Acuarelas de Nicolás López en su tercera muestra individual
Del 11 de agosto al 3 de setiembre
Galería ICPNA Miraflores (Av. Angamos oeste 120)
Ingreso libre
A partir de su trabajo con la técnica de la acuarela, el artista Nicolás López (Huancayo, 1984) ha sido capaz de proponer un nuevo enfoque en donde el paisaje se aparta de la cuestión meramente decorativapara convertirse en un espacio vivo. Propuesta que se podrá apreciar en su más reciente exposición individual en la galería ICPNA Miraflores.
La muestra conformada por 16 piezas de arte en gran formato que al decir de su curador, el crítico de arte Augusto del Valle, Nicolás López “se apropia del lugar, propone una nueva escala que regule de una manera diferente el vínculo entre lo grande y lo pequeño, interviene en las esquinas y en el techo, formula preguntas escultóricas y se responde a sí mismo como pintor, pero también como poeta”.
La exposición titulada “La sombra de lo transparente. Orgánica definición de lo permanente” se podrá apreciar del 11 de agosto al 3 de setiembre en Av. Angamos Oeste 120. El horario de visita a la sala es de martes a domingo de 11:00 a.m. a 8:00 p.m. El ingreso es libre.
Sobre el artista
Nicolás López egresó de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho Felipe Guamán Poma De Ayala en la especialidad de Educación Artística y de la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor de Arequipa en la especialidad de Pintura. Actualmente representa a Perú en la convención internacional de acuarela “Fabriano in Acquarello” Fabriano – Italia.
Ha realizado diversas exposiciones tanto individuales como colectivas y ha recibido premios en concursos de gran trayectoria como el primer lugar por dos años consecutivos Salón Nacional de Acuarela del ICPNA 2014 y 2015 así como el XXVII Concurso de Acuarela “Paisaje Peruano” Premio John Constable 2015.
Así como reconocimientos internacionales tales como Primer premio “Ricardo Anwandter” de la XXXIII “Valdivia y su Río” en Chile y medalla de oro en la exposición internacional de acuarela “Pensando en grande” en el museo de la acuarela Alfredo Guati Rojo, ciudad de México.
TEXTO DE CURADOR
Las acuarelas de Nicolás López nos retan desde su lugar de permanencia. Critican, con una energía aún indefinible, el sentido de una idea ya en declive pero todavía con poder institucional, de desarrollo de ciudad: los pasos a desnivel entre dos grandes avenidas, la luz que reverbera en el cemento y la sombra cuyos entresijos crecen desde donde surge el concreto con el que están hechos estos monstruos, los automóviles y los ómnibus, los fierros y los peatones. Pero también aquellos otros monstruos de muchos pisos que se erigen verticales sobre la línea de horizonte. Todo, absolutamente todo, parece participar de una escala enrarecida y abusiva, en la que el cuerpo humano aparece pequeño y precario y se ve reducido en su poder de percibir el mundo y su entorno, para así actuar en consecuencia.
López nos reta con un diseño de montaje en sala que hace estallar la idea convencional de acuarela como una técnica tradicional que suele asumir formatos estándar. Se apropia del lugar, propone una nueva escala que regule de una manera diferente el vínculo entre lo grande y lo pequeño, interviene en las esquinas y en el techo, formula preguntas escultóricas y se responde a sí mismo como pintor, pero también como poeta. La ciudad de López podría ser cualquier ciudad contemporánea; sus acuarelas, en cambio, hablan de manera específica, una por una, desde distintos tamaños y materiales de papel, desde distintos gramajes y calidades, con voces a veces efímeras y otras veces, más bien, de una sorprendente estabilidad.
De esta manera, el vínculo entre Lima —capital del Perú— y, por poner un caso, Ayacucho —lugar de origen de la familia de López— deja ver un entramado de relaciones que en setenta años, desde fines de la década de 1940 e inicios de la siguiente, le otorga un marco de sentido a la percepción de dos poetas, César Moro (1903-1956) y José María Arguedas (1911-1969), respecto al entramado poético entre el campo y la ciudad. Y respecto también de la mirada de López como poeta y pintor. A la apertura de mundos a la que corresponde la mirada cosmopolita del primero se asimila el sentido de crítica acerca de los resultados perniciosos sobre el mundo andino y su orgánica definición de la naturaleza, los Apus (las montañas) y sus Amarus (los ríos), entre otros elementos de un hábitat vivo, en donde cada cosa también es persona. Este vínculo entre lo grande y lo pequeño, entre lo lejano y lo cercano, entre el espacio infinito y nuestro organismo atento a los humores que le rodean, marcan por presencia y por ausencia, una manera nueva de aproximarse a la naturaleza, al campo y a las comunidades; pero también una manera nueva de abordar la existencia. Atender con el ojo y respirar las atmósferas del trabajo de López, de sus representaciones y de la escala de percepción en el espacio en donde estas se encuentren, resulta un reto para quienes desde cualquier lado (desde aquí mismo o desde otro lugar) quieran y puedan asumirlo.
Augusto del Valle C.
Julio de 2017