Lima, abr. 8
El comportamiento de la vida en el fondo marino, el desplazamiento geológico y las corrientes submarinas en la Antártida son algunas de las investigaciones que han emprendido los tripulantes y científicos que viajaron hace poco al continente helado a bordo del buque científico de la Marina Peruana, BAP Carrasco.
El capitán de navío Rafael Benavente, comandante de esta nave con capacidad polar de última generación, explicó que los tripulantes del Carrasco y los científicos del Instituto del Mar (Imarpe) trabajaron de manera coordinada durante 22 días en las profundidades del mar Antártico.
“Nosotros nos hemos orientado a la investigación de la oceanografía física, química y biológica. Por ejemplo, en la parte biológica hemos analizado todo lo que es el Krill (crustáceo) y las comunidades bentónicas (que viven en el fondo marino), es decir todo lo que hay en el fondo del mar en esa zona”, explicó Benavente en declaraciones a la Agencia Andina.
Asimismo, se analizaron patrones de circulación oceánicas en la ensenada Mackellar, en la bahía del Almirantazgo y en la isla Elefante, así como en el estrecho de Bransfield, en la Antártida, a fin de establecer comportamientos que puedan ser aprovechados.
Gracias al uso de modernos equipos, además, se han desarrollado minuciosos estudios submarinos de contaminación de seres vivos a causa de plásticos en el océano.
Manifestó que los resultados de estas investigaciones son de gran importancia e interés para las autoridades y la población en el Perú, teniendo en cuenta que cualquier cambio o modificación geológica o biológica ocurrida en la Antártida repercutirá finalmente en las costas peruanas.
“Porque hay una componente océano atmosférico íntimamente ligado. Lo que afecte a la Antártida afecta al final nuestras costas a través de la corriente de Humboldt”, aseveró Benavente.
El viaje a bordo del BAP Carrasco demandó 100 días. Incluyó el arribo a tres puertos en Chile y Argentina, así como a la base Machu Picchu en la Antártida, que actualmente es administrada por el Ejército Peruano.
“Fueron científicos del Imarpe, del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), así como de universidades públicas y privadas. Ellos realizaron una serie de investigaciones. Pero lo que corresponde al BAP Carrasco, nosotros nos hemos orientado a la investigación de la oceanografía física, química y biológica de la zona”, subrayó.
Benavente explicó que los resultados de todas las investigaciones realizadas en este viaje, que culminó el pasado 17 de marzo, serán entregados en sendos informes al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.
Equipamiento
Destacó que la tripulación del BAP Carrasco utilizó un vehículo autónomo sumergible (ROV), que le permitió hacer filmaciones del fondo marino, a fin de establecer patrones del comportamiento de la vida en el fondo del mar.
“Lo hemos desplegado a 800 metros bajo el mar. Se ha portado de manera eficiente, hemos tenido imágenes y videos, se han podido tomar muestras y ver la vida marina a esa profundidad con detalle”, indicó.
Igualmente se utilizó piston corer, que puede penetrar hasta 18 metros dentro del fondo marino para realizar estudios de geología marina, tener muestras de toda la estratigrafía y conocer los tipos de suelos en esa zona de la Antártida.
También se utilizó una roseta oceanográfica que mide las condiciones, los parámetros físicos del mar, temperatura, conductividad, salinidad.
Benavente dijo que las características tecnológicas del BAP Carrasco, que lo convierten en una nave ecológicamente limpia y con características polares, jugaron un papel muy importante en los trabajos de investigación.
“El Carrasco es un buque clean, limpio, que tiene poco impacto en el medio ambiente marino, es un buque silencioso que cuenta con equipos acústicos que están orientados a tener un menor impacto en las especies que hay bajo el mar. Está bastante suavizado para tener ese menor impacto”, subrayó.
El más moderno de América Latina
Construido en un astillero de Vigo, en España, con una inversión de 305 millones de soles, el BAP Carrasco fue entregado al Perú en marzo del 2017. Cuenta con 38 camarotes y 7 laboratorios que permitieron a sus 70 tripulantes y 40 investigadores navegar con todas las comodidades y herramientas para realizar su trabajo.
Este buque puede navegar hasta 51 días seguidos sin necesidad de reabastecerse de agua o alimentos y puede alcanzar una velocidad máxima de 16 nudos.
Además, tiene dos minisubmarinos para investigación, un helicóptero que apoyo en las labores de investigación, así como de evacuación aeromédica y botes salvavidas para casos de emergencia.
“Tenemos un sistema de ósmosis inversa que convierte el agua de mar en agua dulce. Son dos plantas con una producción de 24 toneladas de agua potable. Esto nos permite tener agua corrida todo el tiempo. Además, es un buque que está climatizado y donde no se siente el frío de la Antártida”, recalcó.