El Parlamento británico se había reunido a primera hora de este sábado (la primera vez en 37 años que lo hace en fin de semana) para intentar zanjar la crisis política, constitucional y emocional que ha resquebrajado al Reino Unido en los últimos tres años y medio. Boris Johnson ha convocado a los diputados para debatir y votar el acuerdo sobre el Brexit alcanzado con la UE. Buscaba el primer ministro poner punto final a este largo y tortuoso camino, pero una nueva maniobra parlamentaria ha acabado frustrando que Johnson concluya la jornada con una victoria. La Cámara de los Comunes, por 322 votos a favor y 306 en contra, ha aprobado una enmienda que obliga al primer ministro a pedir una nueva prórroga a la UE antes de la medianoche de este sábado. El texto recibió el apoyo de la oposición -laboristas, liberaldemócratas, independentistas escoceses- y también de varios conservadores independientes expulsados recientemente del partido del primer ministro.
El diputado Oliver Letwin, hoy fuera del partido conservador después de que votara a favor del mandato parlamentario que obligó a Johnson a pedir una prórroga a la UE si no lograba un acuerdo, ha conseguido introducir a última hora en el debate una enmienda explosiva. En simples términos, pone en suspenso la aprobación del nuevo pacto con Bruselas hasta que los diputados tengan tiempo de debatir y votar los términos legales del nuevo tratado.
Consecuentemente, la enmienda obliga a Johnson a cumplir con un anterior mandato parlamentario, la llamada “ley Benn”, que le obliga a pedir una nueva extensión de la fecha de salida de la UE, prevista para el 31 de octubre, si el Parlamento no ha aprobado su nuevo acuerdo. La fecha límite establecida en la ley Benn es el 19 de octubre, es decir, este mismo sábado.
Tras la aprobación de la enmienda Letwin, Downing Street ha optado por suspender la votación del acuerdo del Brexit. Los siguientes pasos, en principio, son confusos y conflictivos. Johnson está obligado por la ley Benn a enviar una carta a Bruselas en la que pida un nuevo retraso.
“No pienso negociar una nueva extensión, porque la ley no me obliga a ello”, ha dicho de forma ambigua el primer ministro, “y diré a mis colegas comunitarios que pretendo sacar adelante el acuerdo del Brexit antes del 31 de octubre”. No ha aclarado sin embargo si enviará durante este sábado algún tipo de carta a Bruselas. Sí ha asegurado que a partir de la próxima semana agilizará los trámites en el Parlamento para impulsar su acuerdo y tratar de aprobarlo en tiempo y forma antes del día 31.
“Estoy convencido del ardiente deseo que los diputados y la ciudadanía tienen de concluir de una vez por todas con la discusión del Brexit y llevarlo a cabo. Cualquier nuevo retraso será inútil, costoso y solo servirá para erosionar aún más la confianza de la gente en los políticos”, ha avisado Johnson en su intervención. El primer ministro ha advertido a la Cámara de que se ha llegado hasta el límite en las concesiones arrancadas a Bruselas y que los 27 “no tienen ningún apetito” en seguir arrastrando este asunto ni un minuto más.
Bruselas, por su parte, se mantiene en compás de espera y no se ha pronunciado de forma contundente con respecto a lo que haría en caso de peticiñ´ón de prórroga.
El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, anunció que los laboristas votarían en contra del acuerdo. “Es un pacto aún peor que el que se negoció previamente, que fue rechazado tres veces por esta Cámara. Pone en riesgo los derechos de los trabajadores británicos, la protección medioambiental y hasta nuestro Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas inglesas)”. Corbyn no deja de sugerir en las últimas semanas que, una vez aprobado el Brexit, el Gobierno conservador permitirá que las aseguradoras de salud estadounidenses metan mano en la sanidad pública del Reino Unido, después de que Donald Trump dijera, en su reciente visita de Estado, que todo estaría sobre la mesa en la negociación de un futuro acuerdo comercial.
El debate se ha prolongado hasta bien entrada esta tarde. La enmienda Letwin ha sido el primer texto sometido a votación. Detrás de esta nueva maniobra yace la sospecha de que los euroescépticos conservadores pueden darle al primer ministro su deseada victoria y respaldar el acuerdo, pero maniobrar en los días siguientes para frustrar la aprobación definitiva del tratado con la UE. La votación de este sábado es simbólica. Solo cuando Westminster dé su visto bueno al texto legal, el proceso se habrá completado. La oposición teme que, si esa segunda fase fracasa, el Reino Unido acabará de todos modos abandonando la UE sin ningún tipo de acuerdo el 31 de octubre.
Decenas de miles de ciudadanos se están manifestando este sábado ante el Parlamento para exigir un segundo referéndum. La manifestación añade tensión a una de las jornadas políticas más relevantes vividas por el Reino Unido en los últimos años.