De la cancha al campo santo. El epitafio es la inscripción que se coloca sobre una tumba. Los textos de la inscripción suelen ser aforismos, citas en latín, reflexiones, frases ingeniosas. Inspirado en futbolistas, técnicos y dirigentes del ámbito nacional y mundial, el poeta y periodista peruano Rudolf Acosta Flórez ha escrito cerca de quinientos epitafios y los ha reunido en un libro cuyo título provisional es “De la cancha al campos santo”. En su Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce sostiene que la inscripción en la tumba demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo. Acosta Flórez no ha incurrido en este vicio; no ha depurado a sus personajes. Por el contrario, se ha servido de todo tipo de recursos estilísticos para compendiar sus desaciertos, falencias, torpezas y desatinos. La razón es muy sencilla: Los personajes sobre los cuales se inspira se encuentran vivos. En realidad, los epitafios son para Acosta Flórez un pretexto para definir, valorar y/o enjuiciar a los personajes del orbe futbolístico. Algunos están bien elaborados, poseen cierto ingenio y sus punzantes ironías casi siempre dan en el blanco; otros son menos afortunados. Aquí una pequeña muestra:
“Estoy muerto, mis restos han sido calcinados y mis cenizas colocadas en una urna, pero nada ni nadie impedirá que siga soñando con la clasificación de Perú al mundial”. (Francisco Maturana)
“Dejo una carrera brillante, exitosa y ejemplar en el ámbito nacional y mundial; dejo cuantiosas enseñanzas para quienes estén dispuestos a seguir una línea de conducta intachable; dejo mis restos óseos a la ciencia a fin de que descubra los genes que me permitieron exhibir condiciones físicas y técnicas excepcionales” (Julio César Uribe).
Epitafio para Manuel Burga Seoane:
“Que nadie derrame una lágrima por el difunto Manuel Burga, quien en vida hizo llorar a todo un pueblo; que nadie implore una oración, quien en vida hizo de su gestión una maldición; que nadie pida que sea cremado, quien en vida mereció ser incinerado”.
“Sí se puede derrotar a los mejores equipos del mundo, sí se puede clasificar a campeonatos internacionales, sí se puede obtener títulos trascendentales. Lo único que no se puede es vencer a la muerte y clasificar a Perú a un mundial” (Freddy Ternero).
“La U es la U, Lolo es Lolo, yo…yo ya fui” (José Carranza)
Epitafio para Juan Flores:
“Quien hurgue en su vida hallará errores, faltas y disparates. Quien profane su tumba encontrará el ataúd de un niño y quién abra su ataúd encontrará las cenizas de un adulto”.
Epitafio para Wílmer Aguire:
“Tres puertas le negaron el ingreso en vida: El arco de fútbol, el arco del triunfo y el arco iris. Tres puertas lo aguardaron en la antesala de la muerte: El paraíso, el purgatorio y el infierno. Para ingresar a una de ellas no tuvo que superar ningún escollo”
“Tuviste tiempo suficiente para hacer realidad tu sueño de tocarme. Ahora sólo Dios podrá tener ese privilegio”. (Reimond Manco).
“Tanto tiempo buscando una posición en el campo, en la vida, en el mundo, para finalmente hallarla en este pequeño espacio” (Luis Guadalupe).
“Cuando mis restos se vuelvan polvo, que una parte de éstos sean colocados en la tumba de Tilsa Lozano” (Juan Manuel Vargas)
“Que mi tumba la coloquen debajo de la tumba de Juan Manuel Vargas” (Tilsa Lozano).
Antiepitafio de Juan Luis Cipriani:
“De cumplirse con los requerimientos de ambos herejes, que recojan sus despojos y los arrojen al mar por perturbar y mancillar la paz de los sepulcros”.