El primer ministro de Irak, Haider al Abadi, ha proclamado este sábado la victoria sobre el Estado Islámico(ISIS), al recuperar las tropas iraquíes el control de la frontera con Siria. “Anuncio el fin de la guerra contra el Daesh”, ha dicho usando el acrónimo árabe del grupo. Es una gran noticia para Irak que en los últimos meses ha visto reducirse la violencia y el año próximo tiene previsto celebrar elecciones generales. No obstante, los militares se preparan para una nueva fase en la que temen que los irreductibles del grupo recurran a la guerra de guerrillas y los atentados.
“Nuestras valientes fuerzas armadas ya han asegurado el control de la frontera entre Irak y Siria en toda su extensión. Derrotamos al Daesh gracias a nuestra unión y sacrificio por la patria. Viva Irak y su pueblo”, ha tuiteado Al Abadi, tras dar la noticia ante una conferencia del sindicato de periodistas. Daesh es el acrónimo en árabe del ISIS, preferido por quienes lo combaten porque le niega la mención de “Estado Islámico” o califato, al que aspiraban sus ideólogos.
Poco antes, el jefe del mando conjunto de operaciones, el general Abdelamir Yarallah, había anunciado que el Ejército iraquí y las Unidades de Movilización Popular (milicias auxiliares) habían logrado liberar, con el apoyo de la aviación iraquí, la llanura de Al Yazira, entre las provincias de Nínive y Al Anbar. Las fuerzas iraquíes controlan por tanto los 435 kilómetros de frontera entre los pasos de Al Walid, al oeste, y Rabia, en el norte.
El ISIS logró hacerse con casi un tercio de Irak durante el verano de 2014, a partir de la base que estableció en Siria (a raíz de la guerra civil) y aprovechando el descontento de la comunidad árabe suní mayoritaria en el noroeste del país. Al mismo tiempo, su líder, Abu Bakr al Bagdadi, proclamó el califato sobre un territorio a caballo entre ambos países equivalente a la mitad de la península Ibérica y en el que vivían ocho millones de personas.
La reacción al desafío sin precedentes de ese grupo que mezclaba insurgencia y terrorismo bajo el estandarte de su peculiar yihad, llevó a formar una coalición internacional, bajo la batuta de EE. UU., que ha sido crucial en su derrota. Desde entonces, las fuerzas armadas iraquíes, reentrenadas por la coalición y con el apoyo de las milicias auxiliares (esencialmente chiíes y hoy integradas formalmente en el organigrama militar) han logrado recuperar el territorio perdido.
El triunfo anunciado ahora estaba cantado desde la caída de Mosul, el pasado julio, tras nueve meses de combates que dejaron la segunda ciudad de Irak prácticamente destruida. De forma paralela, en Siria, una alianza de fuerzas lideradas por los kurdos y con respaldo de EE. UU. se hizo con Raqa, la que fuera capital del califato, el pasado septiembre, y hace dos días el Ejército ruso declaró que había cumplido su misión de derrotar al ISIS.
La batalla sin embargo no ha concluido. Las fuerzas que han combatido al grupo en ambos países se esperan ahora una fase de guerra de guerrillas, táctica que ya ha utilizado antes. Los analistas advierten además de que el ISIS mantiene su capacidad de realizar atentados espectaculares desde la clandestinidad, tanto en Irak como en otros países. Hay informaciones de que parte de los yihadistas se han dispersado en las zonas rurales de Siria, mientras que otros habrían cruzado a Turquía. Pero tampoco hay que descartar la existencia de células durmientes dentro del propio Irak.
De hecho, si bien la naturaleza de la lucha va a cambiar, el Ejército ya ha anunciado que su intención de lanzar una operación en Wadi Hawran, un valle situado al oeste del río Éufrates y que se extiende hasta las fronteras con Arabia Saudí y Jordania. Al parecer, el ISIS mantiene en ese desierto pedregoso, con gargantas de hasta 200 metros de profundidad, escondites y depósitos de armas.