La gente toma de asalto los autobuses, afluye en masa a las estaciones de trenes y los embotellamientos florecen en las carreteras. Nadie puede dudar del fin del confinamiento en la provincia china de Hubei, cuna de la pandemia del nuevo coronavirus.
Tras dos meses de encierro total, las autoridades comenzaron a abrir las puertas de esta provincia del centro del país, duramente golpeada por la covid-19. Pero sólo podrán viajar las personas que dispongan en el teléfono móvil de un preciado código QR de color verde, certificado de buena salud.
En la estación de trenes de Macheng, una ciudad de 800.000 habitantes, centenas de personas hacían pacientemente la cola bajo la lluvia para salir de la provincia, aislada del resto del país desde enero. Un equipo de reporteros de la AFP llegados este miércoles a la ciudad no fue autorizado a salir de la estación para entrevistar a los viajeros.
El martes, el gobierno chino anunció que se levantaban las restricciones a la libre circulación bajo ciertas condiciones en toda la provincia de Hubei, salvo en Wuhan, la capital, donde aparecieron los primeros casos de covid-19 en diciembre de 2019.
La cuarentena de Wuhan, 11 millones de habitantes, terminará recién el 8 de abril.
La provincia de Hubei, con más de 50 millones de habitantes, fue de lejos la más golpeada por la epidemia, que mató a más de 3.300 personas en China, sobre más de 80.000 enfermos de covid-19.
El aislamiento de la provincia se decretó justo antes del inicio de las largas vacaciones del Nuevo Año chino, un período en el que millones de trabajadores, empleados en las grandes metrópolis del sur y del este, regresan a sus ciudades de origen.
‘Bloqueados’
Desde entonces, millones de migrantes esperaban desesperadamente poder retornar a sus lugares de residencia para retomar el trabajo.
En Huanggang, una ciudad de siete millones de habitantes, entre las más afectadas por la epidemia, trabajadores cargados de maletas esperaban encontrar lugar en los autobuses que salen de la provincia, según imágenes de la agencia de noticias oficial Xinhua (China Nueva).
Un trabajador explicó a la agencia de prensa que regresaba a Wenzhou, una ciudad costera del este del país, situada a 800 km de Huanggang.
“Hace dos meses que estoy bloqueado en mi casa, aquí en Hubei”, comentó, ansioso de poder volver a trabajar.
Además del transporte ferroviario y carretero, tres aeropuertos provinciales reiniciaron sus operaciones este miércoles, pero no el de Wuhan.
Por el momento, las autoridades prohíben salir de Wuhan, pero la capital de Hubei podrá comenzar a recibir viajeros llegados por tren a partir del sábado próximo.
Además, las personas que disponen del código verde podrán acceder a la capital a través de una treintena de vías de acceso abiertas, indicaron los medios de prensa chinos, que mostraban imágenes de embotellamientos.
Larga ausencia
“Fue muy duro”, dijo a la AFP Guo Wei, una profesora que tomó el tren en Pekín el miércoles por la mañana y bajó en la estación de Macheng, 100 km antes de Wuhan, al referirse a los dos meses que acaba de vivir China.
Las autoridades anunciaron este miércoles cuatro nuevos decesos de enfermos de covid-19, de los cuales tres en Hubei.
En todo el país no se registró ningún caso nuevo de origen local en las últimas 24 horas, anunciaron las autoridades.
Se registraron 47 casos “importados”, es decir de chinos o extranjeros provenientes del exterior. Los casos importados ya son 474.
Los contagios y las muertes disminuyeron en forma espectacular en el último mes, a tal punto que China quedó en segundo lugar detrás de Italia en número de víctimas mortales.
El principal temor de China es vivir una segunda ola de contaminación proveniente de extranjero, por lo cual numerosas ciudades adoptaron medidas de confinamiento muy estrictas para los viajeros.
En Pekín, la municipalidad obliga a todas las personas provenientes del extranjero o de otra provincia china a efectuar una cuarentena de 14 días en hoteles controlados.
Además, las personas de Hubei tienen prohibido por el momento entrar en la capital.