La población conjunta de los estados de Victoria y Nueva Gales del Sur es de 13,9 millones, lo que supone más del 50 por ciento del total de Australia. La medida inédita fue acordada en una llamada telefónica entre el jefe del Ejecutivo de Victoria, Daniel Andrews, el primer ministro australiano, Scott Morrison, y la jefa del Ejecutivo de Nueva Gales del Sur (NSW, siglas en inglés), Gladys Berijiklian.
La vigilancia de la frontera, que se extiende en el interior a lo largo de 4.635 kilómetros, estará a cargo de NSW para “evitar drenar recursos que están comprometidos en luchar contra el virus en nuestro estado”, precisó Andrews, al referirse este cierre limítrofe, el primero en unos cien años.
“Sabemos que hay cuatro cruces principales de carreteras, 33 puentes, dos pasos acuáticos y una gran cantidad de pequeñas carreteras”, dijo en una rueda de prensa en Sídney el comisionado de la Policía de NSW, Nick Fuller, quien pidió la ayuda militar para estas labores.
Asimismo las autoridades australianas emitirán permisos especiales para las personas que necesariamente tienen que cruzar las fronteras para trabajar, especialmente para las ocupaciones esenciales.
El cierre de la frontera se da después de un rebrote de covid-19 en Melbourne, que se agravó desde hace dos semanas y ha obligado en los últimos días a confinar más de una treintena de suburbios en esa ciudad de casi cinco millones de habitantes, así como de nueve torres de viviendas públicas.
El rebrote del coronavirus se atribuye al incumplimiento de las medidas de restricción social por parte de los guardias de seguridad en los hoteles en donde los viajeros que retornaban a Melbourne cumplen una cuarentena de dos semanas.
El rebrote de coronavirus en Melbourne, que registra casi la totalidad de las infecciones diarias en Australia, ha puesto en riesgo la estrategia del país oceánico, que registra más de 8.500 casos, incluyendo 105 fallecidos, para normalizar las actividades en su territorio.