La aclamada película Wiñaypacha del cineasta puneño, Oscar Catacora, que fue exhibida el año pasado en el 21° Festival de Cine de Lima, confirmó su estreno comercial el 19 de abril en las salas de cine del país.
A pesar de que su distribución a nivel nacional sería limitada, la cinta llegaría a las salas de Puno y Juliaca ya que es una película grabada al interior de la región altiplánica.
Como se sabe, la obra de Oscar Catacora, fue ganadora de proyectos de largometraje 2013 del Ministerio de Cultura, lo cual permitió su producción.
Hace algunos días Wiñaypacha ha sido exhibida en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) en México y meses atrás también llegó a otros festivales en países de Latinoamérica.
Sinopsis: Esta es la historia de Willka y Phaxsi, una pareja de ancianos de más de ochenta años que viven abandonados en un lugar remoto de los andes del Perú, a más de cinco mil metros de altura. Enfrentan la miseria y el inclemente paso del tiempo, rogando a sus dioses para que por fin llegue su único hijo a rescatarlos.
Óscar Catacora, cineasta autodidacta nacido en Puno, la región altiplánica del país, en la frontera con Bolivia, estrena Wiñaypacha (Eternidad), el primer largometraje peruano rodado íntegramente en aymara, y que cuenta la historia de una pareja de ancianos, abandonados por sus hijos, que viven añorando una visita y mantienen sus costumbres de religiosidad respetuosa con la naturaleza, a 5.000 metros de altura.
Para realizarla, el director del filme logró una subvención del Ministerio de Cultura en 2013, y esta semana recibió la noticia de que ganó por unanimidad el Premio de distribución que otorga anualmente la misma entidad. Con una financiación de 30.000 dólares, pretende proyectarla en dos ciudades de su región, subtitularla en quechua, y llevarla en un ciclo itinerante por el país. Pero antes, Catacora la proyectará por primera vez, en agosto, al público peruano y extranjero del Festival de Cine de Lima que inicia en un par de semanas.
Catacora, de 30 años de edad, explica que creció aprendiendo español, pero que cuando tenía seis o siete, sus padres acordaron mandarlo con sus abuelos para que aprendiera a hablar aymara. “Mi padre sobre todo no quería que aprenda, por ese estigma de que no es bueno para evitar que el niño tenga el mote (la forma de hablar español de un indígena). Pero mi madre sentía esa necesidad de que aprendiera. Convivir con mis abuelos fue etapa crucial en mi vida, en tres o cuatro meses empecé a comunicarme con mi abuela, al inicio era solo con señas. De regreso a casa, la primera vez, mi madre me dijo que había vuelto como un aymara”, recuerda.
“Al ganar el premio en 2013, mi compromiso fue filmar todo en el idioma nativo, en respuesta al Ministerio de Cultura, para agradecer que quede como un registro cultural e histórico-social de la cultura aymara, que es también de mi identidad”, añade el director.
El cineasta vivió con sus abuelos en las alturas de Acora, en la zona sur-central de Puno. “En la zona alta donde viví había bastantes nevados. Cuando escribí el guion de Wiñaypacha quería ese escenario muy parecido a mi historia, pero cuando fui al lugar para el scouting de locaciones, ya estaba todo descongelado, ya no había lo que había soñado”, señala por teléfono desde Puno.
CINEPLANET ALCÁZAR
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