Y al cuarto día el papa Francisco llegará a Medellín. Lo hará después de tres días de homilías y mensajes en diversas ciudades de Colombia en los que ha defendido la paz y el perdón contra el odio, la venganza y la cizaña en un país que se enfrenta a una transición histórica: intentar dejar atrás más de medio siglo de guerra. En la gran misa que celebrará en el aeropuerto Olaya Herrera de la capital de Antioquia tendrá delante a más de un millón de devotos y al expresidente y senador Álvaro Uribe. Sentado en casa, en el bastión que ha erigido en contra del presidente Juan Manuel Santos, su enemigo político, al que no le perdona cuatro años de negociación con las FARC, la que hasta hace menos de un mes era la guerrilla armada más antigua de América Latina.
Uribe recibe al Papa desde la más estricta fe, pero con una carta donde le relata los que considera son los males de Colombia. El exmandatario aseguró en su cuenta de Twitter, su púlpito habitual, que dejaría a un lado los temas políticos durante la visita de Francisco al país. “Recibiremos con respeto y devoción a su Santidad Francisco, en los actos litúrgicos”. El deseo le duró poco. En la misiva la política es el tema central. “Su Santidad, nunca nos hemos opuesto a la paz, sin embargo, la impunidad total a los responsables de delitos atroces, su elegibilidad política, la autorización legal que han recibido para gastar dineros ilícitos en sus actividades políticas, y otros puntos, se constituyen en estímulos al delito”.
El aumento de los cultivos de coca, la injusticia a la que considera se va a someter a las Fuerzas Armadas con la instauración de la Justicia Especial para la Paz y los problemas económicos son otros de los temas que recoge en el escrito. No podrá comentarlos con el Papa, tendrá que limitarse a escuchar la misa con su familia y el resto de los asistentes.
Medellín se prepara para la misa más multitudinaria de las cuatro que oficiará Jorge María Bergoglio en Colombia. Se espera que 1.600.000 personas acudan al aeropuerto Olaya Herrera en el centro de la ciudad. Desde la tarde del viernes, la alcaldía declaró día cívico, los funcionarios públicos no tienen que ir a trabajar, y las empresas privadas se arrogan el derecho de dar la jornada libre a sus trabajadores. El metro, el símbolo de la ciudad, funcionará 43 horas seguidas, sin descanso, y 10.000 usuarios conseguirán una tarjeta del transporte masivo conmemorativa de la visita del Papa.
Desde hace semanas, en el centro de Medellín, los vendedores ambulantes buscan el milagro económico con monedas, medallas, banderolas, llaveros, velas y afiches de Francisco. La vela tallada es la mercancía más cara por unos 11 dolares (30.000 pesos), el resto de merchandising es asequible para todos los públicos y estratos con precios a menos de dos.
La misa estará dedicada a la vida cristiana como discipulado. El Papa llega a una región particularmente devota en el que está considerado el sexto país más católico del mundo. Del pueblo de Jericó es la madre Laura, declarada santa en 2013 por haber obrado dos milagros. De ese mismo lugar llega uno de los regalos que, previsiblemente, lucirá el pontífice: un carriel. Este bolso antioqueño ha sido confeccionado durante una semana por la familia Agudelo, famosa por su legado con este accesorio. Durante la liturgia, además, se repartirán 700.000 hostias llegadas en avión desde Bogotá.
Cuando el sábado por la noche el papa Francisco vuelva a Bogotá a pernoctar, Medellín habrá recibido 176.000 habitantes que dejarán cerca de 67.000 millones de pesos (23 millones de dólares) en ingresos, según calcula la alcaldía, en lo que será el evento más grande en la historia de la ciudad.