El presidente de Estados Unidos ha anunciado que elimina una serie de regulaciones para acelerar las pruebas con medicamentos antirretrovirales, antipalúdicos y antimaláricos con los que tratar a aquellos que se han infectado del coronavirus y presentan síntomas. Uno de ellos es la hidroxicloroquina, recetado para tratar la malaria y la artritis reumatoide, que según Donald Trump «puede cambiar las reglas del juego».
En EE.UU. hay más de 7.000 infectados que han sido diagnosticados y ha fallecido ya un centenar de personas. El presidente Trump se ha vuelto a referir al coronavirus como «el virus chino», a pesar de las protestas que esa expresión ha provocado en Pekín.
«Está en el mercado desde hace tiempo, así que sabemos que si no tiene el efecto deseado, no matará a nadie», dijo Trump sobre el medicamento que va a probar EE.UU. en su conferencia de prensa diaria en la Casa Blanca. El medicamento distribuirá con receta médica la Agencia del Medicamento y los Alimentos de EE.UU. El director de esta, Stephen Hahn, expresó optimismo en la misma rueda de prensa en la Casa Blanca: «Tengo esperanza de una mejora en esta situación».
El Gobierno federal norteamericano prevé ofrecer medicamentos ya comercializados para otras dolencias a médicos que consideren que pueden tratar con ellos a pacientes de coronavirus, a cambio de obtener datos sobre la evolución de los infectados, para conocer mejor la naturaleza de la enfermedad. «Si hay un medicamento experimental que está posiblemente disponible, un médico podría pedir que ese medicamento se use en un paciente. Tenemos criterios para una rápida aprobación», dijo el director Hahn.
El presidente ha explicado que elimina las farragosas regulaciones médicas para probar en enfermos de coronavirus una serie de medicamentos que ya han sido comercializados con nombres como Plaquenil, Axemal, Dolquine, Ilinol, o Quensyl. «Tenemos que eliminar cada barrera innecesaria para lograr el despliegue rápido de tratamientos seguros y efectivos y creemos que tendremos algunas buenas respuestas», dijo Trump.
Ya participan 45 pacientes estadounidenses de Seattle en la primera prueba de una vacuna, todos de entre 18 y 55 años y recibirán dos dosis en un periodo de 28 días. Se les ha dividido en tres grupos, según la Casa Blanca, cada uno de ellos con una dosis diferente, para poder medir el efecto. Durante 14 meses, los pacientes tendrán 11 visitas de seguimiento, algo por lo que cobran 1.100 dólares cada uno. De haber una vacuna, esta no llegaría al menos hasta dentro de un año.