Con la fecha cercana del 1 de julio en la que el Gobierno de Israel pretende anexionarse hasta un 30% de Cisjordania, incluido el valle del Jordán, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió este miércoles a Israel que abandone sus planes, ya que suponen una “violación muy grave de la legislación internacional”. “La amenaza de Israel de anexionar partes de la Cisjordania ocupada ha alarmado a palestinos, a muchos israelíes y a la comunidad internacional”, ha dicho Guterres. Por su parte, la Casa Blanca debate desde este pasado martes si da luz verde al primer ministro Benjamín Netanyahu para la extensión de la soberanía israelí, que el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, considera “una decisión de Israel”.
“Estamos en un momento crucial”, advirtió Guterres en la apertura de una sesión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas centrada en la anexión israelí. No es costumbre que el secretario general de la organización participe en estas reuniones, pero la gravedad y la inmediatez de la situación hizo que quisiera hacerse oír para advertir de que los planes de Israel serían un paso unilateral que dañaría cualquier perspectiva de regresar a las negociaciones de paz.
Tras la alocución del secretario general, el enviado de Naciones Unidas para Oriente Próximo, Nickolay Mladenov, habló para subrayar la “profunda preocupación” de la ONU por esa “amenaza” de Israel que puede comenzar “en cuestión de días o semanas”. “Las deliberaciones sobre este movimiento han llevado este largo conflicto a un punto crítico. La anexión podría alterar irrevocablemente la naturaleza de las relaciones israelo-palestinas”, señaló el diplomático, quien advirtió de que la extensión de los territorios pone en riesgo “más de un cuarto de siglo de esfuerzos internacionales en apoyo de un futuro estado palestino viable”. Mladenov recordó que hay una fuerte oposición regional e internacional al movimiento e incluso claras voces de rechazo dentro de Israel.
“Más allá de las implicaciones legales, de seguridad y económicas, la amenaza de anexionar unilateralmente partes de Cisjordania enviará un único mensaje: que las negociaciones bilaterales no pueden lograr una paz justa”, subrayó el enviado de la ONU. “No podemos permitir que esto ocurra”, apuntó, avisando de que esa situación puede llevar a un aumento de la radicalización y la violencia. También subrayó que las inminentes decisiones israelíes pueden causar “daños irreparables”, pero insistió en que todavía no es demasiado tarde para cambiar de rumbo y “evitar el caos”. El primer paso, defendió, es que Israel abandone su plan y que se ponga en marcha una nueva iniciativa para impulsar el diálogo respaldada por el Cuarteto para la Paz en Oriente Próximo, un grupo que forman la propia ONU, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea.
División en Europa y el Gabinete israelí
Precisamente la Unión Europea afronta dividida el desafío de la anexión parcial de Cisjordania. Hungría, Austria o República Checa, Estados próximos a Israel, se resisten a la imposición de las sanciones que preconizan países como Francia o Irlanda. La amenaza de violación radical de la ley internacional ha llevado al jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, a prevenir al Gobierno de Netanyahu de que la anexión “no quedará sin respuesta”, un mensaje que remachó este mes en Jerusalén el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas.
La carta abierta publicada el martes por un millar de parlamentarios europeos para reclamar una respuesta de “consecuencias proporcionales” se presenta como indicación de que la cuestión palestina ha empezado a retornar a la escena internacional. El plan presentado en febrero por el presidente Trump autoriza a Israel a declarar la anexión parcial –dos centenares de asentamientos judíos y el estratégico valle del Jordán– a cambio de reconocer la existencia de un desmembrado Estado de Palestina. Los líderes palestinos rechazan de plano el proyecto de la Casa Blanca, al que tachan de servir en exclusiva los intereses de Israel.
Netanyahu afronta además el rechazo de los más de 400.000 colonos en Cisjordania, que ven peligrar la existencia de dos decenas de asentamientos aislados si se ven convertidos en enclaves de un futuro Estado palestino. La Casa Blanca también impone como condición el consenso entre Netanyahu y su socio de coalición, el centrista Benny Gantz, para verificar que los planes de anexión se van a ajustar a las directrices de la Administración republicana. De hecho, el primer ministro recibe la autorización ejecutiva para extender la soberanía en el marco del acuerdo con su antiguo rival electoral.
De ahí la importancia del debate interno abierto esta semana en la Casa Blanca bajo la dirección de Jared Kushner, yerno y asesor principal de Trump, como arquitecto del plan para Oriente Próximo. La medida de compromiso que baraja, según anticipa la prensa israelí, consistiría en aplicar la legislación del Estado judío de forma limitada sobre algunas de las colonias próximas a Jerusalén –Maale Adumin (40.000 colonos), Gush Etzion (70.000) y Ariel (20.000)–, en una primera fase de la anexión de Cisjordania a partir de mes que viene.