Sábado, 26 de Julio del 2025
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Futbolario – Biografía (Semblanzas)

Publicado el 25/07/17

Alfredo González Salazar. Presidente del club Universitario de Deportes en tres períodos (1995-1998), (1998-2001), (2004-2007), Alfredo González Salazar pasará a la historia no por haber sido el mejor en el cargo sino por haber desempeñado el papel de dirigente hincha hasta las últimas consecuencias. Hijo de Alfredo González Byrne, quien fuera dirigente del club por 20 años. Alfredo González realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio británico Markham, uno de los colegios más pudientes de Lima. Sus estudios superiores los realizó en la Universidad Nacional Agraria de la Molina, donde acabó agronomía y en ESAN, donde se graduó como Magister en Administración de Empresas. Trabajó en el Banco Continental, en el Sindicato Pesquero del Perú, ESAN, Confiep, Electrolima y Edelnor. Durante su gestión en Universitario de Deportes se construyó el Estadio Monumental de Ate, uno de los estadios más modernos del mundo. Asimismo, se edificó la Villa de Menores, espacio para promocionar nuevos valores, y se amplió la sede social del Campo Mar U, complejo deportivo y sede de playa. En su segundo período presidencial Universitario de Deportes obtuvo el tricampeonato nacional (1998-2000).Con suma perspicacia advirtió déficits en la Trinchera Norte, que lo llevó a reorganizarla, fomentarla y consolidarla hasta convertirla en una de las barras más bravas del país. Cuando asumió la presidencia del club, no permitió que el hincha que llevaba dentro fuera desplazado; por el contrario, en muchas de sus decisiones dejó que el hincha se antepusiera al de dirigente. Pero no el hincha común y corriente, que va al estadio, apoya a su equipo los noventa minutos y luego se retira cuando culmina el encuentro, sino  el hincha que delira por su equipo las veinticuatro horas del día, acude al estadio a gritar y a denostar al rival de turno, y que cuando es necesario apela a la violencia verbal y física. En buena cuenta, el hincha de la Trinchera Norte. En uno de sus actos más controvertidos, Alfredo González (1996) envió al ex futbolista Pedro Meza al norte del país para tratar de persuadir a tres jugadores del Torino de Talara, a fin de que no pusieran resistencia cuando se enfrentaran a la U. Un error de cálculo no permitió que se materializara el acuerdo: No tomó en cuenta que los jugadores tenían escrúpulos y, lo que es más grave aún, que éstos no estaban en venta. El técnico del equipo, César Cubilla denunció el hecho a  la Comisión de Justicia de la FPF. Ésta lo halló culpable y le dio cuatro años de castigo, razón por la cual tuvo que dejar la presidencia de Universitario de Deportes.  Varios años atrás (21 de abril de 1991), antes de que asumiera la presidencia, se le había acusado de introducir una bomba molotov en el ómnibus de Sporting Cristal después del encuentro en el que la “U” perdiera por 2 a 1 ante los del Rímac en el Estadio Lolo Fernández. Por falta de pruebas el caso no prosperó en el Poder Judicial. Consciente del precio que hubiese tenido que pagar por asumir la autoría de semejante acto de heroísmo, Alfredo González optó por eludir toda responsabilidad. Su amor incondicional al club merengue no le impidió vigilar con celo a su mujer. Es por ello que no tuvo ningún reparo en protagonizar un escándalo mayúsculo (23 de diciembre de 1997) cuando creyó ver a ésta coqueteando con un desconocido en el estadio del Lolo Fernández en pleno partido. Alianza Lima, su rival más acérrimo, lo sufrió en más de una oportunidad, pero ninguna de ellas tuvo tanto impacto como cuando se paseó con un pedazo de papel higiénico en el estadio de Matute en un clásico y golpeó al dirigente de Alianza Lima, José Luis Quiroga (5 de marzo del 2000). Algunos miembros de la Trinchera Norte toleraron que González golpeara al dirigente íntimo, lo tomaron como un acto acorde con su investidura, pero no aceptaron que se paseara  con un rollo de papel higiénico en el estadio, les pareció un acto de traición. “El señor González puede golpear al dirigente que quiera, pero no puede salir a provocar a la barra de Alianza. Para eso estamos nosotros. Primero nos apoya regalándonos entradas, pero luego nos quita nuestra chamba. El gordo quiere robarse todo el show”, señaló visiblemente molesto uno de los hinchas. La gestión de Alfredo González  caló muy hondo en el inconsciente colectivo de la hinchada. Cuatro años después de que dejara el cargo, su prominente figura salió a relucir en la lamentable muerte del hincha aliancista Wálter Oyarce. Algunos miembros de la barra creyeron ver a Alfredo González dándole instrucciones al “Loco” David y al “Cholo” Payet (24 de setiembre del 2011) para que arrojaran a Wálter Oyarce desde un palco. Para desdicha del controvertido ex presidente ninguno de ellos se atrevió a denunciarlo.

 

ANDRES MENDOZA C Y S

Andrés Mendoza. Surgido de las divisiones inferiores del club Sporting Cristal, fue contratado por Brujas de Bélgica, club donde realizó una excelente performance, por su velocidad y capacidad de convertir goles de zurda y de cabeza Su participación en la selección peruana destaca menos por las bondades en su juego que por los desatinos en su conducta. En un partido de preparación para el Torneo Preolímpico Sub-23 de Brasil (2000) se negó a cantar el himno nacional arguyendo razones religiosasLuego de que la selección obtuviese con sumo esfuerzo la Copa Kirín (1999), intentó llevarse el trofeo a su casa, quizás vislumbrando un futuro carente de galardones. Ante Ecuador, por las Eliminatorias Alemania 2006, en el minuto final falló un gol frente al arco desguarnecido. Tanto la hinchada como los medios de prensa criticaron acremente su falta de categoría para definir en un momento clave. Al año siguiente, 7 de diciembre del 2007, participó con Santiago Acasiete, Jefferson Farfán y Claudio Pizarro en una fiesta a todo dar en el Hotel El Golf Los Incas, festejando el empate con Brasil en Lima por las Eliminatorias Sudáfrica 2010. Acosado por las evidencias de su participación, declaró con desparpajo que el técnico Chemo del Solar le había dado licencia para realizar la fiesta. Para ilustrar su falta de formación profesional y su poca calidad humana, el técnico Freddy Ternero comentó que Andrés Mendoza dilapidaba su dinero comprando carros de lujo marca Mustang y Audi, y camionetas 4 x 4, mientras que su madre vivía en Chincha comiendo gatos.

Carlos Flores. Alto y fuerte de complexión, hábil y de buena técnica, Carlos Flores Murillo, Kukín, apareció en el escenario deportivo como una de las promesas más descollantes del fútbol peruano. Como muchos cracks del medio nacional se formó en la Academia Deportiva Cantolao, cantera de talentos que ha proporcionado gran cantidad de jugadores a las selecciones juveniles y a los clubes como Alianza Lima, Sporting Cristal y Universitario de Deportes. Debutó profesionalmente en la Primera División jugando por Sport Boys Association (1991), club con el cual se sintió inmediatamente identificado. De acuerdo con las estadísticas, su trayectoria futbolística se podría sintetizar con una sola palabra: inestabilidad. Carlos Flores jugó en total por 16 equipos, 11 nacionales y 5 extranjeros; 8 veces por Sport Boys, 2 por Universitario de Deportes y 2 por Sport Áncash. Salvo en sus inicios con Sport Boys, donde permaneció un par de temporadas, en los demás clubes estuvo menos de un año. Sus seguidores más fervientes sostienen que sus frecuentes ingresos a los centros de rehabilitación impidieron que en su trayectoria profesional prevaleciera la regularidad. Es incuestionable que si no logró materializar en la cancha todo su potencial futbolístico se debió a su compleja personalidad, que en su interior parecía albergar a dos Carlos Flores: uno talentoso, atleta y profesional, que lo llevó a protagonizar partidos de excelente nivel; y otro díscolo, indisciplinado y vicioso, que lo indujo a plasmar actos socialmente inaceptables dentro y fuera del campo. Empero, no son pocos los entendidos que sostienen que esa simbiosis de genio intermitente y de hampón frustrado es la que lo llevó a convertirse en el Kukín Flores que todo el pueblo chalaco idolatraba. Sea cierta o no esta hipótesis, al parecer no se sintió del todo satisfecho de proyectar esta imagen, puesto que en no pocas ocasiones acudió a la religión. Feligreses del Callao aseguraron que, en el ocaso de su carrera, Kukín logró enderezar su conducta gracias a su conversión espiritual. Sus detractores más encarnizados, por el contrario, se mostraron escépticos aduciendo que, si en verdad se produjo un acercamiento a Dios, a Cristo, al Espíritu Santo, lo más probable es que este se haya producido por inspiración de la Biblia.

Chulapa. Si mencionamos su nombre, Albino Melendes, no nos dirá nada; si decimos que su apelativo era Chulapa quizás algunos esbocen una sonrisa; y si decimos que es brasileño y vino a probarse a Alianza Lima es probable que a todos les cause desconcierto. Albino Melendes, alias Chulapa, forma parte de esa larga lista de jugadores que vinieron al club íntimo a hacer historia, pero que con su desempeño en la cancha borraron los rastros de su paso por la institución. En su prueba crucial ante el Lanús de Argentina (1994), Chulapa tuvo la gran oportunidad de darle una nueva dimensión a su apelativo, de vaciarlo de nimiedad y colmarlo de trascendencia, pero con su accionar en el gramado el tiempo se llevó consigo su estampa, su rostro, su nombre, su apellido, su apelativo. Sin embargo, los dirigentes del cuadro íntimo no cejaron en su afán de traer otros Chulapas al club. Así, pues, a la institución llegaron: Gustavo de Luca, Hernán Peirone, Gonzalo Galindo, Román Cuello, Diego Martínez, Arístides Rojas, Henry Hommann, Óscar Galvis, Claudio Spontón y un largo etcétera. Si los mencionamos es para recordar que deben ser olvidados. 

Claudio Pizarro. Nacido para asumir retos, desafiar estadísticas, romper récords, Claudio Pizarro es el extranjero con más partidos en la Bundesliga (411), el máximo anotador con 190 goles y el máximo goleador peruano en Europa con 252 goles marcados en torneos oficiales. Sin embargo, su desempeño con la casaquilla nacional no ha sido tan fructífero y, si bien no ostenta récords negativos, los números no le son muy favorables, pues en 10 partidos por la Copa América ha convertido 3 goles, y por las Eliminatorias Mundialistas en 41 partidos solo ha podido anotar 6 goles, lo cual hace un promedio de 0.14, a diferencia de su rendimiento en la Bundesliga cuyo promedio es de 0.49. Es decir, mientras que en Alemania requiere de 182 minutos para convertir un gol, en la selección peruana requiere de 615 minutos. No es casual, pues, que reciba el apelativo de “El Bombardero de los Alpes”.

Diego Penny. Arquero formado en las divisiones inferiores del club Sporting Cristal, Diego Penny Valdez fue promocionado al plantel profesional a los 18 años (2002), pero su carrera recién despegó cuando pasó a formar parte del club Coronel Bolognesi de Tacna, donde jugó de titular no solo en el torneo local sino en la Copa Sudamericana 2004, la Copa Sudamericana 2006 y la Copa Libertadores 2008. En el 2008 dio un paso importante en su carrera emigrando hacia Europa. Bumley F.C, un equipo inglés de la segunda división, adquirió su carta pase. Pese a alternar poco en el equipo titular y mostrar altibajos en su rendimiento, los clubes del extranjero no dejaron de manifestar su interés por contar con sus servicios. Diego Penny no desoyó la propuesta del Juan Aurich de Chiclayo para jugar en la temporada 2010. Con el equipo chiclayano, Diego Penny se coronó campeón del Descentralizado 2011, destacando como el mejor arquero del torneo. Dos años después regresó al club Sporting Cristal para la temporada 2013. Vistiendo la casaquilla celeste salió campeón nacional el 2014. Alto y de complexión delgada, Diego Penny posee una gama insospechada de recursos que le permiten realizar atajadas extraordinarias. Pertenece a esa estirpe de arqueros que impide la materialización de anotaciones prácticamente realizadas. Pero, así como la naturaleza le ha concedido ese inestimable don, así también parece haberle otorgado la capacidad de dejarse anotar goles fáciles, tontos, algunos lindantes con los bloopers. En no pocos partidos Diego Penny  salvó al equipo de goles hechos, pero también lo perjudicó con goles fáciles. La proporción entre atajadas extraordinarias y goles fáciles solía ser, en algunos casos, de una a dos; es decir, por una atajada extraordinaria se dejaba convertir dos goles fáciles. En teoría una atajada excepcional equivale a dos atajadas normales y una atajada normal equivale a dos atajadas fáciles.  Ergo, una atajada excepcional equivale a cuatro atajadas fáciles. Pero en la práctica todas las atajadas poseen igual valor. En suma, su don de hacer fácil lo difícil y hacer difícil lo fácil no resultaba muy rentable. Sin embargo, para suerte de Sporting Cristal, Diego Penny no era un arquero extraordinario; era un buen arquero que realizaba eventualmente tapadas extraordinarias.

Eduardo Esidio. Zurdo brasileño que destacó en Universitario de Deportes por la velocidad, la potencia y fuerte disparo. Sin su consentimiento condescendió en convertirse en Luis Guadalupe en un vídeo, con el objetivo de hacerlo vendible al mercado belga, cosa que finalmente se logró. 

Fernando Cuéllar.  Destacado back central de Universitario de Deportes que, luego de retirarse como jugador, se dedicó a la dirección técnica. En su primera experiencia, sacó campeón del torneo nacional al club San Agustín (1986), equipo que recién había ascendido a la Primera División. En 1987 asumió el mando de la selección nacional para la Copa América. En el balance final, Perú ocupó el sexto lugar con 2 puntos. Ese mismo año se hizo cargo de la selección juvenil para el Preolímpico de Bolivia, quedando penúltimo con un solo punto. En lo que sería su última experiencia como técnico nacional dirigió a la selección juvenil en el Preolímpico de Paraguay de 1992. Una vez más el equipo acabó en sexto lugar con solo 2 puntos. El último encuentro ante Paraguay perdió por 7 goles a 1. A diferencia de certámenes anteriores, el equipo acabó incompleto, ya que fueron expulsados Flavio Maestri, Roberto Palacios y Juan Reynoso. De regreso a Lima, Fernando Cuéllar desconcertó a los medios de comunicación y a la afición al considerar que los jugadores habían llevado a cabo una hazaña sin precedentes puesto que habían perdido luchando con ocho jugadores y con un árbitro parcializado. Sus dramáticas palabras, que parecían exigir los laureles deportivos para sus legionarios, no fueron bien recibidas. Fernando Cuéllar se había adelantado demasiado a su tiempo: los recuerdos de la época dorada del fútbol peruano aún perduraban en la memoria de los hinchas. Hasta ese entonces la afición aceptaba con cierto resquemor las victorias con sabor a derrota, los empates con sabor a triunfo y las derrotas decorosas. Aún no estaba preparada para digerir y asimilar las derrotas catastróficas con sabor a gloria.

DT TERNERO

Freddy Ternero. Sin duda, el técnico nacional más exitoso de la historia. Muchos de sus logros obtenidos se debió a su trabajo en la parte motivacional, que se puede sintetizar en la frase “Sí se puede”, un grito de guerra que estuvo presente en todos los partidos que dirigió. En su primera experiencia con la selección no le fue nada mal, pues logró que ocupara el cuarto lugar en Copa América 1997, a pesar de jugar con un equipo alterno, con pocos titulares y muchos suplentes. Sin embargo, el desempeño y el resultado en el enfrentamiento con la selección de Brasil dejaron mucho que desear. “Somos once contra once”, “Al igual que nosotros tienen dos piernas, dos brazos” fueron algunas de las frases con las cuales trató de convencer a sus pupilos de que Brasil no era invencible. Pero Brasil contaba con una constelación de estrellas: Romario, Ronaldo, Denilson, Flavio Conceicao, Leonardo, Djalminha. Perú sufrió una de las goleadas más estrepitosas de su historia: Perdió por 7 a 0. Si algo había quedado muy claro en este partido es que jugando de igual a igual Brasil no sólo era invencible, sino temible e implacable. Al mando de Cienciano de Cusco FreddyTernero cosechó sus logros más valiosos. Con un plantel cuya mayoría de jugadores desconocía el éxito y estaba cumpliendo su ciclo como futbolista pero que asimiló y puso en práctica la filosofía del “sí se puede”, Cienciano obtuvo lo que parecía imposible: La Copa Sudamericana (2003) y la Recopa (2004). La comisión de la FPF vio en él al candidato idóneo para ocupar el puesto de DT de la selección con miras a las Eliminatorias 2006, tras la renuncia de Paulo Autori. El técnico Freddy Ternero  aceptó el difícil reto conservando casi la base del equipo de Autori, pero convocando nuevos jugadores. En vista de que disponía de poco tiempo para trabajar, puso en práctica un curso intensivo de autoayuda. Colocó en lugares estratégicos de la Videna carteles con frases para levantar la moral de los jugadores. Lamentablemente no todos se mostraron dispuestos a ponerlas en práctica; más aun, algunos se sintieron hasta mortificados. Enfundados en su ropa Giorgio Armani, luciendo un reloj Jacob & Company en la muñeca, manejando un automóvil Audi último modelo,   divirtiéndose con  chicas A1 en las noches les pareció que se trataban de mensajes que atacaban su dignidad y prestigio, construidos con sumo esfuerzo en canchas europeas. Su debut como técnico fue nada menos que contra Colombia en Barranquilla y no pudo ser menos auspicioso, pues Perú perdió por 5-0. En el balance, su gestión fue negativa, de 15 puntos posibles sólo obtuvo 4 puntos. No pocos fueron los que se sintieron decepcionados. Su proclividad por tratar con jugadores reciclados parece que conspiró en su trato con los consagrados. Al final, dejó la sensación de que hubo exceso de optimismo para un panorama harto pesimista. Demasiado “Sí se puede” para una realidad que demandaba a gritos la filosofía del “No siempre se puede”.

Gianluca Lapadula. Los más de treinta años sin ir a un mundial, la carencia de jugadores de jerarquía en el torneo local, la suerte de la selección cifrada en las matemáticas, Paolo Guerreo como única arma efectiva en el ataque, la ausencia de gol, la presencia de Pizarro llevaron al director técnico de la selección nacional, Ricardo Gareca, a buscar material humano en otros ámbitos futbolísticos. En Estados Unidos encontró a Andrew Farrell y Colin Fernández;  en España a Franco León y Francisco Duclós; en Francia a Percy Prado;  en Suecia a Eduardo Portocarrero; en Venezuela a Luis Roberto Seijas; en Chile a Joao Ortiz; en Japón a Frank Romero; en Bielorusia a Alexei Ríos; en Suiza a Jean Pierre Rhyner. Sin embargo, es en Italia donde ubicó al delantero que más se ajustaba al perfil requerido. De nombre y apellido italiano, Gianluca Lapadula nació en Turín, provincia de Turín, Italia. Defendía los colores del Pescara (Serie B) cuando el técnico argentino mostró interés en él. Estaba seguro que había hallado al jugador idóneo: uno bueno pero no lo suficientemente bueno como para ser convocado por la selección de su país natal. Ricardo Gareca viajó a Italia para conocer personalmente al jugador, hablarle del fútbol peruano y plantearle sobre la posibilidad de vestir la casquilla nacional. No sería la primera vez que la selección iba a contar con el aporte de un extranjero, luego de haber jugado algunas temporadas en campeonatos nacionales. Gianluca Lapadula era un caso inédito por no decir insólito ya que no sólo no había jugado en el fútbol peruano, sino que jamás había pisado territorio peruano. Sin embargo, Ricardo Careca confiaba en que la madre (peruana de nacimiento) fuese el cordón umbilical que vincule a Gianluca Lapadula con el fútbol peruano.  Ésta se encargaría, por un lado, de sortear la distancia social, cultural, política, idiomática y gastronómica que hay entre Italia y Perú; y, por otro lado, de despertar desde lo más recóndito de su ser al peruano postergado por espacio de 25 años. Los entrenamientos, los amistosos y los encuentros oficiales; las salidas, los restaurantes criollos, los bares, las fiestas y las chicas nocturnas serían el pasaporte que haría posible la peruanización del jugador italiano. Con el objeto de iniciar su proceso de adaptación en la selección, el técnico argentino invitó al delantero italiano para que participe en la Copa América Centenario. Después de meditar la oferta por un largo período, Gianluca Lapadula comunicó su decisión de no formar parte de la selección peruana. «Sólo quería aclarar que decidí no participar a la Copa América porque no quiero ir sólo por aprovechar de una ocasión profesional. Iré seguramente a conocer el Perú y sólo así puedo entender de verdad que cosa significa la blanquiroja», fueron sus palabras. Sin duda el técnico argentino no previó que las aspiraciones profesionales del italiano no estaban en proporción directa con su potencial. Pero, aun cuando se hubiese  mostrado consciente de sus limitaciones, persuadirlo de que alterne en un fútbol de menor jerarquía  iba a resultar sumamente difícil. En algún momento iba a sopesar los logros obtenidos por la selección de su país natal (Italia) y los de la selección peruana. Las cuatro Copas Mundiales, la Eurocopa de 1968 y la medalla olímpica de 1936 difícilmente iban a sucumbir ante las dos Copas Américas y las dos Copas Kirín.

JOSÉ DEL SOLAR copia

José del Solar. Cuatro son los hechos que podrían ilustrar la carrera profesional de José “Chemo” del Solar, uno de los personajes más identificados con el club Universitario de Deportes: Jugando gratis por Universitario todo el 2001, debido  a que el club se encontraba en una situación económica precaria; hinchas cremas arrojándole monedas mientras dirigía impertérrito al Sporting Cristal contra Universitario de Deportes; declarando en conferencia de prensa que ha aprendido mucho dirigiendo a la selección peruana de fútbol (Eliminatorias Sudáfrica 2010); dirigiendo a Universitario de Deportes (2011) en la mayor crisis financiera de su historia. Ponen de manifiesto su amor incondicional hacia el club crema. Dirigir a un rival acérrimo de la “U” como Sporting Cristal así como a la selección peruana de fútbol supuso un largo y paciente aprendizaje que luego lo volcó en Universitario de Deportes. Las fuertes sumas que cobró por dirigir a estos equipos (por la selección cobró 34 mil dólares mensuales) se vieron compensados moralmente cuando tuvo que conducir gratis al equipo de sus amores. Destaca también su proclividad para dirigir en condiciones adversas. Cuando se hizo cargo de la “U” en el 2011 la situación del club pasaba por un período caótico: Deuda considerable con la SUNAT, problemas administrativos, deuda con los jugadores, inhabilitación del Estadio Monumental, pérdida de puntos en mesa, etc. Sin embargo, Del Solar también supo procurarse de condiciones desfavorables. Al mando de la selección (Sudáfrica 2010), no tuvo piedad en castigar drásticamente a imprescindibles como Pizarro,Farfán y Acasiete por el infausto episodio ocurrido en el hotel de San Isidro. No le preocupó que la selección cambiara de objetivo: De realizar una participación digna en el proceso eliminatorio pasó a sostener una disputa honorífica con la selección boliviana por el penúltimo lugar. A pesar de que Universitario de Deportes se encontraba el 2014 en una condición económica mucho mejor a la que le toco vivir hace tres años, Del Solar aceptó dirigirlo una vez más. “En la actualidad estar en la U es como estar en Disneylandia” fueron textualmente sus palabras. El paralelismo con el parque de diversiones se hizo más patente por la inocencia de la administradora en la contratación de jugadores, por la juventud de sus dirigidos, por los errores infantiles en la defensa, por el tamaño diminuto de algunos de sus jugadores y por el talento liliputiense de otros.

José “EL Puma” Carranza. Al igual que “Lolo” Fernández, máximo ídolo de Universitario de Deportes, “El Puma” Carranza realizó toda su carrera futbolística con el club crema. Consciente de que era inviable aproximarse a la figura de “Lolo”, forjó su leyenda valiéndose de sus propios recursos. Y es que “Lolo”, tanto en el plano deportivo como en el lado humano, era demasiado perfecto. Disparaba con ambos pies con igual efectividad, contaba con un excelente panorama de juego, daba pases certeros hacia cualquier zona de ataque, cabeceaba al arco con suma eficacia. Impuso récords casi imposibles de igualar, como ser el máximo goleador de la historia del club, el único jugador peruano en ser anotador en siete temporadas, ser el artillero histórico en los clásicos contra Alianza Lima. Como si no fuera suficiente, era valiente, amable, humilde, solidario. En un acto que puso de manifiesto su lealtad y amor hacia el club crema rechazó un cheque en blanco que le extendió el club Colo Colo de Chile a fin de hacerse de sus servicios. Su imagen, perennizadas en instantáneas en sepia y blanco y negro, despiertan admiración, respeto y devoción. Para imponer su liderazgo en el club crema, “El Puma” Carranza se vio compelido a deconstruir ese paradigma y crear uno nuevo a su imagen y semejanza. Con un fútbol picapedrero, pero con garra, entrega y espíritu de sacrificio, y con modales rústicos que lindaban con la patanería, y con un verbo tan elemental y limitado que se expresaba en monosílabos, se ganó el respeto y la admiración de los hinchas hasta convertirlo en su nuevo ídolo. Evidenciando la materia de la cual estaba hecho, “El Puma” cogió el cheque en blanco que “Lolo” había rechazado para cobrarlo a su manera: demoliendo el Reglamento de Fútbol de la FIFA, desmontando el Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres de Carreño y descuartizando la Gramática de la Real Academia de la Lengua Española (RAE).

JAIRSIHNO BAYLON

Jahirsino Baylón. Siendo hijo de Julio Baylón, perteneciente al último “Rodillo Negro” de Alianza Lima, y con un nombre que hacía recordar a Jairzinho, uno de los integrantes de la mítica selección brasilera del mundial México 70, todo parecía indicar que Jahirsino Baylón dejaría una huella indeleble en su paso por el fútbol peruano. Pero, habiendo jugado por más de 15 años y habiendo militado en más de 20 equipos, entre nacionales y extranjeros, solo ha podido aportar un hecho trascendental en su carrera: la vez que le tocó protagonizar una comedia escrita y dirigida por la Federación Peruana de Fútbol. El 23 de julio del 2013 se realizó un partido entre Melgar y Universitario de Deportes por el Descentralizado. En ese entonces, Jahirsino Baylón militaba en el cuadro crema. Faltando 8 minutos por acabar, se suspendió el encuentro debido a un reclamo desproporcionado de la banca y del técnico del Melgar, Franco Navarro, a raíz de un fallo polémico del árbitro. La Comisión de Justicia de la FPF estudió el caso y ordenó a Melgar y a Universitario de Deportes jugar los ochos minutos restantes en Lima a puerta cerrada. A pesar de que Jahirsino Baylón ya no formaba parte de Universitario de Deportes sino de Unión Comercio, debía jugar el encuentro vistiendo la camiseta crema. Llegado el día, 21 de agosto del 2013, Jahirsino Baylón jugó, de los ocho minutos, apenas cinco segundos. La experiencia inédita dejó en claro que los bloopers no se generan únicamente en la cancha sino también en las oficinas administrativas del ente rector del fútbol peruano.

Juan Flores. No inventó el blooper, ciertamente, pero ninguno en el medio local lo ha enriquecido tanto como Juan Flores. Frisando los cuarenta años y con una buena cantidad de bloopers en su haber, sin duda acredita recibir el calificativo de blupero. Juan “Chiquito” Flores es, pues, un blupero profesional. Asume con la misma sapiencia el rol de blupero pasivo como el de blupero activo. Con la misma eficacia induce a cometer bloopers a jugadores de su equipo como a los del equipo contrario. Pero a Juan Flores no le resulta  suficiente incurrir en bloopers; siente la necesidad de hablar sobre ellos. Sus bloopers no se reducen al ámbito deportivo, sino que se extienden al plano discursivo. Juan Flores no da explicaciones ni tampoco otorga disculpas; articula discursos que son verdaderos autogoles. Esto no lo convierte, ciertamente, en el inventor del blooper verbal, pero no podemos negar que lo cultiva con mucho talento.

LOCO VARGAS copia

Juan Manuel Vargas. Pocos jugadores peruanos han tenido una carrera profesional tan fulgurante como Juan Manuel Vargas, conocido en el ámbito nacional como “El loco” Vargas. Salido de las canteras del club Universitario de Deportes, una vez que se posicionó del puesto de lateral izquierdo, nada ni nadie lo detuvo hasta llegar al mercado más codiciado de todo futbolista que se respeta: Europa. De Universitario de Deportes pasó a las filas del Atlético Colón (Argentina), luego al Catania (Italia) y después al Fiorentina (Italia). La carrera ascendente del “Loco” parecía no tener límite. Por varios años, Real MadridRomaJuventus y Barcelona pugnaban por tenerlo en sus filas. Pero cuando apareció la modelo Tilsa Lozano en su vida, su carrera profesional dio un giro de ciento ochenta grados. Ningún club lo quería contratar. Más aún, su equipo, la Fiorentina, tampoco deseaba retenerlo. Y es que los estragos por practicar una disciplina paralela a la del fútbol se evidenciaron rápidamente en su físico. Panzón, fuera de forma, resaqueado, extenuado de tantos partidos nocturnos, Juan Manuel Vargas se transformó en una sombra del crack que había sorprendido al mundo entero. Solo un club, cuyo nombre hasta ahora se mantiene en reserva, estuvo dispuesto a pagar la mitad de lo que pedían por él, si es que incluían en la oferta a Tilsa Lozano. En verdad, la despampanante modelo ha marcado tanto su carrera profesional, que no sería descabellado dividirla en pre-TilsaTilsa y post-Tilsa.

JULINHO SE

Julinho selección. Se suele convocar a jugadores extranjeros  nacionalizados peruanos cuando no se puede cubrir determinados puestos en la selección nacional. Para jugar las Eliminatorias Argentina 78, Marcos Calderón convocó al arquero argentino nacionalizado peruano Ramón Quiroga. Cuatro años atrás, el también arquero argentino, Humberto Horacio Ballesteros, estuvo muy cerca de ser el primer extranjero en vestir la casquilla nacional, pero la política nacionalista del general Juan Velasco Alvarado, presidente de facto desde octubre de 1968 hasta agosto de 1975, no se lo permitió.  En aquellas Eliminatorias,Alemania 74, la selección fue eliminada por la chilena; las malas actuaciones del arquero fueron determinantes, sobre todo en el encuentro definitorio llevado a cabo en una cancha neutral. La carencia de arqueros nacionales de calidad obligó a Juan Carlos Oblitas a convocar a Julio César Balerio, uruguayo que adquirió la nacionalidad peruana en 1996, para jugar las Eliminatorias Francia 98. Empero, no fue el único caso; el alarmante déficit de buenos delanteros lo llevó a convocar a Julio César de Andrade Moura, conocido en el ambiente futbolístico como Julinho, quien nació en Brasil, jugó por varios clubes brasileños, viajó a Italia y recaló en el fútbol peruano gracias a una propuesta del Defensor Lima. Sus buenas actuaciones en este equipo, así como su capacidad goleadora, determinaron que el club Sporting Cristal lo contratara (1993). En el club rimense el brasileño tuvo un soberbio rendimiento; obtuvo el tricampeonato (1994, 1995, 1996) y fue subcampeón de la Copa Libertadores de América en 1997. Técnicamente Julinho era más, mucho más que el deficiente Santiago Carty y el irregular Flavio Maestri. Sin embargo, su rendimiento en la selección nunca estuvo por encima de ambos jugadores. Sin duda le pesó la camiseta, pero no la de Perú sino la de Brasil. Nunca pudo despojarse de una camiseta que había logrado en cuatro oportunidades la Copa Mundial de Fútbol (1958, 1962, 1970 y 1994) y en cuatro ocasiones la Copa América (1919, 1922, 1949 y 1989). Julinho renunció a la nacionalidad brasileña, ciertamente, pero nunca dejó de ser brasileño. Legalmente había adquirido la nacionalidad peruana, pero moral, emocional y racionalmente nunca se sintió peruano. Las pocas veces que Julinho jugó con la camiseta nacional siempre tuvo como antagonista a la selección brasileña. Y, como era de esperarse, todos los encuentros los perdió, algunos incluso por goleada.

Julio César Uribe. Denominado “El último de los Mohicanos” por el notable periodista Emilio Lafferranderie“El Veco”, para dejar en claro que fue el último de los grandes de una generación gloriosa de futbolistas peruanos, Julio César Uribe, conocido también por el apelativo de “El Diamante Negro”, es incuestionablemente uno de los mejores centrocampistas armadores de todos los tiempos. Su regate, su habilidad y su extraordinaria técnica pudieron ser apreciados tanto en el Perú como en Italia, México y Colombia. Al lado de César Cueto, José Velásquez, Héctor Chumpitaz, Juan Carlos Oblitas y Gerónimo Barbadillo, entre otros extraordinarios jugadores, clasificó a la selección peruana al Mundial España 82.

Sin embargo, no es menos cierto que le faltó un peldaño para llegar a la cima y cerrar con broche de oro su carrera profesional, acaso coronándose campeón con un club importante del orbe o destacando nítidamente en un campeonato mundial. Pero lamentablemente  Julio César Uribe nunca pudo superar el escollo que le impidió llegar a la cúspide: Él mismo, su personalidad, su ego, que acaso afloró el día que se le premió como el tercer mejor jugador de América en el Monumental de River Plate  ante 90 mil aficionados. ¿Consideró que se trataba de una premiación mezquina dado que se circunscribía únicamente al continente americano? ¿Se sintió postergado al ser ubicado por debajo de Diego Armando Maradona y Arthur Antunes Coimbra, Zico, quienes ocuparon el primer y segundo puesto, respectivamente?

En pleno campeonato mundial (España 82) declaró: “Me marcan más que a Zico y a Maradona” y, en la culminación del mismo, señaló que Elba de Paula Lima, Tim, técnico de la selección peruana, y Teófilo Cubillas, excepcional delantero de la selección, habían malogrado su futuro. Salvo su estadía en el Cagliari Calcio, que duró tres años (1982 – 1985), Julio César Uribe permaneció un año en ulteriores clubes, y en algunos casos tan solo unos meses. Por discrepancias con el técnico, renunció sucesivamente al Gagliari Calcio, al América de Cali, al Club América, al Tecos y al Sporting Cristal (de Juan Carlos Oblitas). Para explicar y justificar cada una de sus dimisiones, Julio César Uribe se valió de un arma tanto o más poderosa que su endiablado dribling: el verbo, que alcanzará su máxima dimensión cuando ejerza el oficio de director técnico. Si de Jesucristo se afirma que es verbo hecho carne; de Julio César Uribe se podría decir que es carne que se vuelve verbo.

Dirigiendo al club Alianza Lima (1995) declaró lo siguiente al final de un encuentro trascendental que perdió ante F.C. Melgar“La estrategia fue perfecta, pero no hubo respuesta de los jugadores”. Cuando tuvo a su cargo el club Carlos. A. Manucci (1992-1994) percibió que los malos resultados de su equipo eran producto de una conspiración de los árbitros contra su persona; a fin de no seguir perjudicándolo, se sacrificó presentando su  carta de renuncia. Si como jugador adjudicaba a sus compañeros y al técnico la responsabilidad de las derrotas y fracasos, como director técnico la  responsabilidad se las atribuía a sus dirigidos y a los árbitros.

Sin embargo, va ser su capacidad verbal la que lo llevará a ocupar el más alto cargo que todo entrenador aspira en su carrera: dirigir a la selección de su país. En realidad tomó la posta del técnico Francisco Maturana, quien había dejado el equipo nacional al borde de la eliminaciónCabían dos posibilidades para encarar el resto de las Eliminatorias (Corea del Sur – Japón 2002): dar por concluido el sueño de la clasificación, asumiendo los partidos restantes con seriedad pero pensando ya en las próximas eliminatorias; o, de lo contrario, renovar el sueño clasificatorio, llevando a cabo ajustes en el equipo y en el sistema de juego. A juzgar por el discurso que emitió en su presentación oficial, Julio César Uribe afrontó el reto pensando que las opciones de clasificación estaban intactas. Más aún, cada vez que tomaba la palabra, los aficionados tenían la sensación que éstas se incrementaban. Y en los momentos de mayor efervescencia, percibían que la clasificación al mundial ya se estaba materializando.

Por suerte, a diferencia de Maturana, cuyo sueño de clasificación se disipó lentamente, el sueño de Uribe se desvaneció abruptamente. La derrota en el primer encuentro de la Segunda Ronda ante Paraguay fue tan clara, justa y contundente que el impacto de la eliminación tuvo un efecto fulminante. Cinco años después la comisión de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) lo nombró nuevamente técnico de la selección, aunque en esa oportunidad para afrontar la Copa América 2007. Ni en el campo periodístico ni en el de la afición encontró ninguna resistencia. Más aún la gran mayoría recibió la noticia con satisfacción. Y es que, para un país cuya mayoría de la población sufre de Alzheimer, cinco años era demasiado.

En la convocatoria preliminar sorprendió menos la inclusión de su hijo, Edson Uribe, que la justificación del mismo. Cuando se le consultó sobre el motivo, Julio César Uribe señaló: “Mi hijo tiene los conceptos muy claros”. A algunos aficionados la respuesta los dejó desconcertados, a otros pensando y a la gran mayoría en el limbo. Que Edson Uribe tenía un conocimiento inmejorable de los fundamentos básicos del fútbol parecía ser el significado más apropiado. Sin embargo, no quedaba claro si su conocimiento era solo de carácter teórico o también era práctico. La duda se disipó en poco tiempo y esta vez la respuesta de Julio César Uribe fue clara y contundente: marginó a su hijo de la convocatoria final.

Descarnada, fría, inapelable, la estadística es el mejor referente para establecer un balance de su corta gestión. La selección obtuvo un triunfo ante Uruguay (3-0), un empate ante Bolivia (2-2), y dos derrotas, una ante Venezuela (0-2) y otra ante Argentina (1-4). De 12 puntos posibles, sólo logró 4 puntos. En cuanto a la diferencia de goles, convirtió menos que lo que recibió, 6 goles a favor contra 8. En suma, aplicando cualquiera de las cuatro operaciones matemáticas el resultado es siempre el mismo: fracaso, desilusión, vergüenza.  Sin embargo, a raíz de una encuesta (2013) sobre técnicos nacionales que le resultó favorable, Julio César Uribe manifestó lo siguiente: “En el tiempo valoran lo que hice por mi selección de manera honesta, intensa y profesional… ante Uruguay, en la Copa, se jugó muy bien. En general, me siento agradecido. No es casualidad que hayamos clasificado a una siguiente etapa de Copa América solo con 15 días de trabajo. Hicimos grandes partidos tácticamente”. Sería injusto atribuir a su ego descomunal y a su nula capacidad de autocrítica declaraciones tan sorprendentes; se debe tener presente sobre todo su verbo prestidigitador, que con suma destreza transforma lo oscuro en luminoso, lo adverso en favorable, el error en acierto, el fracaso en triunfo.

Luis Guadalupe. De complexión atlética y con un metro noventa y tres centímetros de estatura, sin duda la naturaleza ha sido pródiga con Luis Guadalupe. Apareció en el fútbol peruano desempeñando el puesto de delantero. Aprovechando su descomunal potencia, los técnicos lo utilizaban como arma mortal en los contragolpes: “El Cuto” se proyectaba hacia el área como un ferrocarril sin que nadie pudiera detenerlo. Empero, los rivales no tardaron en encontrar la fórmula para neutralizarlo. Carente de habilidad y técnica, los defensores se las ingeniaban para obstaculizarlo o desestabilizarlo. A fin de recuperar su efectividad, Luis Guadalupe explotó al máximo el reglamento de la FIFA, valiéndose de sus falencias, intersticios y rigideces, y sacó pleno provecho de su generosa anatomía, buscando el choque, repartiendo patadas por doquier, y aplicando codazos y manotazos. Nada de esto, sin embargo, habría surtido efecto de no haber puesto en práctica una cualidad poco común en el fútbol: el histrionismo. De su cuantioso repertorio, Luis Guadalupe solía recurrir a las caídas aparatosas, la simulación de lesiones, la provocación de grescas. En su faceta menos nociva se podía ver a un Luis Guadalupe cantando y bailando, haciendo gestos y ademanes, burlándose y riéndose de manera estridente. Aun cuando a muchos aficionados les ocasionaba risas e incluso carcajadas, a otros los sacaba de quicio. Los más conservadores aducían que un personaje de semejante índole dañaba la imagen del fútbol peruano. Con un espectro de por sí bastante variopinto, en la cual alternaban paquetes y parrilleros, bluperos pasivos y activos, juergueros eventuales y a tiempo completo, donjuanes de modelos y vedettes, visitantes asiduos de comisarías y penitenciarías, vegetarianos espiritistas e inhaladores espirituales, la presencia de un clown dentro y fuera de la cancha no alteraba en nada el panorama. Eso sí, dejaba la sensación de que una suerte de maldición se había posesionado del fútbol peruano.

Desde su aparición con el Yo Calidad Chalaco, pasando por Universitario de Deportes, club con el cual obtuvo tres campeonatos consecutivos, hasta equipos extranjeros como el Independiente de Avellaneda, Luis Guadalupe había sido ubicado en todas las zonas posibles del campo. Esa suerte de ubicuidad en la cancha – carrilero, back central, volante de contención, volante externo, puntero, delantero centro, etc.- hizo pensar a muchos que se trataba de un jugador polifuncional. Con el tiempo se pudo advertir que los constantes cambios de posición se debían a que no rendía satisfactoriamente en ninguna. En la defensa era un peligro permanente, dada su tendencia a cometer penales y autogoles; en el medio campo las expulsiones eran continuas debido a su manera brutal de marcar; y en el ataque, su producción era estéril causado por sus escasos recursos técnicos. Pero como quiera que no hay profesional que no tenga algo de bueno, a su favor se podría decir que se trataba de un jugador regular, puesto que su rendimiento en cualquier zona del campo era casi siempre nulo.

Un hecho que alguna vez fue historia pero que hoy se propala como leyenda urbana sucedió en el año 2000, cuando Luis Guadalupe fue transferido al club KV Mechelen de la Liga Jupiter Belga. Vender a un jugador con pocas virtudes y muchas limitaciones al exigente mercado europeo comportaba todo un desafío para los empresarios. En rigor, sólo cabían dos posibilidades para plasmarlo en la realidad: mejorar sustancialmente su nivel técnico o editar un video de sus mejores momentos futbolísticos. La primera hubiese requerido de un esfuerzo sobrenatural y al final lo más probable es que no se habrían logrado los frutos deseados. En cuanto a la segunda, aun aplicando las técnicas más avanzadas en la edición de vídeos, con suma dificultad se habría podido engendrar una versión superada de Luis Guadalupe, que en el mejor de los casos lo hubiera hecho atractivo para el mercado de Oceanía. Lo cierto es que sobre su venta se han esbozado no pocas hipótesis, la más verosímil era aquella que sostenía que la estrategia marketera había consistido en utilizar el mensaje subliminal, interpolando en el video imágenes de jugadores excepcionales como Pele o Ronaldinho. Pronto, sin embargo, se supo la verdad: Eduardo Esidio había sustituido a Luis Guadalupe, videos de lo mejor de Eduardo Esidio se hicieron pasar como si fueran de Luis Guadalupe. Eduardo Esidio era un jugador brasileño que militó en el club crema y que destacó por su potencia y velocidad, así como por su fuerte disparo de zurda. La distancia futbolística entre Guadalupe y Esidio era, pues, abismal, pero de cerca el parecido físico era considerable y de lejos no había forma cómo distinguirlos. En el primer día de entrenamiento, el técnico belga no tardó en descubrir el engaño, al percatarse de que la pierna izquierda solo le servía para caminar y correr, pero que en el plano estrictamente futbolístico era prácticamente un inválido. No sospechaba, sin embargo, que con el transcurrir de los días iba a descubrir un drama aún mayor: que su flamante adquisición era ambidiestro, vale decir, un torpe con ambos pies. 

Pero la carrera de Luis Guadalupe no siempre fue un lastre; en el 2005 se produjo un hito en su producción que marcaría un punto de quiebre en el fútbol nacional. Aficionados, periodistas y directores técnicos consideraron que “El Cuto” había mejorado notablemente su nivel en Universitario de Deportes, club donde venía alternando de back central durante siete años, luego de habérsele probado en todas las zonas del campo. Fiel a su política de dar prioridad a los mejores jugadores del medio local (y del extranjero), Paulo Autuori, técnico de la selección para las Eliminatorias Alemania 2006, vio por conveniente su convocatoria para el encuentro de visita contra Brasil, cuya plantilla de jugadores estaba conformada por una constelación de estrellas, como Ronaldo, Kaká, Ronaldiho, Roberto Carlos, entre otros. Luis Guadalupe ingresó faltando casi un cuarto de hora; al minuto, Ronaldinho, Ronaldo y Kaká combinaron con suma destreza y este último convirtió. Kaká superó sin dificultad a Luis Guadalupe y, luego, ante la salida del arquero, disparó al arco con mucha categoría. No cabía duda de que su ingreso había distendido el esquema defensivo del cuadro nacional. Quienes observaron el encuentro no podían creer que era el mismo que había dado muestras de una mejora exponencial en el fútbol local. Lento, sin reflejos y harto torpe se preguntaban una y otra vez si no habían sido objetos de una ilusión óptica. Después de numerosas e interminables disquisiciones tuvieron que admitir que habían incurrido en un error de percepción. Si Luis Guadalupe estaba destacando en el campeonato local no era porque Luis Guadalupe había mejorado su rendimiento sino porque el campeonato local había descendido su nivel considerablemente. En suma, el pésimo perfomance de Luis Guadalupe había servido para poner en conocimiento una terrible verdad a los dirigentes, empresarios y a instituciones del Estado: el fútbol peruano había tocado fondo. No cabe duda que esta es la página más destacada que Luis Guadalupe ha aportado a la historia del fútbol peruano.

Luis Reyna. El firmamento futbolístico está conformado por astros, satélites y estrellas fugaces. Hasta antes del encuentro de Perú contra Argentina por las Eliminatorias México 86, Luis Reyna, un volante de marca, no figuraba en el ámbito mundial. Había destacado vistiendo la camiseta de Sporting Cristal y de la selección peruana, pero su rendimiento nunca había trascendido la frontera nacional. Roberto Challe, director de la selección nacional, se encargó de encomendarle una misión que marcará un punto de quiebre en su carrera: anular a Diego Armando Maradona. Emulando a Claudio Gentile, defensor italiano que lo había neutralizado en el mundial de España 82, valiéndose de armas más vedadas que lícitas, Luis Reyna anuló a Diego Armando Maradona. Finalizado el partido, Diego Armando Maradona continuó siendo el astro y Luis Reyna se convirtió en uno de sus satélites.

Manuel Burga. Nombrado presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) en el 2002, reemplazando a su mentor Nicolás Delfino, Manuel Burga Seoane fue reelecto en el cargo en el 2007 y el 2010. Convencido de que solo mediante proyectos a largo plazo se pueden lograr resultados importantes, permaneció en el cargo durante doce años. Quiso igualar el récord de Julio Grondona, quien estuvo al mando de la Asociación del Fútbol Argentino por 35 años, pero el comité electoral de la FPF le negó la posibilidad de postular a la relección. Sin duda pesaron mucho los fracasos en las Eliminatorias: Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, pese haber experimentado con técnicos de diversa envergadura: capaz y con experiencia (Paulo Autori); capaz pero con poca experiencia (Freddy Ternero); incapaz pero con muy poca experiencia (José del Solar) y capaz pero con demasiada experiencia (Sergio Markarián). La imposibilidad de seguir al mando de la FPF (2014) no le permitió poner en práctica su experimento más osado: poco capaz pero sin ninguna experiencia (Pablo Bengochea). Su proclividad a eternizarse en el cargo le generó animadversión por parte de aficionados, periodistas, ex deportistas e incluso dirigentes. El momento más álgido de su gestión se produjo en el 2008 cuando Arturo Woodman, presidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD), desconoció su reelección a la presidencia de la FPF. Respaldado por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), Manuel Burga lo colocó ante una situación límite que lo hizo retroceder: Fútbol Peruano con Burga participando en torneos internacionales; Fútbol Peruano sin Burga pero fuera de torneos internacionales. En el 2016 fue extraditado a los Estados Unidos por supuestamente haber recibió dinero de sobornos y de lavado de activos, pero luego fue absuelto por el jurado de Nueva York que determinó su inocencia. En el 2023, estando ya alejado del fútbol, el Órgano de Decisión de la Comisión de Ética independiente de la FIFA lo inhabilitó de por vida al descubrir que había participado en actos de corrupción. Así, pues, una vez más, el Fútbol Peruano no pudo escapar de su destino fatal: obtener triunfos con sabor a derrotas.

Mario Gómez. En las últimas décadas el Fútbol Peruano ha estrechado sus fronteras con las discotecas, los sets de televisión y las pasarelas. Nada haría presagiar que alguna vez colindaría con las comisarías, la penitenciaría y las cárceles. Surgido de las calles duras del Callao, Mario “Machito” Gómez hizo su debut profesional en Universitario de Deportes (1998), equipo dirigido por el técnico argentino Oswaldo Piazza. Gracias a su padre, el “Macho” Gómez, quien también se dedicó al fútbol profesional (Mariscal Sucre), lleva el hipocorístico “Machito”. Pese a ser diestro y de jugar en sus inicios de delantero, Juan Carlos Oblitas lo ubicó de marcador de punta izquierdo en la selección Sub 20 (1999), adaptándose con suma facilidad, al punto que en su club continuó jugando en ese puesto hasta consolidarse como uno de los mejores en el medio local. “Machito” destacó por su entrega, su afán de superación y su habilidad para sortear jugadores cuando se lanzaba al ataque, pero sobre todo por su vehemencia, su exceso de fuerza y en no pocas oportunidades su mala fe. Todo parecía indicar que, en mayor o en menor medida, había encontrado una disciplina que le permitía canalizar su innata agresividad. Hasta que se produjo el encuentro callejero (2001) con otro chalaco, Carlos “Kukín” Flórez, jugador del Sport Boys. “Machito” sintió que había llegado la ocasión de mostrar toda su bravura en las calles de El Callao. Sin canilleras, sin reglamento, sin árbitros, se dispuso a forjar su propia leyenda urbana. Sin embargo, la fortuna no lo acompañó, pues acabó internado en un hospital. Un integrante de la banda de Kukín lo había atacado por la espalda con una botella rota.  La herida será la impronta que lo avalará como un integrante de los bajos fondos, una especie de código de barra que lo distinguirá en el mundo delincuencial. Al año siguiente, dará un paso más en su carrera delictiva que le abrirá las puertas del Poder Judicial: provocó una balacera en el Club Atlético Bilis (Callao), ocasionando la muerte de Gloria Prieto Pimentel (28), luego de ser herida gravemente por una bala. Los tribunales enviaron a “Machito” ”Gómez al penal Sarita Colonia acusado de homicidio. Permaneció 73 días y salió bajo libertad condicional el 11 de junio del 2003. Seis años después fue internado en el penal Santa Mónica por lesiones graves a un menor de edad y por tenencia ilegal de armas de fuego. Si bien en los barrios porteños fue ascendiendo en el mundo del hampa, en el plano futbolístico su nivel fue decayendo progresivamente. Militó en nueve equipos nacionales, jugando por Los Caimanes en su última temporada, un club de Segunda División. “Machito” Gómez solo destacó en Universitario de Deportes, donde jugó en seis temporadas. No fue casual puesto que su conducta no colisionaba con los parámetros morales establecidos por su presidente Alfredo González Salazar y aprobados por la Trinchera Norte.

Max Barrios. Fue convocado por la selección peruana para el Campeonato Sudamericano de Fútbol Sub20 del 2013, pero en pleno evento se descubrió que no era peruano sino ecuatoriano y que no tenía 17 años sino 25 y que tampoco se llamaba Max Barrios sino Juan Carlos Espinoza Mercado. Cuando se esperaba una nueva revelación sobre su persona – ya solo faltaba que se pusiera de manifiesto su verdadera identidad sexual- el tal Max, o lo que quedaba de Max, huyó del Perú. El hecho dejó en claro que, cuando el Estado Peruano y la Federación Peruana de Fútbol unen fuerzas, son capaces de cometer disparates descomunales.

PABLO BENGOCHEA

Pablo Bengochea. Connotado ex jugador uruguayo cuya carrera profesional como técnico de Perú se vio frustrada por un cambio de mando en el máximo organismo del fútbol nacional. A comienzos de febrero del 2014 Manuel Burga, presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), anunció que anhelaba contar con los servicios de Marcelo Bielsa, técnico argentino de notable trayectoria, a fin de que se hiciera cargo de la selección con miras a la Copa América 2015 y las Eliminatorias Rusia 2018. Tanto los aficionados como los medios de prensa celebraron la noticia. Sin embargo, el técnico argentino rechazó la propuesta. Casi de inmediato la FPF nombró en el cargo a Pablo Bengochea. Se trataba de un viraje radical respecto al perfil que el técnico de la selección peruana debía poseer. De exigir uno sapiente, competente y experimentado como Marcelo Bielsa, se optaba por un aprendiz, con poca competencia y sin ninguna experiencia como Pablo Bengochea. Todo parecía indicar que se había producido un cambio en el enfoque de la FPF: el técnico ya no estaría al servicio de la selección peruana; ahora, la selección peruana estaría al servicio del técnico. Ante tantos fracasos, esta cumpliría el rol de una escuela, de una escuela de entrenadores. Con la Copa América Pablo Bengochea obtendría su bachillerato y con las Eliminatorias Mundialistas su tesis de licenciatura. Sin embargo, el proyecto bengocheísta duró pocos meses. El 18 de diciembre se realizaron las elecciones presidenciales de la FPF. Ganó Edwin Oviedo y éste anunció que el técnico uruguayo no estaba en sus planes. Una vez más un proyecto futbolístico en el Perú quedaba trunco, en tanto que la historia se encargó de rebajar el papel desempeñado por Pablo Bengochea con la selección: de técnico aprendiz pasó a denominársele técnico fusible.

Phillip Butters. De ascendiente inglés, Phillip Butters estudió en el colegio Santa María Marianista y en la Universidad de Lima (donde siguió la carrera de administración de empresas), pero fueron sobre todo la esquina, la calle, el barrio los que perfilaron su personalidad, que se refleja claramente en su estilo periodístico: Frontal, agresivo, ácido y demoledor. Con más de treinta años de no clasificar a un mundial, realizar presentaciones mediocres en la Copa América y quedar eliminados en la primera fase de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana, percibió que en el fútbol peruano el carácter predictivo es menos perfectible que en los desastres naturales, en los movimientos sísmicos, en el tiempo y en el clima. Así, pues, vaticinó, antes de que se iniciaran las Eliminatorias Brasil 2014, que Perú no iba a ir al mundial. Responsable en extremo de su labor periodística, estuvo al tanto de que su vaticinio se materializara progresivamente en cada fecha eliminatoria. Ni siquiera el nombramiento de Sergio Markarián, con un currículo pletórico de triunfos, clasificaciones y campeonatos, lo hizo virar en su convicción. Aunque muchos periodistas y aficionados sospechaban que el técnico uruguayo había ingresado a una etapa de declive en su carrera, cuyo indicio más claro sería precisamente el haber aceptado el cargo ofrecido por la FPF, Phillip Butters consideró que el técnico charrúa estaba en contubernio con la FPF para estafar a la hinchada. Con el afán de estigmatizarlo a lo largo de todo el proceso, lo rebautizó llamándolo indistintamente Estafarián y Mermelarián. Aun cuando en su larga trayectoria se ha desenvuelto en la prensa escrita, la radio y la televisión, es en esta última donde Phillip Butters ha sacado a relucir todo su potencial. Y es que su capacidad de analizar, juzgar y descalificar solo puede ser apreciada en toda su dimensión a través de imágenes. Con un dominio casi perfecto de sus músculos faciales, fruto de una práctica constante y disciplinada, Phillips Butters expresa en su rostro toda la indignación que le produce el fútbol peruano. Para referirse a la crisis de este deporte y a sus responsables, nunca dejó de recurrir a su generoso vocabulario coprolálico. “El fútbol peruano está podrido, está “enmierdado” por culpa de los dirigentes y los jugadores sin compromiso”, es una de sus expresiones más difundidas.

Piero Alva. Hijo del ex jugador Fernando Alva, de quien hereda no sólo su inclinación por el fútbol sino su sobrenombre, “El Zorro”, Piero Alva surge de las canteras del Ciclista Lima y se consolida como futbolista profesional en Universitario de Deportes. Su parentesco, sin embargo, le viene menos por el lado familiar que por el futbolístico. Podría ser el clon de Wílmer Aguirre, pero no por su apariencia física sino por sus deficiencias técnicas. Al igual que Wílmer Aguirre, que también lleva un apelativo igual, solo que en diminutivo, “El Zorrito”, Piero Alva posee habilidad para sortear rivales, pero poca capacidad para definir frente al arco contrario. Tanto el promedio de gol de Piero Alva como el de Wílmer Aguirre es muy escaso; solo los diferencia el calibre de sus anotaciones, mientras que los de Wílmer Aguirre suelen ser convencionales, los de Piero Alva suelen ser insólitos. Como si estas afinidades no fuesen suficientes, ambos delanteros cuentan con un hito en su carrera profesional. En el caso de Wílmer Aguirre éste se produjo la vez  que jugó un partido excepcional ante Estudiantes de la Plata por la Copa Libertadores (2010); en el caso de Piero Alva, la vez que pasó por alto el fair play en un encuentro entre César Vallejo y Unión Comercio por el campeonato nacional (2013). Luego de recibir una patada casual de uno de sus compañeros, el arquero de Unión Comercio, Juan Flores, se tiró al campo lesionado y dejó el balón a un costado del campo. Sidney Faiffer trató de despejar la pelota al lateral, pero Piero Alva la interceptó y esta ingresó al arco desguarnecido. Semejante a una epifanía, Piero Alva descubrió el carácter subjetivo del fair play: en última instancia será la coyuntura la que determine la pertinencia de su aplicación. César Vallejo requería del gol, a fin de consolidar el triunfo, ya que estaba ganando por 2 a 1, en tanto que él venía de una prolongada sequía de goles, de modo que no podía darse el lujo de desperdiciar semejante ocasión. Desafiando las múltiples críticas, provenientes no sólo de medios nacionales sino extranjeros, uno de los cuales calificó su gol como el más despreciable de todos los tiempos, Piero Alva justificó su gol aduciendo que el arquero Juan Flores había simulado su lesión. Difícilmente podrá hallarse una secuencia más apropiada para ilustrar la crisis del fútbol peruano: Un blooper que genera un anti fair play, que a su vez genera otro blooper.

 

Pulpo Paul. Nacido en WeymouthInglaterra, pero criado en Sea Life Centre en Oberhausen, Alemania, Paul era un cefalópodo que se hizo famoso por predecir certeramente los resultados de los partidos de la Eurocopa 2008 y el Mundial Sudáfrica 2010. Inteligente como todos los de su especie, poseedor de una excelente memoria, astuto para ocultarse de sus enemigos, capaz de solucionar problemas difíciles, sus dueños descubrieron que también estaba calificado para pronosticar resultados de encuentros de fútbol.  Como era de esperarse, Paul tuvo muchos detractores, quienes consideraban que era manipulado por sus amos. Sin embargo, nada impidió que Paul ejerciera el oficio de oráculo hasta sus últimos días. El destino quiso felizmente que Paul naciera y creciera en Europa, sin duda un lugar propicio para desarrollar su talento innato. De haber nacido o crecido en un país como Perú su suerte habría sido distinta. Sus opciones de trabajo hubieran sido mínimas: encerrado en un acuario, atractivo en un zoológico o, peor aún, de aperitivo en una cebichería de mala muerte. En suma, no hubiera podido desarrollar ese don que Dios o la naturaleza lo había dotado. En un campeonato tan mediocre como el Descentralizado, cuyo único encanto se reduce en ignorar el resultado de los encuentros, Paul no hubiese tenido posibilidad alguna de triunfar. En tanto que ejercer de oráculo en las Eliminatorias Mundialistas hubiera sido un trabajo estéril, pues los hinchas se han convertido desde hace buen tiempo en pronosticadores infalibles de los resultados del combinado nacional. Sólo le hubiera quedado como única posibilidad la de vaticinador de scores, que de haber obtenido éxito habría puesto en peligro su vida, pues se habría interpretado como una burla a la situación crítica del fútbol peruano.

Raúl “Lalo” Maradona. Al igual que su hermano menor, Diego Armando Maradona, era zurdo de padre y madre y poseía su misma estatura y corte de cabello, y había militado en el Atlético Boca Juniors, uno de los clubes más importantes del fútbol argentino. A los dirigentes del club Deportivo Municipal tales atributos les resultaron más que suficientes para contratarlo por la respetable suma de 70 mil dólares. Bastaron unos minutos en la cancha para que el parentesco futbolístico con su hermano se desvaneciera. Del mismo modo que les sucedió a los españoles, japoneses, canadienses y los propios argentinos, el club limeño había sido víctima del gen maradoniano, creencia que daba por sentado que el talento excepcional de Diego Armando Maradona estaba diseminado en todos sus parientes.

Reimond Manco. De un jugador de condiciones excepcionales se suele decir que nació con un balón entre sus pies. De Reimond Manco se puede decir, a juzgar por su carrera profesional, que vino al mundo con una pelota entre sus pies, un vaso de cerveza en la mano y una vedette en la otra. Desde sus inicios en el fútbol profesional se empecinó en demostrar que sí es posible conjugar el deporte con el trago, las modelos y las malas noches. Su partida de nacimiento en el fútbol se dio en el 2007 con su participación en el Campeonato Sudamericano Sub-17 llevado a cabo en Ecuador. Al quedar ubicado en el cuarto lugar, el equipo clasificó al mundial. Reimond Manco destacó nítidamente: convirtió 3 goles y la Conmebol lo declaró como el mejor jugador del torneo. En la Copa Mundial de Fútbol Sub-17 de 2007 realizada en Corea del Sur, no hizo más que confirmar su categoría. La selección clasificó a los cuartos de final, gracias a su gran desempeño y a sus goles decisivos ante Tayikistán. La afición y los medios de prensa se rindieron ante su indiscutible calidad y saludaron con sumo entusiasmo la aparición de un nuevo crack. Dos años después pasó a formar parte del club PSV Eindoven, considerado uno de los grandes de Holanda junto al Ajax de Ámsterdam y el Feyenoord de Róterdam. Todo apuntaba a que seguiría los pasos de Jefferson Farfán, quien había destacado nítidamente en el fútbol neerlandés. Sin embargo, no pasarían dos años que el PSV Eindoven lo cedería a préstamo al Juan Aurich de Chiclayo. Se trataba sin duda de un retroceso en su carrera. Era el momento indicado para detenerse en el camino, reflexionar sobre su recorrido, hacer un mea culpa. Empero, un incidente con una modelo y actriz dejará en claro que su ego se mantenía invulnerable. Reimond Manco invitó a Shirley Arica a Chiclayo y le pidió que sea su enamorada. La modelo y actriz rechazó su oferta. El jugador consideró que, al estar ante la presencia de un crack de dimensiones colosales, la chica se sentía corta, insegura, incrédula. Para tranquilizarla y hacerle saber que su presencia era genuina le soltó la frase: ”Tócame que soy realidad”. Cuando retornó al Perú y firmó por Juan Aurich de Chiclayo no vislumbró que sería el primer peldaño que lo conduciría indefectiblemente hacia el abismo. Haciendo un balance de su carrera, Reimond Manco jugó en total por 18 equipos, 14 nacionales y 4 extranjeros. Del fútbol europeo pasó al fútbol nacional para acabar militando en uno de la Copa Perú. ¿Cuántas veces al día se habrá visto obligado a tocarse a sí mismo para convencerse que la persona que la Conmebol designó como el mejor jugador de un torneo internacional es el mismo que acabó jugando por equipos de cuarta categoría?

Roberto Agüero. Se parecía a Teófilo Cubillas porque jugaba con las medias caídas, a Perico León porque le gustaba escaparse de las concentraciones y a César Cueto por el corte de cabello y sus pases matemáticos a jugadores rivales. Roberto Agüero nació el 24 de marzo de 1952 en Chincha (Ica), esa sucursal en gran escala de La Victoria (Lima). A los 14 años pasó de las barriadas de El Carmen (Chincha) a formar parte de las divisiones inferiores del club Alianza Lima. Debutó a los 19 años pero nunca pudo alternar de titular en el club de La Victoria. “No era malo como para no ser tomado en cuenta, pero tampoco lo suficientemente bueno como para jugar en el equipo titular. Estaba destinado a ser, pues, un calentador de banca”, comentó. Roberto Agüero tenía que ganarse un puesto en un equipo lleno de estrellas, considerado el último rodillo negro: “Pitín” Zegarra, Julio Baylón, “Perico” León, Teófilo Cubillas. Además, acababa de debutar César Cueto. Rodeado de jugadores de tanto nivel pensaba que el destino le estaba escamoteando la posibilidad de jugar. “Acepto cuando me dicen que fui un privilegiado por haber entrenado y jugado partidos de práctica con jugadores de gran calidad, pero no cuando me dicen que yo he jugado en la época dorada del fútbol peruano. Nada más falso. La época dorada del fútbol peruano empezó a fines de los ochenta, continuó  en los noventa y el dos mil, y prosigue hasta el día de hoy. Está visto que hoy en día no se requiere de mucho talento para jugar; es más, jugadores de un nivel muy discreto ganan sumas elevadas, se pasean con carros último modelo, cortejan a las modelos más ricas y, como si fuera poco, aparecen en las páginas policiales y del espectáculo más que en las deportivas” refirió con cierto malestarRoberto Agüero. Como por encima de todo quería jugar y sabía que no tenía ninguna posibilidaden el cuadro íntimo optó por irse a otro club.Al año siguiente, José Gálvez de Chimbote, equipo recientemente ascendido a la primera división, decidió contar con sus servicios. Sin embargo, la alegría no le duró mucho. El equipo chimbotano recibió ayuda económica de empresarios vinculados a Pesca Perú y Sider Perú para conformar un equipo con serias aspiraciones. Así, pues, contrató a César Cueto, aunque en calidad de préstamo.  “Su sola presencia ya era motivo para rescindir contrato, pero además el club contrató a Luis La Fuente, Mariano Loo, Rubén Techera, Mazzo, entre otros de calidad indiscutible”, comenta Agüero. Sin embargo, Agüero alternó en el equipo titular en varios encuentros. “Era, digamos, el suplente oficial de César Cueto; en los minutos finales ingresaba para reemplazarlo”, añadió. Una vez que finalizó su contrato con el club de Chimbote se fue al Callao y llegó a un buen entendimiento económico con el presidente del Sport Boys. “Siempre quise jugar en equipos de fuerte arraigo popular; en la vida hubiese jugado por Sporting Cristal”. En el club porteño se encontró con otro jugador de zurda prodigiosa, Wálter Daga, quien no escribía poemas con el balón como Cueto; disparaba el balón como si fuera un misil. “Era capaz de convertir goles de larga distancia, de tiro libre y, sobre todo, de tiro de esquina, los llamados goles olímpicos”, refirió. Con él aprendió a perfeccionar los pases largos y los tiros libres, pero sobre todo a tomar alcohol. “Se decía de él que era un bebedor metódico, porque le metía de todo. A mí no me consta; yo solo lo vi tomar cerveza en grandes cantidades. Y, sí, no lo puedo negar, me inculcó el culto a la bebida, pero nunca llegué al extremo de llegar borracho a los entrenamientos o llegar a mi casa cargado por un taxista como Reimond Manco”, aseguró. Aun cuando jugaba menos que en José Gálvez, permaneció muchos años en el equipo chalaco.A diferencia de otros clubes, Roberto Agüero no se sentía desarraigado; por el contrario por vez primera se sentía que estaba en su casa. “Tenía todo lo que un futbolista deseaba tener, amigos, dinero, al menos el suficiente, alcohol y, por supuesto, mujeres. Y cuando digo mujeres, hablo de chicas A1, no de chuchumecas. Si bien estaba casado y con hijos, siempre me las ingeniaba para darme mis escapadas. En el Callao había harto lugares para pasarla bien”, señaló. Cuando Walter Daga acabó su contrato, recibió una oferta de Alfonso Ugarte de Puno. “A mí me quiso llevar. Físicamente estaba bien, pero me sentía demasiado viejo para adaptarme a la altura. Walter, en cambio, pese a contar con una barriga descomunal, forjada por el exceso de rabioles y chelas, se adaptó rápidamente, y convirtió goles de todo calibre”, expresó. Agüero. La salida de Daga le permitió a Agüero convertirse en titular indiscutible. “En el declive de mi carrera recién pude lograr el objetivo de mi vida como futbolista: Ser titular en un equipo grande. Es cierto que el Boys bajó de nivel con la salida de Wálter, pero no me podía quejar”, señaló Agüero. No sabía que estaba jugando sus últimos partidos, no sólo en el equipo chalaco sino en el fútbol profesional. “Si hubiese jugado en esta época, les aseguro que habría jugado hasta los cincuenta años, como Sergio Ibarra, quien militó en todos los equipo peruanos de primera división” puntualizó.

SPORT HUANCAYO VS UNION COMERCIO

Sergio Ibarra. Argentino de nacimiento, el “Checho”, como usualmente se le conoce, debutó en el club Sportivo y Biblioteca Atenas (1990) de la Ciudad de Río Cuarto, provincia de Córdoba, Argentina. Durante dos años jugó de titular en la Primera División pero sin lograr el objetivo que se había trazado cuando se dedicó de lleno a esta profesión: destacar, hacer la diferencia, trascender. Sin vacilaciones, Sergio Ibarra tomó la determinación de elevar su nivel futbolístico. De las dos vías que se le presentaron para hacer realidad su propósito, la normal, que consiste en esforzarse al máximo para mejorar en la parte física, técnica y mental, y la excepcional, que consiste en competir en un fútbol de menor jerarquía, el argentino optó por esta última. Para que su proceso de adaptación y figuración sea lo más rápido posible eligió la Segunda División del fútbol peruano como destino. Una temporada en el Ciclista Lima (1992) le bastó para emprender una carrera exitosa en el fútbol peruano. Al año siguiente ya estaba jugando en un club de Primera División, Alianza Atlético Sullana, equipo en el que convirtió 24 goles.  Deportivo Municipal (1996-1998) y Sport Boys (1998-1999) fueron los siguientes equipos donde demostró su capacidad goleadora. En éste convirtió 19 goles y en aquél 13 goles. Vistiendo la camiseta del FBC Melgar de Arequipa (2008) logró convertirse en el goleador histórico del fútbol peruano con 215 goles, superando el récord del peruano Oswaldo “Cachito” Ramírez, quien registra195 goles en torneos nacionales oficiales. Cuatro años atrás había obtenido la Recopa con el Cienciano del Cusco, club al cual regresaría en el 2010. Debido a la crisis que atravesaba el club, no sólo se desempeñó como jugador sino como entrenador, psicólogo, masajista y hasta utilero. Algunos sostienen que, de haber tenido más ambición, podría haberse convertido en el presidente del club y, más adelante, en el de presidente del Gobierno Regional del Cusco. Para el 2011 Ibarra había convertido un total de 276 goles en torneos locales, destacando a nivel mundial por encima de jugadores de la talla como Thierry Henry y Sebastián Abreu. Por sus años de entrega al fútbol nacional; por la cantidad de goles convertidos; por haber realizado mucho con tan poco en un medio tan pobre; Sergio Ibarra se convirtió en un emblemático del fútbol peruano. Sin embargo, el fútbol peruano no supo valorar su aporte, entrega y dedicación. En el ocaso de su carrera, cuando Ibarra jugaba en condición de futbolista jubilado, con movimientos y desplazamientos más propios de un reumático que el de un atleta, ningún equipo de la Primera División quiso contar con sus servicios. Sacando a relucir su profesionalismo, optó por culminar su carrera en la Segunda División, donde demostró que aún tenía mucho que ofrecer. No son pocos los que piensan que la Dirección General de Migraciones y Naturalización (DIGEMIN) debió de haberle concedido la ciudadanía peruana de modo automático. De haber nacido en el Perú la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional (ADFP) se habría visto compelido a realizar las gestiones pertinentes en el Ministerio de Cultura para declararlo Patrimonio Arqueológico del Fútbol Peruano.

SERGIO MARKARINA COLLAGE copia

Sergio Markarián (2010-2013).  No confundir con el “Mago”, que dirigió con éxito a la selección paraguaya (mayores y Sub 23) y clubes como Olimpia, Universitario de Deportes, Sporting Cristal y Universidad de Chile. Ambos poseen el mismo nombre y apellido, han nacido en Uruguay, tienen el mismo volumen físico, son pocos tolerantes con los periodistas, deploran las críticas y gustan de las citas bíblicas. El Markarián que vino a Lima dirigió a Perú para clasificarlo al Mundial Brasil 2012, objetivo que él denominó la Tierra Prometida. Empero, a la selección la dejó varada en el desierto de la eliminación. Este Markarián dista mucho, pues, de ser un mago; es más bien un ilusionista, un maestro en el arte de ilusionar pero sin contar con los medios para materializar nada. Dejó para el recuerdo los denominados microciclos, períodos cortos de entrenamiento con miras a descubrir, repotenciar y consolidar jugadores. Sus detractores no tardaron en rebautizarlos como microsiglos, dado que contaba con jugadores de un nivel tan discreto que podían estar per seculum seculorum  entrenando sin lograr ningún avance. Más polémico resultó su trato condescendiente con Claudio Pizarro, Paolo Guerrero, Juan Vargas y Jeffersson Farfán, quienes fueron bautizados como los Cuatro Tanáticos, mejor dichos, los Cuatro Fantásticos. Al aficionado le quedó claro que el hiperbólico apelativo no trascendió del plano nominal. Memorable por lo desconcertante de su propuesta fue el sistema que empleó con la selección cada vez que jugaba de visitante. Al parecer quiso despojarse del rótulo que le impusieron en Chile de técnico ratonero, por su tendencia a retrasar a sus dirigidos para defender con todo. Con una selección repleta de pericotes y apenas cuatro gatos se imponía a toda costa un sistema de juego defensivo. Pero quizás el recuerdo que perdurará por muchos años es la vez que Markarián tildó a un hincha de miserable por haber criticado su labor al frente de la selección. A medida que el proceso eliminatorio llegaba a su fin el adjetivo se fue descafeinando hasta adquirir un tono más bien irrisorio.

Wilmer Aguirre. Un delantero eficaz conforma con el balón y las redes del arco una tríada indisoluble. A fin de rendirle un homenaje de despedida a Martín Palermo, goleador histórico del Boca Juniors, la barra le obsequió un arco de fútbol. Si Alianza Lima se viera compelida a rendirle un homenaje a Wílmer Aguirre, ¿qué objeto simbólico le obsequiaría la hinchada? ¿El vértice de un arco? ¿El horizontal? ¿El parante? ¿Una foto del arco iris? Su poco domino del balón no se limita únicamente a los pies; Wílmer Aguirre falla, con igual eficacia, con la cabeza o con cualquier parte permitida del cuerpo. Por la derecha, por el centro o por la izquierda de la zona de ataque, Wílmer Aguirre no desaprovecha la oportunidad de enviar la pelota a cualquier parte menos al fondo del arco. Lejos de ser el enemigo acérrimo de los arqueros, Wílmer Aguirre se ha convertido en el delantero que todos los arqueros sueñan tener en el bando contrario. Saben que a lo largo de los noventa minutos se convertirá en el socio involuntario de sus defensores. Si bien hasta el momento ha acumulado 122 goles en su carrera profesional, debe tenerse presente que fueron convertidos en 476 partidos, haciendo un promedio de 0.25 por encuentro, una cifra a todas luces deficiente. Y si se tiene presente la cantidad de goles fallados, las anotaciones quedan reducidas a su mínima expresión, casi desintegradas en su totalidad. Dada su tendencia a fallar goles, muchos entendidos se preguntan si sus goles anotados no habrán sido consecuencia de errores involuntarios. Empero, el destino, que no pocas veces suele ser inescrutable, le reservó en la Copa Libertadores del 2010 un partido excepcional ante el Estudiantes de la Plata. Excepcional no sólo por su extraordinaria actuación, en la cual convirtió tres soberbios goles y dio una asistencia de gol, sino por su carácter de excepción, pues por única vez justificó su apelativo de “Zorrito”, mostrándose veloz, movedizo, inteligente, astuto e infalible. La imperiosa necesidad de los dirigentes de vender al delantero a un precio exorbitante y la urgencia de un club mexicano de contar con los servicios de un jugador excepcional hicieron posible la contratación de Wílmer Aguirre por club San Luis. A juzgar por la permanencia de Wílmer Aguirre en el San Luis –nada menos que tres temporadas- , todo parece indicar que a los dirigentes aztecas les tomó mucho trabajo asimilar que el costo del producto no estaba en proporción directa con la calidad del mismo.



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