The Dead Don’t Die: los muertos no mueren. Tras los vampiros de Only Lovers Left Alive en 2013, Jim Jarmusch se regodea en su nueva temática mortuaria, presentada en Competición y en la inauguración del 72º Festival de Cannes. Un decimotercer largometraje nacido bajo un cielo fantástico para este gran realizador polivalente, Prix de la Caméra d’or en 1984 con Stranger than Paradise, Palme d’or del cortometraje en 1993 con Coffee and Cigarettes y Grand Prix con Broken Flowers en 2005.
¡Un reparto para despertar a los muertos! En Centerville, los muertos emergen de sus tumbas bajo los rasgos putrefactos de Iggy Pop, de Sara Driver o de Tom Waits. Rodeado por un equipo perfectamente fantasmagórico, Jim Jarmusch se adentra con The Dead Don’t Die en la comedia de terror, un género no explorado hasta ahora por el director. Para hacerlo, se rodea de Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Dany Glover, RZA, líder del Wu-Tang Clan y autor de la banda sonora original de Ghost Dog (1999), Bill Murray, antihéroe vertiginoso de Broken Flowers, Tilda Swinton, gracioso vampiro rock de Only Lovers Left Alive, Iggy Pop, estrella punk de Gimme Danger en 2016, Adam Driver, conductor de autobús poeta de Paterson, en Competición el mismo año, o incluso Sara Driver, compañera del director y cineasta respetada (Basquiat, 2018).
Del estilo neowestern de Dead Man (1995) al samurai de Ghost Dog (1999), Jim Jarmusch explora los géneros y revisita las referencias (en este caso, La noche de los muertos vivientes de George Romero) y es con una vena cómica deliberada que rinde homenaje esta vez al séptimo arte tocando el tema de los zombis: todo vale para acabar con los renacidos de esta apacible aldea, y la improbable pareja de policías formada por Adam Driver y Bill Murray será la encargada de este feo asunto. «Es normal que Jim Jarmusch se interese por el mundo invisible e inmortal» declaró Tilda Swinton en 2013 tras la proyección de Only Lovers Left Alive. «Esto acabará mal» ha advertido este año Ronald Peterson (Adam Driver).