Seis regiones del centro de Chile donde se concentra cerca del 80% de la población enfrentan una crisis hídrica sin precedentes, al menos desde que existen registros. La falta de agua es evidente para cualquiera. Quien acostumbra a viajar en avión a Santiago se da cuenta de que el desierto parece haber avanzado desde el norte hacia la capital. Los ciudadanos lo comentan en las redes. Bárbara Fuentes, académica chilena, subió hace un par de semanas a Instagram la fotografía de uno de sus hijos tomada el 22 de septiembre de 2013 y otra idéntica del 22 de septiembre de 2019. El cerro de la zona de Chicureo, en la Región Metropolitana, en seis años dejó de tener pasto verde en primavera y solo luce tierra y espinos semimuertos.
Cuando el país está entrando en los meses de calor, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha definido esta sequía como “un terremoto silencioso”. Se calculan al menos 10.000 animales muertos por la falta de agua entre las seis regiones especialmente afectadas: de norte a sur, Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Maule. Las autoridades han promulgado 14 decretos de escasez hídrica para 126 comunas del país –de las 346 que existen en Chile– y seis declaraciones de emergencia agrícola que afectan a 119 municipios. En Coquimbo y Valparaíso —la región donde nació la poeta Gabriela Mistral y la del famoso puerto, respectivamente— se declaró zona de catástrofe.
“Tenemos una sequía muy profunda, como no habíamos tenido antes, que causa problemas y nos preocupa”, indica el ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, líder de la Mesa Nacional del Agua, una instancia presentada este miércoles por el Gobierno chileno para hacer frente a la crisis. De acuerdo con Moreno, “en lo inmediato es necesario ayudar a los dañados —las zonas rurales, el pequeño campesino—, pero en el mediano y largo plazo debemos tener las obras necesarias para el nuevo nivel de agua”. “Este desafío es similar al de reconstruir el país luego de un terremoto”, reflexiona.
Esta megasequía, como se le llama, se explica por varias razones. “Es una especie de tormenta perfecta”, señala el ingeniero Rodrigo Fuster, académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile. De partida, por el clima: “Parte importante de Chile ha estado experimentando niveles de precipitaciones por debajo de lo normal por 11 años consecutivos. Históricamente, desde que hay registros, no había ocurrido”, indica Fuster.
De acuerdo con el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, esta megasequía en un tercio puede atribuirse al cambio climático de origen antropocéntrico. “Independientemente de la variabilidad climática -que el próximo año sea lluvioso, por ejemplo, y nos olvidemos de la sequía inmediata- el fenómeno del calentamiento marca una tendencia en Chile central”, explica Fuster. Como las temperaturas medias son mayores y las pocas precipitaciones se acumulan en Los Andes a mayor altura que antes, resulta inevitable pensar que Chile tendrá menor capacidad hídrica en los ríos que dependen del derretimiento de nieve en la cordillera. Hace una semana, la Dirección General de Aguas (DGA) publicó su informe anual de pronósticos de caudales para la temporada de riego, de septiembre a marzo de 2020: “Es de los más bajos de la historia”, indica el ingeniero.
La región de Atacama, en el norte, presenta un déficit del 99% respecto al promedio histórico de precipitaciones, entre 1981 y 2010. Los grandes embalses tienen poca acumulación: el Yeso, en la capital chilena, está a un 50% de su capacidad.
La privatización del agua
La Administración pública de Chile parece no ser suficiente para enfrentar la sequía, considerando que se trata de unos de los países del planeta con el mercado del agua menos regulado. “Que el derecho de aprovechamiento de agua sea privado va de la mano con que el Estado tiene pocas atribuciones para tomar decisiones sobre su gestión”, explica Fuster. Para el diputado Diego Ibáñez, representante de un distrito de la región de Valparaíso especialmente golpeado por la crisis hídrica, “el Estado no se hace cargo de la estructura de desigualdad anidada en el Código de Aguas chileno, que se remonta a la dictadura de Pinochet y privatizó el bien común”. “Actualmente, quien tiene mayor capacidad de pagos de derechos de agua controla la cuenca. La naturaleza en Chile se organiza como una sociedad anónima”, señala el parlamentario de oposición.
Ibáñez relata lo que observa en los lugares que representa: “En estos momentos, hay una muerte masiva de miles de animales —de ganado caprino, bovino— en Cabildo, Alicahue, Putaendo, Santa María, Calle Larga y, por lo tanto, una migración de gente de las zonas rurales más pobres hacia otros lugares donde esperan tener mejores condiciones de vida”.
Hace algunas semanas, el Gobierno chileno puso en marcha un plan de emergencia para este 2019 y 2020. Busca procurar el abastecimiento de agua potable urbana y rural, tanto para el consumo humano como para la agricultura. En un país como Chile, donde casi 1,5 millones de personas residen en una vivienda sin agua potable —lo que equivale a cerca de un 8% de la población—, el plan contempla el refuerzo de los camiones aljibe destinados a abastecer los sistemas de agua potable rural. Recién entrando a la primavera-verano, se pronostican meses complejos para buena parte del país, especialmente para quienes no viven en las grandes ciudades y tienen menores recursos.
El presidente Piñera busca llegar con avances concretos a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en Chile en diciembre, la COP25. Pero parece un reto complejo: diversos informes internacionales han alertado sobre la situación en que se encuentra Chile. En el ranking mundial de estrés hídrico de Instituto Mundial de Recursos difundido en agosto, por ejemplo, se identifican los 17 países con riesgo extremadamente alto de carencia de agua, como Qatar, Israel, Irán. En el lugar 18 aparece Chile, ubicándose entre los que tienen alto riesgo, pero rozando el grupo de mayor gravedad. El otro país de Latinoamérica que aparece es México, que se ubica en el lugar