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PEDRO PAZ SOLDÁN Y UNANUE (Juan de Arona)

Publicado el 29/05/19

Hijo de Pedro Paz Soldán y de Francisca Unanue, y nieto del prócer Hipólito Unanue, Pedro Manuel Nicolás Paz Soldán y Unanue nació el 29 de mayo de 1839. Fue poeta, literato y periodista peruano y fundador de la lexicografía peruana con su Diccionario de peruanismos. También fue diplomático e historiador, así como traductor de Virgilio y Lucrecio y profesor de literatura y de griego en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

El seudónimo de Juan de Arona lo tomó del nombre de la hacienda azucarera que heredó de su abuelo materno Hipólito Unanue, San Juan de Arona, en el valle de Cañete.

Sus primeros estudios los realizó en un colegio selecto, el convictorio carolino,  pero las convulsiones políticas de aquellos años hicieron que la familia se trasladase a Cañete, donde permaneció hasta que a los 18 años residió un año entero en la ciudad de Valparaíso, para embarcarse, en abril de 1859, para Europa. En España tuvo su primer contacto con la Real Academia Española.

Luego viajó a Francia e Italia, desde donde partió hacia Egipto, para visitar Alejandría y El Cairo, y luego Damasco y Estambul hasta regresar pasando por Grecia a Italia y Francia,. Regresó nuevamente al Perú a inicios de 1863, año en que publica en París, su primer libro de poemas: “Ruinas”.

En 1860, en Londres, comenzó a concebir su obra más lograda y representativa: Diccionario de peruanismos, excelente aporte lexicográfico. “Entiendo por término peruano o peruanismo no sólo aquellas voces que realmente lo son, por ser derivadas del quechua o corrompidas del español, o inventadas por los criollos con el auxilio de la lengua castellana, sino también aquellas que, aunque muy castizas, aluden a objetos o costumbres tan generales entre nosotros y tan poco comunes en España que nos las podemos apropiar y llamarlas peruanismos como si no estuvieran en el Diccionario de la Academia Española”, señala Arona en el sus Cuadros y episodios peruanos. El libro, sin embargo, recién se publicó en 1882.

Pedro Paz Soldán y Unanue falleció el 5 de enero de 1895.

Bibliografía
• Ruinas. Paris, 1863.
• Cuadros y episodios peruanos. Lima, Imprenta de M. Noriega, 1867.
• El intrigante castigado. Comedia de costumbres. Original y en verso, escrita en dos actos, Lima, 1867.
• Los Médanos. Poema pentasílabo. Lima, 1869. Segunda edición en 1883.
• Más, menos, y ni más ni menos. Juguete cómico en un acto y en verso. Lima, 1970.
• La Matrona de Éfeso. Lima, 1872.
• Los Rotonautas. Lima, 1880.
• Páginas diplomáticas del Perú. Lima, 1891. Edición y selección de Estuardo Núñez. Lima, Academia Diplomática del Perú, 1968.
• Diccionario de peruanismos. Buenos Aires, 1882 – Lima, 1883. Edición de Estuardo Núñez, Lima, Peisa, 1974 (facsímil de la edición de Ventura García Calderón de 1937).
• Vivir es defenderse. Dificultades de Basilio a través de la vida limeña y Diario de un pensador. Lima, 1884.
• Sonetos y chispazos. Lima, 1885.
• La inmigración en el Perú (1891), Academia Diplomática del Perú, Lima, 1971.
• Memorias de un viajero peruano: apuntes y recuerdos de Europa y Oriente (1859-1863). Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 1971.
• Poesías completas. Edición de Estuardo Núñez. Lima, Academia Peruana de la Lengua, 1976.

POEMA ESCOGIDO

LOS POETAS

¡Vive Dios! ¿Qué estos poetas
que con acento fúnebre y sentido
en todas sus octavas y cuartetas
nos hablan siempre de su “bien perdido?”
¡Pobrecitos! para ellos incompletas
son las dichas del mundo fementido,
y aunque no hayan cumplido quince años
ya han tragado un millón de desengaños.

Uno, al quejarse de suerte, dice
que tiene el corazón hecho pedazos,
que en el mundo no hay se más infeliz,
que el dolor lo estrangula con sus lazos;
a las mujeres sin piedad maldice,
las mira con horror, porque en sus brazos
no halla del bien el manantial fecundo
sino un placer fugaz y nauseabundo.

El otro a quien el día le importuna
porque hiere su párpado doliente,
cuando en el cielo la”plateada luna”
muestra su blanco disco refulgente,
con triste faz, sin compañía alguna,
se va al bosque, y al borde de una fuente
vertiendo a mares gruesos lagrimones
llora por sus difuntas ilusiones.

Entre tanto los dulces “cefirillos”
recogen compasivos sus clamores;
y allá…. en los silenciosos “bosquecillos”
despertando a su vos los ruiseñores,
e unión de los tiernos jilguerillos
cantan para aliviar sus sinsabores,
mientras del sol las lumbres enojosas
asoman entre nubes vaporosas.

Otro pobre poeta furibundo
al ver la estupidez y el egoísmo
e este engañoso y miserable mundo
donde sólo halla “vil positivismo”,
con acento angustiado y gemebundo
ruega al señor que envíe un cataclismo,
que el universo estúpido destruya,
y al caos otra vez restituya.

Ya el uno en metros diversos
escribe quinientos versos,
anunciando a los mortales
que son las hembras fatales,
y los varones perversos.

Ya otro maldice a su estrella,
porque en su ansiedad cruel
sueña con la imagen bella
de la gloria, mientras que ella
no quiere soñar con él.

Otro poeta menguado
que tres meses se ha tardado
en una composición,
la pública apresurado
poniendo: “improvisación”.

El uno compone un drama,
yendo de la gloria en pos,
en el que una triste dama
a cada momento exclama:
¡dios mío! ¡cielos! ¡gran dios!

Si en él se arrancan los pelos
LAS DAMAS HORRIPILADAS,
Y SI BRAMANDO DE CELOS
ARMAN LOS GALANES DUELOS
O SE DAN DE PUÑALADAS,

Al concluir cada acto
dirá, aplaudiendo violento
el público estupefacto:
“¡Qué tacto de autor, qué tacto!
¿Qué maestría!…. ¡Es un portento!”

Infelices trovadores
que siempre estáis en amores
con mujeres que no existen,
vuestro mal, vuestros dolores,
respondedme, ¿en qué consisten?

Ya no hay una poesía
donde no halle las vulgares
frases: Mi melancolía,
mis lágrimas, mi agonía,
mis incurables pesares…..

Ninguna cosa divierte
ninguna mujer os gusta,
y sólo amáis a la muerte
siempre es malévola, injusta.

Con vivo afán, con ansiedad notoria,
sin abrigar del genio los destellos,
por dejar en el mundo una memoria
es empeñan, aunque en balde, muchos de ellos.

Y corren a galope tras la gloria,
y la quieren coger por los cabellos,
mas la deidad esquiva se retira,
y desde lejos con desdén los mira.

Y así a pesar de su anhelo
muchos a un palmo del suelo
sólo se pueden alzar;
y otros con rápido cuelo
se elevan hasta tocar,

las bóvedas inmortales
por la sencilla razón que unos “golondrinas” son,
y otras “águilas reales”.



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