El poeta peruano Jorge Pimentel Vásquez nació en Lima, el 11 de diciembre de 1944. Es hijo mayor del matrimonio de Enrique Pimentel Otero y Victoria Vásquez Cubas. Fundó, junto a Juan Ramírez Ruiz, el movimiento denominado Hora Zero en 1970.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio italiano Antonio Raimondi y, en 1965, ingresó a la Universidad Nacional Federico Villarreal para estudiar letras y literatura.
En 1970 redactó, junto a Juan Ramírez Ruiz, el manifiesto “Palabras urgentes”, en el cual realizan una crítica feroz contra el sistema político imperante: “Hemos nacido en el Perú, país latinoamericano, subdesarrollado, hemos encontrado ágiles ruinas, valores enclenques, una incertidumbre fabulosa y la mierda extendiéndose vertiginosamente”; así como también contra el imperialismo norteamericano: “De un lado los jaleos políticos, domésticos, con sus líderes torpes e ignorantes y de otro lado la sucia y poderosa mano del imperialismo norteamericano manejando a estos y desquiciando la voluntad de un pueblo”. El grupo comparte plenamente los postulados del marxismo-leninismo y celebra la revolución cubana.
No menos drástica es su posición respecto a la poesía en el Perú: “…después de Vallejo sólo ha sido un hábil remedo, trasplante de otras literaturas. Sin embargo es necesario decir que en muchos casos los viejos poetas acompañaron la danza de los monigotes ocasionales, escribiendo literatura de toda laya para el consumo de una espantosa clientela de cretinos”. Frente a esta situación, Hora Zero postula una poesía más próxima a la realidad del Perú: “No queremos que escape nada a nuestro trayecto de hombres momentáneos en la vida. Todo lo que late y se agita tiene derecho al rastro. No queremos que se pierda nada de lo vivo. Proponemos una poesía “fresca”, que se enfrente con nosotros”. Hora Zero tuvo gran repercusión en los medios de comunicación y ganó muchos seguidores en provincias (Pucallpa, Iquitos, Chiclayo, Chimbote, Huancayo, Callao).
En diciembre de 1970 Pimentel publicó su primer libro, Kenacort y Valium 10. Ese mismo año sostuvo un duelo poético con Antonio Cisneros, pues, según los representantes de Hora Zero, éste se había expresado mal del movimiento.
El enfrentamiento se realizó en un recital en el cual estuvieron presentes Chabuca Granda y José Miguel Oviedo, entre otros intelectuales y artistas. Al final, un amigo le disparó con una pistola de fogueo; Jorge simuló como si hubiese sido herido mortalmente. Se trataba de una pantomima previamente acordada.
En 1972 viajó a España donde permaneció dos años. Un año después publicó Ave Soul, libro que incluye Balada para un Caballo, posiblemente su mejor poema.
Luego de dos años en España, retornó al Perú con el objetivo de seguir liderando Hora Zero. Ramírez Ruiz ya se había marchado del grupo y en 1973 Hora Zero se había desintegrado. Tres años después Jorge Pimentel con Tulio Mora relanzan Hora Zero.
En 1973 Jorge Pimentel lanzó el poemario Palomino, que incluye como colofón el texto Confesión Aparte, ensayo acompañado de fotografías del Carlos “Chino” Domínguez. Y en 1992 publicó Tromba de agosto, sobre el cual el connotado escritor chileno dice: “En Tromba de Agosto Pimentel parte de Vallejo (en Ave Soul el punto de partida era la cultura) y llega a una zona oscura en donde intuimos se agitan bultos que son seres humanos. Esos seres humanos en Ave Soul hablaban, explicaban sus historias de folletín, a veces incluso danzaban. En Tromba de Agosto simplemente están allí, como figuras de un mural gigantesco, y lo único que nos comunican es el horror.”
Sus últimos dos poemarios son: Primera muchacha, editado en 1997, y En el Hocico de la Niebla, publicado en el 2007.
“La poesía de Pimentel es vitalista, callejera, áspera, dura. Una porción de ella es repetitiva y mejorable, pero tiene un núcleo central, fulgurante, de enorme calidad que en sus mejores poemas hace olvidar los modelos que se le han invocado, la poesía de los beatniks, la de Whitman, y en nuestro medio, la de Antonio Cisneros, precisamente uno de los blancos favoritos de Pimentel y sus amigos”, comenta el poeta y crítico Marco Martos.
POEMAS ESCOGIDOS
BALADA PARA UN CABALLO
Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan
por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles. Troto y todo el mundo trata
de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase
de trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres
arman expediciones para darme caza armados de perros policías
y con linternas, y cuando esto sucede mis venas se hinchan
y parto a la carrera a una velocidad jamás igualada
por los hombres, vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas aparecen ante mis ojos. Y vuelo
y vuelo. Mis extremidades delanteras ejercen presión
sobre las traseras y paralelamente y aun mismo ritmo
antes de asentase en el polvo retumban en la tierra.
Relincho. Y mi cuerpo va tomando una hermosísima elasticidad
me crecen pelos en el pecho y es un pasto rumoroso
el que se ondea y es una música y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo. Atrás
van quedando millares de kilómetros y sigo libre. Libre
en estos bosques dormidos que despierto con el sonido
de mis cascos. Piso la mala hierba y riego mis orines
calientes, hirviendo en una como especie de arenilla.
Descanso a mis anchas, bebo el agua de los ríos, muerdo hierba
tallos, rumio. Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola
espantando a los mosquitos. Los guardacaballos vigilan
desde la copa de los árboles. Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los cerros
que me resguarden de las tormentas. Yo observo la lluvia
desde mi cueva. Cae la lluvia y todo lo moja. Con este tiempo
suelo galopar poco cuidándome de un desgarramiento.
Muchas veces me siento solo y llego hasta los helechos
de los ríos para pensar muy dulce en ti muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna yegua
que llegó a correr en pareja conmigo. A veces los niños
que vagan sueltos por las campiñas mientras sus padres
realizan tareas de recolección o labranza me montan a pelo
y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años,
aumentándolos. De ellos sí recibo algún trozo de azúcar.
En el verano el sol se pone rojo y se hace presente con su alegría
y los habitantes de los bosques y campos suelen saludarme
con el sombrero y con la mano. Yo les contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo invade
suelo dar galopes hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad.
Allí donde ni un sueño se revela me hago realidad
me hago realidad en esos ojos que están cansados
de ver las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida
se enciende y mis cascos recogen la hermosura de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones
de mar de cielo de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra
se difunde con la noche se propaga se manifiesta.
Y toda la noche he ido creciendo. Y crecía y crecía
aún más aún más ¿hasta dónde crecerás?
¿No tienes miedo? No, contesté. Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas
de caballos ahuyentados y en busca de nuevos campos.
Recuerdo que logré darles alcance y me contaron
que lograron salvarse de una cacería emprendida
contra ellos para mandarlos a vivir a un potrero
y que luego de ser sometidos al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos
a correr distancias de 1,000, 2,500, 5,000 mts.
y no eres libre de correr sino que te dopan te colocan
descargas eléctricas, te manosean, te latigan
con una fusta despellejándote. Y así durante
un buen tiempo mientras ves acumuladas alforjas
de oro y plata. Hasta que llegue el momento de ser
sometido a la reproducción arrinconándote a una yegua
a la vista y paciencia de todos, sin intimidad
en una mañana de tinieblas y poca luz y luego
te separarán de tu yegua y potranco y pasarás
tus años inmisericorde como padrillo viejo y cuando
manques te dispararán un balazo en la sien. Ya
había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida y me dijeron que probablemente
para el invierno pasarían por aquí para ir más
al norte. Y se alejaron a la carrera. Yo sabía
lo que le sucede a un caballo en la ciudad. Y
por ello me mantengo alejado de ella. Pero a veces
me interno y sucede lo que tiene que suceder. Pero si yo
me rebelo y persisto y amo terriblemente mis posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen odios, prefijo ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas ganas
inmensas de vivir y me uniré a las manadas para galopar
hacia la vida, para mantenernos unidos y vencer,
para no estar solos, para volvernos verdes-azules-amarillos
anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí
y de mi yegua
y de mi potranco.
(De Ave soul)
MUERTE NATURAL
Me estoy muriendo mordí el anzuelo, caí en las trampas
estúpidamente, y ahora me contradigo con facilidad,
me extravío, me pierdo, y con la luz de un lamparín
cruzo puentes rústicos donde nadie me espera,
donde no hay lugar preciso para mi cara que ya dejó
de ser columpio o lecho de fresas.
Me estoy muriendo, mordí el anzuelo, caí en las trampas
al tratar de entender lo que pasaba
al tratar de medir el alcance del engaño, la crueldad servida,
masivamente, matanzas que desbordaron los océanos
en montañas de cuerdos ofrendado como un sacrificio, como un rito
del que nunca participé, cuando nuestra inquietud
era otra o consistía en entender, si esas sombras dispuestas
al alba, eran para ser besadas, o simplemente para
observar su evolución en la forma cimbreante y espectacular
del relámpago.
Y todas fueron trampas a la larga mortales para nosotros,
sobre todo al tratar de explicarnos las siglas
que se multiplicaban como abanicos, como colas de pavo real.
ESSO ITT IPC GULF UNITED FRUIT SHELL
Adentrándonos en interrogaciones que nos llevaron a descubrir
al culpable de cuanto pudiera estar sucediéndonos.
Y fue como perdimos la nariz, los ojos y nos arrancaron las
extremidades, y perdimos las orejas, otros extraviaron
la risa en la mesa de las operaciones. A mi madre también la
persiguieron hasta que dieron con ella y nunca más
alcancé a verla claramente; la enclaustraron en una oficina.
Tengo noticias que a mi padre lo sacrificaron en una Cia.
de aguas gaseosas. Trabajó hasta su muerte, asta que
decidieron sacrificarlo amarrándole un tigre a la espalda
hasta que chille, y luego ardió y sus cenizas arañaron
las paredes de cualquier cantina repleta de aserrín, de discos
de Paul Anka y la Sonora Matancera, como una despedida
como un último brindis; y aquella fue la hora más solitaria del mundo.