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Woody Allen: “Soy un hombre feliz que lleva 22 años junto a mi esposa Soon-Yi”

Publicado el 18/06/20

Woody Allen no presta demasiada atención a lo que ocurre a su alrededor. O al menos eso pareciera. No le interesa que lo recuerden como un “pedófilo” y dijo que se considera “básicamente, un hombre feliz”. Fue durante una entrevista con el diario La Vanguardia de España por la publicación de sus memorias, “A propósito de nada” (Alianza). Durante la conversación con el periodista Xavi Ayén, el cineasta dio detalles sobre su día a día en confinamiento en su cómoda propiedad de Manhattan y en lo que extraña de los días sin cuarentena.

“¿Quiere que le cuente mi día? Me levanto temprano, a las 6.30 am, hago ejercicio, corro en la cinta, desayuno y luego escribo, de vez en cuando pongo unos minutos la televisión. Voy escribiendo y, cuando necesito una pausa, enciendo la tele. No es una vida muy saludable”, reflexionó en conversación telefónica Allen. Y añadió: “Yo ya pasaba mis días confinado, escribiendo, pero, por las noches me iba al restaurante a echar unas risas con los amigos, o paseaba, me metía en tiendas, en un cine, iba al teatro, a ver un partido de baloncesto o de beisbol. Ahora está todo cerrado, es muy estricto”.

De inmediato, una vez que el director y autor de cine explicara por qué se abocó a trabajar sobre sus biografía -que le demandó dos meses de escritura, según reveló- se lo consultó sobre su traumática relación con Mia Farrow, con quien -si bien no convivió- compartió su vida entre 1979 y 1992. No habló de ella directamente, aunque dijo que a lo largo de su vida había “atravesado momentos trágicos”. Fue allí cuando reconoció que algunos lo recordarán como un pedófilo por su vínculo con quien fuera hija adoptiva de Farrow, Soon-Yi Previn, con quien contrajo nupcias en 1997.

“He tenido una vida interesante y divertida, he conocido a mujeres maravillosas, he atravesado momentos trágicos… Pero, básicamente, soy un hombre feliz que lleva 22 años junto a mi esposa Soon-Yi.Tenemos dos hijas preciosas que ya van a la universidad, tengo buena salud y he pasado una vida entreteniendo a la gente. He tenido mucha suerte. Podría morirme ahora mismo, hablando con usted, y no pasaría nada. Unos me recordarán como un pedófilo, aunque sea falso, y otros como un cineasta que les entretuvo, ¿qué más da? La suerte es lo más importante en la vida, y yo he tenido más buenas manos que malas. Las malas han sido catastróficas, eso sí”, sostuvo.

Allen fue más allá y profundizó sobre cómo es estar al lado de personas que creen que es un abusador de menores. “Tengo que vivir con que hay gente convencida de que soy un violador, de que me he casado con mi hija… es igual lo que les digas. En su día, no hice ningún esfuerzo porque creí que la verdad se impondría, pero no ha sido así. Una buena historia, cierta o falsa, se impone a todo”, remarcó.

“Con Mia Farrow siempre vivimos en casas separadas, en los 13 años de relación, jamás dormí en su apartamento al otro lado de Central Park, y yo solo soy el padre de tres de sus catorce hijos. Y mi relación con Soon-Yi empezó cuando ella tenía 22 años”, sostuvo el cineasta. Consultado respecto a la denuncia hecha por Dylan -hija que adoptó junto a la actriz en 1984- dijo que había sido “sometida a un lavado de cerebro. Mia la filmó desnuda a los 7 años varios días para enseñarle la historia que debía contar. Tras el escándalo, he adoptado dos hijas sin el más mínimo problema por parte de las autoridades. La acusación no es que no se sostenga, es que ha sido rechazada”.

Y fue más allá contra su ex: “Sometió a su hijo Ronan a cirugía plástica para que fuera más alto porque eso le ayudaría a hacer carrera política. Dos de sus hijas se han suicidado. Tiene un historial de maltratos. Soon-Yi fue golpeada con un teléfono…”.

Luego se refirió a cómo se autopercibe y cómo lo trasladó a su obra reciente: “Hay tantas autobiografías de tipos diciendo que son los mejores… Yo no lo soy. No soy Einstein ni Dostoievsky. Es puro realismo. He hecho buenas y malas películas, pero, no nos engañemos, nada comparable a ‘Un tranvía llamado deseo’ o ‘El ladrón de bicicletas’. Muy pocas veces el éxito de taquilla tiene que ver con la calidad artística. En el libro intento ser honesto y mostrar mis limitaciones. Mis neurosis junto con mis virtudes. Ni ensalzarme ni degradarme”.

“Siempre fui un vago con malas notas. No entiendo la poesía y hay un montón de películas y libros que no conozco (en el libro hago una lista). La confusión viene, por un lado, de mi aspecto, con mis gafas de culo de vaso. Y, del otro, que las chicas que me gustaban sí eran las intelectuales y tuve que reciclarme, empezar a leer, para no hacer el ridículo cuando las invitaba a cenar. Y, en mis chistes y películas, introducía referentes cultos que no entendía pero que le daban a la ocurrencia un aire más elevado”, sentenció.



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