno financie su respuesta a la crisis y un impulso fiscal que conllevará la emisión récord de deuda nueva por 217.800 millones de euros. El giro ha provocado un déficit de 51.600 millones hasta junio (-3,2%).
El grueso del aumento del déficit fue responsabilidad del Gobierno central, que aumento algo el gasto social pero, sobre todo, ingresó claramente menos vía impuestos. Además de una actualización del presupuesto de este año de 218.500 millones de euros que prevé elevar el déficit al 7,5 %, la gran coalición de conservadores y socialdemócratas ha dispuesto un paquete coyuntural de hasta 750.000 millones de euros, una cifra similar a la del conjunto plan de reconstrucción de la UE.
El Gobierno alemán estima que el PIB se contraerá en el conjunto de este año un 6,3 %. El Bundesbank (banco central) sitúa la caída en el 7%.
Algo de esperanza aportó la publicación también este martes del índice de confianza empresarial Ifo, que deja entrever que la mayor economía europea ya ha tocado suelo y está en vías de recuperación, aunque no trazará una marcada forma de V, sino que más bien parece que será lenta y, sobre todo, desigual. El índice ha trepado a 92,6 puntos en agosto, desde los 90,4 previos.
Las valoraciones dependen mucho del sector. En un extremo están los servicios, que mejoran claramente su valoración tanto del presente como del futuro a seis meses. En el extremo contrario se encuentran el comercio, especialmente en el mayorista, y la construcción, donde mejora la percepción del presente pero se mantiene el pesimismo con respecto al futuro. Y a medio camino queda la industria, que percibe en general la situación actual mucho mejor que hace un mes porque las expectativas y pedidos aumentan, aunque aún muchas empresas valoran como negativo el entorno presente.