*Fabio Girardi, director del segmento Agroindustria de TOTVS
El mercado de agroindustria es uno de los más importantes para la economía latinoamericana y también uno de los más competitivos. Las empresas de este sector trabajan con productos que normalmente tienen precios fijos y, por lo tanto, están fuertemente presionados por la cuestión de los costos, el tiempo y la rentabilidad. En este escenario, es esencial centrarse en estrategias que puedan garantizar una reducción de los costos integrados en una gestión eficiente y sostenible. Pero, ¿cómo la tecnología puede ayudar en la preparación de una cosecha?
El primer paso es comprender que la planificación es un elemento esencial para el productor rural por lo que hay que definir a dónde se quiere llegar y, a partir de allí, hacer la medición de los resultados y administrar sus gastos. Para hacer esto, es necesario entender que hay dos variables: la productividad y el precio del mercado. Si la intención es lograr una mejor rentabilidad en la producción agrícola, esto sólo será posible por medio de una excelencia en costos y de perfeccionar el uso de los recursos que sólo tiene sentido con el apoyo de una herramienta que organiza las actividades y los procesos de punta a punta.
Hoy existen tecnologías especializadas para lograr una buena planificación agrícola, considerando las mejores estrategias para cada tipo de cultivo. De esta manera, es posible crear un plan de operaciones, que incluye el escenario global o un recorte de las acciones cotidianas, facilitando el levantamiento de análisis del clima y los parámetros para el uso de recursos como la tierra, la mano de obra, la maquinaria, los fertilizantes, los herbicidas y las semillas, entre otros. Todo esto, con la posibilidad de comparar las unidades y para indicar el promedio de los precios de los materiales y los gastos correspondientes, a fin de que el productor pueda evaluar la mejor opción para cada temporada.
Con base en estos indicadores es posible conocer y evaluar la producción y los recursos utilizados, pero sobre todo, se consigue organizar lo que se requiere para cada ambiente de producción, incluyendo equipos, área y el tiempo invertido. El productor puede entonces acompañar la ejecución de las tareas y comparar el resultado real con lo que anticipadamente se había previsto, recolectando la información para análisis gerencial y haciendo notas y especificaciones de producción a través de un Smartphone o una tablet que facilita el día a día y hace que todo el proceso sea más eficiente.
Sin embargo, no es suficiente para tener un sistema que controle todas las actividades, pues la planeación comienza mucho antes de la siembra y depende de un proceso de levantamiento de información y proyecciones anuales. Y tampoco termina en el momento de la cosecha, ya que esto genera información esencial para la planificación del próximo ciclo. Por ello, es necesario buscar apoyo en una tecnología que sea capaz de cruzar los datos y generar evaluaciones para que el productor rural tenga elementos suficientes a la hora de iniciar un nuevo proceso, o realizar cambios en aquellos que ya están en curso.
Estas etapas solo serán bien utilizadas si se aplica dentro de un modelo de gestión bien conocido en el mercado, el ciclo PDCA – Planificar, Hacer, Verificar y Actuar. El resultado final de este proceso es una gestión bien resuelta y orientada para la toma de decisiones y optimización de las etapas de producción, además de cuidar la tan deseada reducción de costos.
En otras palabras, no es suficiente con disponer de los equipos más modernos, los mejores insumos y un personal capacitado si el productor no sabe cómo planificar y convertir estos elementos en ganancia y excelencia para su negocio.