Considerado uno de los mejores compositores de música criolla, Manuel Abraham Acosta Ojeda nació en Lima el 16 de marzo de 1931. Hijo de don Alejandro Acosta (arequipeño) y doña María Ojeda (Moqueguana), hizo sus estudios primarios en el Centro Escolar N° 446 en Miraflores en 1937, y en el Colegio Salesiano de Breña entre 1938 a 1942, y su estudios secundarios entre 1943 a 1947 en el Colegio José María Eguren de Barranco.
Desde temprana edad empezó a componer e interpretar música criolla. En 1946 conoció al músico y compositor Carlos Hayre, quien le pidió que le pusiera letra a una melodía de su inspiración. Así nacen canciones como “Tu Vida Siempre”, “Odios y Sombra”, Ya se Muere la Tarde”, y otras más.
Formó parte de diversos grupos criollos, como el Trío Surquillo de 1948 a 1950, y el dúo Los Dones desde 1951 a 1954. En este último año e trío Los Chamas interpretó su vals “En un atardecer” y, posteriormente, el vals que lo consagró “Madre”. “Un compositor no busca el aplauso ni la venta, sino que trata de expresar lo que siente. Por eso el tema tuvo acogida y hasta ahora se canta”, señala.
“No trabajo para recibir premios porque en nuestro país a los compositores nos daña la discriminación. En este caso, acepté el importante reconocimiento porque las personas que me acompañaron en la triada son más importantes que yo y los considero mis profesores”, afirma.
Manuel Acosta Ojeda también es autor de los clásicos “Si tú me quisieras”, “Puedes irte”, “Cariño” y “Rumor de Manantiales”.
SELECCIÓN DE VALSES
CARIÑO
Dios me ha libertado del tiempo y del dolor
he pagado mi vida con sangre y juventud;
y ahora que estoy libre para ofrecerme a ti,
sin pedirle permiso te hice esta canción así
Cariño, yo quiero llevarte
a un lugar que sólo conozco yo.
Cariño, allí no hay destino,
ni llega el ladrido de la sociedad.
Cariño, allí soy el dueño,
es la única parte en que no manda Dios.
Cariño, allí no hay tristeza,
ni miedo, ni envidia, ese lugar… soy yo
DULCE AGONÍA
Un latido es un paso hacia la fosa
y en cada beso se nos va la vida.
Buscamos los placeres sin medida
y el cuerpo sufre cuando el alma goza.
Cada querer liba, cual mariposa,
de nuestros labios la miel escondida.
Nos va matando y nos es querida
esa agonía lenta, silenciosa.
Cada copa que alivia nuestra pena
y nos hace reír por un momento.
¡Destroza nuestro ser, nos envenena!
Mas, quita de las bocas el lamento.
Y que importa mañana la condena.
Si estuvo un rato, el corazón contento!
CANCIÓN DE FE
Yo creo que algún día
la espina se hará rosa
y se hará luz la duda
y el hambre se hará pan.
Yo creo que algún día
se morirá la muerte
y será la moneda
de amor y de verdad.
Ese día el hombre
será de color alma
y el odio arrepentido
querrá volverse amor.
Los niños tendrán risa,
los hombres tendrán paz;
Dios se volverá hombre
y así se quedará.
PARA QUE REINE EL AMOR
Para que reine el amor,
en un mundo de delicias.
Hay que matar al dolor,
que causan las injusticias.
Para que sean dichosos,
tu corazón con el mío;
que no halla niños llorosos,
ni ancianos muertos de frío.
Para que pronto amanezca,
la aurora de la justicia;
que pronto desaparezca,
la maldad y la codicia.
Y para que sea feliz,
por siempre la humanidad;
que florezca la raíz,
de la solidaridad