Ya lo había dicho la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Delcy Rodríguez, poco antes de la alocución, en una reacción que resume la postura de casi todo el chavismo gobernante. “Estados Unidos cree que el pueblo se va a entregar si asfixia a la economía venezolana. No saben que estamos hechos de amor y firmeza cuando se trata de defender a un país”
Ese emotivo subibaja dejó una gran certeza. La oposición pagará los platos rotos de la decisión de Washington. El gobernante ha solicitado a sus aliados del Tribunal Supremo de Justicia y de la ANC que inicien “un juicio histórico por traición a la patria a todos aquellos opositores que, en su criterio, empujaron a Trump a ampliar las medidas que tomara Barack Obama en marzo de 2015.
En cadena obligatoria de radio y televisión, Maduro señaló directamente al presidente del Parlamento, el opositor Julio Borges, a quien ha recriminado el cabildeo hecho en los meses pasados para que “se impongan decisiones” que le causan al país caribeño “un gran daño financiero, económico y energético”. “Las medidas forman parte de un golpe contra el esfuerzo de recuperación de la economía”, agregó. Y vaticinó: “Los que se alegran por las sanciones están cavando su tumba política”.
Declarado en desacato por el Supremo, la gestión de Borges, que asumió la dirección del Legislativo en enero, instó a los multilaterales y a distintos gobiernos a no financiar al régimen chavista si los acuerdos no eran aprobados por el Parlamento.
El régimen quiere ahora convertir al presidente de la Asamblea Nacional en el blanco de su represalia, pero también quisiera extenderla a todos sus adversarios políticos radicados en el exterior. Maduro se refirió en concreto a la reunión que el número dos de la Casa Blanca, Mike Pence, tuvo en Miami esta semana con los políticos venezolanos que viven en el exilio. “Hay que solicitarlos con Interpol para que los traigan y los juzguen acá, aunque el gobierno de Estados Unidos los protege”.
Maduro aseveró que las medidas “violan la legalidad internacional y ratifican un camino de agresión imperial y racial”. En su intervención hizo puntuales alusiones “al carácter racista” de las autoridades estadounidenses e invocó la solidaridad de los restantes países. “La supremacía racial gobierna ese país”.
El mandatario venezolano aseguró que los principales afectados por la ampliación de las sanciones son los tenedores de bonos estadounidenses. El régimen asegura que el 62 por ciento de los papeles que emitieron están en manos de inversionistas del país del norte, mientras que otro doce por ciento pertenece a inversionistas ingleses. La orden de Trump “les quemó las manos a todos ellos”, dijo. Aprovechó el comentario para pedirle al vicepresidente Tareck El Aissami que reuniera a todos aquellos “afectados con la medida” para buscar una solución. Venezuela, dijo, está dispuesta a trabajar con las empresas de ese país que aún permanecen en el país e invitó a otras a traer su dinero.
Maduro ha sorprendido a la audiencia porque, a pesar del escenario casi apocalíptico que planteó, no ha tomado represalias concretas contra Estados Unidos. Aunque el decreto de Trump excluye de su rango de prohibiciones el comercio del crudo venezolano, el gobernante sugirió que Venezuela se enfrenta a un bloqueo financiero total que podría incluso afectar el envío de petróleo entre los dos países. Después de plantear esa posibilidad quiso enviar un mensaje de tranquilidad. “Venezuela tiene mercado seguro para todo el petróleo que le vendemos a los Estados Unidos. No diremos dónde”.