La corte de Los Ángeles le había enviado un ultimátum a Luis Miguel a finales de marzo: si no se presentaba el 17 de abril ante la audiencia que tenía por el caso de su exmánager, irían a por él. Luis Miguel Gallego Basteri, El Sol de México, sería perseguido por la Policía estadounidense para arrestarlo. Él, que solía servirse de la seguridad pública para aplacar a las legiones de fans que luchaban por un beso suyo, ahora tendría que protegerse de ella. Este lunes ha llegado a la fecha límite. Luis Miguel no se ha presentado. Y la Justicia de Los Ángeles ha cumplido su promesa: una orden de detención contra uno de los divos más grandes de la música latina.
La peor pesadilla de El Sol se gestó en 2015. Los errores que cometió en aquella fatídica temporada —cancelaciones de conciertos, de giras, incumplimiento de contratos— le han costado al artista las demandas millonarias que tiene que enfrentar ahora. La que puede poner en riesgo su libertad lleva el nombre de su exmánager, William Brockhaus, según ha adelantado la cadena estadounidense Univision. Y, según la demanda a la que ha tenido acceso este diario, la cifra de la deuda con el que fuera su representante asciende a 1.043.483 dólares.
Brockhaus es un empresario texano a quien Luis Miguel le pidió en 2011 que fuera su representante por la amistad que tenía con su esposa, Michelle Salom, descendiente de una familia de sirios con influencia en la localidad fronteriza de Ciudad Juárez y amiga de Luis Miguel desde la infancia.
El empresario creó una firma sólo para dedicarse a la representación del cantante mexicano, WB Music Management, y dirigió desde ahí sus negocios, finanzas y hasta sus giras hasta 2014. En ese año, poco antes de la hecatombe y desplantes del artista, su relación se cortó porque, según el exmánager, Luis Miguel no le pagó los honorarios que le había prometido por contrato.
Para demostrarlo, los abogados de Brockhaus han solicitado al juez el permiso para interrogar a Joe Madera, quien fuera la mano derecha de Luis Miguel durante 25 años. Según una solicitud reciente enviada a la corte de Los Ángeles, Madera controlaba todo lo que tenía que ver con los negocios del cantante: desde las ventas, el personal a su cargo, la gestión de sus propiedades y hasta las transacciones bancarias y fuentes de ingresos.
Madera es, por tanto, un hombre clave para la defensa del exmánager, porque a través de su testimonio, Brockhaus podría obtener información para demostrarle a la corte que Luis Miguel tiene suficientes fondos para cubrir sus deudas. El asistente del cantante acudió a la corte este lunes, de acuerdo a la bitácora de la demanda a la que ha tenido acceso este diario. Los detalles de su presentación aún no han sido publicados.
Después de dos años de batallas legales en Estados Unidos, una juez de California concluyó el pasado 27 de enero que le debía ser embargado su vehículo Rolls Royce negro, del año 2013, para saldar la deuda, según la sentencia a la que ha tenido acceso EL PAÍS. La semana pasada Luis Miguel aparecía, no obstante, conduciendo ese mismo coche por una de las calles más exclusivas de Los Ángeles. Algo insólito, pues un divo como él jamás tocaba el volante. De copiloto, una atractiva mujer. Él sonreía a la cámara y enseñaba los dientes, mientras en el juzgado preparaban lo que iba a ser el documento más dañino para su imagen.