La educación pública en la India adolece de graves problemas de calidad. Tienen grandes dificultades con el nivel y actitud de maestros, malos currículos, sindicatos poderosos que actúan disfuncionalmente, y una masiva reacción de los padres de familia que llevan a sus hijos a escuelas privadas.
En Uttar Pradesh, la migración a las escuelas privadas casi vació las públicas. Pero cuando se sugirió que los maestros sin alumnos se trasladaran a las escuelas que los necesitaran, ellos organizaron protestas violentas y el Estado retrocedió. [Siguió pagando a maestros en escuelas sin alumnos]
Sin embargo, a diferencia del Perú, donde los problemas de la educación pública son muy similares, en la India, a nadie se le ocurre trabar el desarrollo de la educación privada, que crece aceleradamente (en cinco años la matrícula privada aumentó en 17 millones y la pública cayó en 13 millones).
Lamentablemente, en el Perú, desde el gobierno de Humala, la ideología estatista regresó con mucha fuerza al ministerio de Educación. Primero tuvimos a la ministra Patricia Salas que polarizó de tal manera las cosas, que se generó una reacción negativa. Pero su sucesor. Jaime Saavedra, que corrigió una serie de aspectos, mantuvo una inexplicable actitud negativa hacia la educación privada, al punto de que negaba y ocultaba su contribución con una inversión del orden del 3% del PBI. Además llenó el ministerio con asesores y consultorías de la PUCP, la universidad peruana que hoy concentra y promueve el pensamiento estatista.
Desafortunadamente, la actual ministra Marilú Martens, no ha corregido la orientación del ministerio en la que acompañó previamente a Saavedra. Hoy la educación peruana está anclada con un pésimo currículo, seguimos con la influencia estatista de la PUCP, no se promueve el aporte del sector privado, y a nivel universitario nos hemos quedado con una suerte de abusiva dictadura del Sunedu, le otorga licencia a una universidad estatal de Ayacucho que no opera, no tiene local y no cumple con ninguna regulación, pero escamotea las licencias de universidades privadas.
En educación escolar, en Lampadia hemos reiterado nuestra propuesta de hacer un “Pacto Social por la Educación”, pero nadie del ministerio se allana a, siquiera conversar al respecto.
Veamos si el ejemplo de la India genera alguna reacción en el Perú:
Desperdiciando las mentes indias
India universalizó la educación, pero no lo hizo bien
El sistema escolar más grande del mundo es también uno de los peores
The Economist
8 de Junio, 2017
Traducido y glosado por Lampadia
En 1931 Mahatma Gandhi ridiculizó la idea de que la India podría llegar a tener educación primaria universal “en un siglo”. Desde 1980, la proporción de adolescentes indios que no han llevado estudios escolares ha caído de aproximadamente del 50% al 10%. Un gran éxito para un país con más niños en edad escolar (260 millones) que cualquier otro.
Sin embargo, la India les ha fallado a estos niños. Muchos aprenden muy poco en la escuela. India puede ser famosa por sus médicos e ingenieros de élite, pero casi la mitad de sus niños de nueve años no puede hacer una simple suma de ocho más nueve. La mitad de los niños de diez años no pueden leer un párrafo para niños de siete años. A los 15 años, los alumnos de Tamil Nadu y Himachal Pradesh están cinco años por detrás de sus compañeros en Shanghai. El joven promedio de 15 años de estos estados estaría en el 2% inferior de una clase de EEUU. Con pocas personas de edad avanzada y una tasa de natalidad decreciente, la India tiene una alta proporción de jóvenes: el 13% de sus habitantes son adolescentes, en comparación con el 8% en China y el 7% en Europa. Pero si sus escuelas siguen siendo pésimas, ese bono demográfico se desperdiciará.
Durante mucho tiempo, la India ha tenido un sistema de educación desequilibrado. En la época colonial, los británicos establecieron universidades para capacitar a los funcionarios públicos, al tiempo que descuidaron las escuelas. Los primeros líderes electos de la India ampliaron este sistema, invirtiendo dinero en universidades de primera categoría para suministrar ingenieros a las industrias estatales. Por el contrario, los tigres asiáticos como Corea del Sur y Taiwán se centraron en las escuelas. Últimamente, la India ha hecho más para ayudar a los que quedaron atrás. Entre el 2011 y 2015, el gasto en las escuelas aumentó en un 80%. La tasa de alfabetización ha aumentado del 52% en 1991 al 74% en 2011. Los almuerzos escolares gratuitos (uno de los programas nutricionales más importantes del mundo) ayudan a millones de alumnos que de otra manera podrían tener demasiado hambre como para aprender.
Pedagogos sin piedad
Sin embargo, la calidad de las escuelas sigue siendo un escándalo. Muchos profesores simplemente no están a la altura del trabajo. Desde 2011, cuando el gobierno introdujo una prueba para los aspirantes a profesores, el 99% de los solicitantes fracasaban todos los años. Los currículos son reliquias excesivamente ambiciosas de una época en la que sólo unos pocos escogidos asistían a la escuela. Puesto que los alumnos suben de grado automáticamente cada año, los profesores no se molestan en asegurarse de que entiendan sus lecciones. Los poderosos sindicatos de maestros (que tienen escaños garantizados en algunas legislaturas estatales) empeoran las cosas. Los salarios de los docentes, ya altos, se han más que duplicado en las dos últimas rondas de negociaciones salariales. Algunos profesores, habiendo pagado sobornos para ser contratados, tratan el trabajo como una sinecura. Sorprendentemente, un 25% de ellos se ausentan todos los días.
Frustrados por el sistema gubernamental y, a la vez, deseosos de que sus hijos aprendan inglés, los padres de familia han recurrido a escuelas privadas bilingües de bajo costo. En cinco años, su matrícula ha aumentado en 17 millones, frente a una caída de 13 millones en las escuelas públicas. Las escuelas privadas pueden ser tan buenas o aún mejores que las escuelas públicas a pesar de tener presupuestos mucho más pequeños. En Uttar Pradesh, la migración a las escuelas privadas casi vació las públicas. Pero cuando se sugirió que los maestros sin alumnos se trasladaran a las escuelas que los necesitaran, ellos organizaron protestas violentas y el Estado retrocedió.
La India gasta cerca de 2.7% del PBI en las escuelas, una proporción más baja que muchos países. Narendra Modi, el primer ministro, prometió aumentar el gasto en educación hasta el 6%. Sin embargo, el dinero extra se desperdiciará si no viene acompañado de reformas en tres áreas: La primera es asegurarse de que los niños reciban las enseñanzas correctas. Los planes de estudios deben ser más sencillos. No se puede dejar que los alumnos pasen de año sin dominar las materias. Los “campamentos de aprendizaje” para remediación, como los gestionados por organizaciones benéficas como Pratham, pueden ayudar, al igual que la tecnología: por ejemplo, EkStep, una empresa filantrópica, ofrece a los niños acceso digital gratuito a los materiales de enseñanza.
La segunda tarea es hacer que el sistema sea más meritocrático y responsable. Los maestros deben ser reclutados por sus talentos, no por sus conexiones. Deben ser mejor entrenados y recompensados sobre la base de lo que realmente aprenden los niños. El gobierno debería usar medidas más rigurosas para averiguar cuales de los esfuerzos burocráticos y caritativos hace la diferencia. Y los responsables de las políticas públicas deberían hacer más para ayudar a los educadores privados de buena calidad, el tercer ámbito de la reforma. Los ‘vouchers’ y las asociaciones público-privadas podrían ayudar a los mejores operadores de escuelas privadas de bajo costo a expandirse.
El gobierno de Modi ha hecho señales alentadoras acerca de endurecer la rendición de cuentas y mejorar los currículos. Pero, preocupado con los sindicatos, sigue siendo demasiado cauteloso. La autoridad sobre la educación está dividida entre el gobierno central y los estados, por lo que Modi no es omnipotente. Pero podría hacer mucho más. Su promesa de crear una “nueva India” será hueca si su país sigue atascado con escuelas del siglo XIX. Lampadia