Nueva York se paró seis veces este miércoles con un minuto de silencio —una pausa por cada momento clave— para conmemorar los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas. Durante la ceremonia a los pies de la Torre de la Libertad se leyeron los nombres de las 2.983 víctimas mortales. Esa es la tradición desde hace años. Pero casi dos décadas después del ataque, la cifra de fallecidos sigue creciendo en la ciudad de los rascacielos.
La ceremonia de este año fue la primera que incluyó un acto dedicado a los bomberos, policías y otros agentes que participaron en las labores de rescate y que murieron después del 11-S por enfermedades provocadas por las partículas tóxicas que se liberaron tras desplomarse los edificios. Sus nombres están recogidos en seis losas de granito, el mismo material que bordea las cascadas construidas en el lugar que ocupaban las torres.
“En el día más oscuro de nuestra ciudad”, recordó el alcalde Bill de Blasio, “miles de empleados respondieron a la llamada. No lo dudaron. Necesitamos estar ahí por sus familias, ahora y siempre”. Hasta la fecha, se contabilizan más de 440 fallecidos entre el personal de emergencias por partículas tóxicas, entre ellos 202 bomberos —otros 343 murieron durante el ataque— y 241 policías —frente a los 23 que perdieron su vida en el World Trade Center—.
Richard Driscoll se convirtió el pasado mes de julio en el bombero número 200 que perdió la vida por enfermedades relacionadas con el 11-S. Sirvió al cuerpo durante tres décadas, antes de retirarse en 2002. Kevin Nolan también falleció el pasado verano. Ambos no dudaron en acudir al lugar del atentado desde Harlem y el Bronx para participar en las labores de rescate. Ahí se quedaron hasta el final.
“Sigue siendo inconcebible que ahora, 18 años después, sigamos perdiendo a personas queridas”, lamentaba el jefe de la FDNY (el servicio de bomberos de Nueva York), Daniel Nigro, durante una ceremonia celebrada el pasado viernes para recordar a los 22 agentes que murieron el último año.