Por decisión expresa del presidente Vladímir Putin, tras mantener una conversación telefónica con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, mañana lunes partirán hacia Italia desde el aeródromo cercano a Moscú de Chkálovski, nueve aviones militares de transporte IL-76. A bordo viajarán ocho brigadas médicas con 100 especialistas en epidemiología y virología y equipamiento para combatir el Covid-19.
Tras la orden dada por Putin, el operativo ha sido organizado directamente por el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú. En un comunicado de su departamento se informa que el equipamiento listo para enviar a Italia incluye modernos sistemas de desinfección y diagnóstico, en especial pruebas para detectar la enfermedad en su fase temprana.
La insuficiencia de estos test es lo que en muchos lugares está agravando la pandemia. No se aclara, sin embargo, si el material incluye también respiradores, que se prevén muy necesarios en Rusia y cuya escasez también está haciendo estragos en el sistema sanitario de numerosos países. Entre los equipos de desinfección se enviarán cañones de aerosol «Orlán» para su uso en calles y grandes superficies. También aparatos difusores para limpiar de microorganismos los transportes públicos.
De esta forma, Rusia muestra su solidaridad con un país europeo con el que siempre mantuvo estrechos lazos, tanto económicos como culturales y hasta políticos en la época soviética entre sus respectivos partidos comunistas. Sin embargo, en las redes sociales rusas surgen ya críticas a esta medida de Putin en un momento en el que la incertidumbre sobre cómo se desarrollará la epidemia en Rusia atenaza a la población. Los comentarios más comunes son «les envían ayuda con nuestros impuestos cuando nosotros también estamos necesitados» o «claro, toda la élite rusa tiene sus mansiones en Italia y al poder le preocupa más eso que la gente de a pie».
La situación de la epidemia en Rusia no es todavía preocupante, aunque la enfermedad avanza día a día. En las últimas 24 horas se han registrado 53 nuevos infectados, lo que eleva la cifra total a 306 enfermos. La única muerte hasta ahora tuvo lugar el pasado jueves.
El organismo de control ruso, Rospotrebnadzor, ha pedido el cierre de gimnasios, parques acuáticos y todo tipos de instalaciones deportivas. Las competiciones deportivas, salvo las de ajedrez y siempre que tengan lugar con poca presencia de público, están ya suspendidas al igual que espectáculos teatrales, circenses y proyecciones cinematográficas.
Los museos están también cerrados y prohibida cualquier concentración al aire libre y aquellas que se celebren en sitios cerrados que reúnan a más de 50 personas. Restaurantes y cafeterías siguen abiertos, aunque muchos de estos establecimientos ha tenido que echar el cierre por falta de clientes. Funcionan sobre todo aquellos restaurantes que sirven comidas a domicilio.
Sin embargo, según aseguró hoy el alcalde capitalino, Serguéi Sobianin, el metro de Moscú, unos de los más grandes, bellos y concurridos del mundo, con más de seis millones de pasajeros diarios, no cerrará por el momento pese al enorme peligro de propagación del coronavirus, sobre todo en horas puntas. Aunque muchas empresas y organismos oficiales han enviado a parte de sus empleados a trabajar desde casa, sigue siendo todavía muy alto el número de desplazamientos por la ciudad en el transporte público y, sobre todo, en los vehículos privados. No se ha decretado todavía el confinamiento general de la población.
Mientras tanto, se incoan las primeras causas criminales por violar la cuarentena domiciliaria de 14 días, obligada para todos aquellos que llegan a Rusia desde el extranjero. La pena máxima por este delito puede alcanzar los cinco años de cárcel. Irina Sánnikova, principal especialista médico en enfermedades infecciosas de la ciudad rusa de Stávropol, en el sur del país, se enfrenta ahora a un proceso por no haberse autoaislado tras regresar de Madrid el pasado 9 de marzo. Se la acusa además de haber ocultado ese viaje a España.
Sánnikova es profesora en la Universidad Estatal de Medicina de Stávropol y principal especialista independiente en enfermedades infecciosas del Ministerio de Sanidad regional. Tras volver de Madrid, continuó su vida normal y, según el informe policial, se reunió el 10 de marzo con estudiantes y colegas. Una veintena de personas con las que tuvo contacto desde entonces han sido puestas en cuarentena. Ella ha reconocido su irresponsabilidad y se encuentra ahora hospitalizada con neumonía en una unidad de cuidados intensivos.
FUENTE: ABC