Confirmada la sanción de 6 años a Joseph Blatter
Publicado el 05/12/16
Joseph Blatter y el fútbol… fue bonito mientras duró: el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), confirmó este lunes la suspensión de 6 años infligida al presidente dimitido de la FIFA, que arrastró en su caída a su sucesor natural, el francés Michel Platini.
El propio portavoz de Blatter fue el encargado de anunciar la decisión a la AFP, adelantándose a la más alta jurisdicción deportiva, que lo confirmó un poco más tarde. Blatter incluso reaccionó en un comunicado antes de que el TAS se manifestase.
“Tomo nota del veredicto hecho público por el TAS. Dado el desarrollo del proceso, no se podía esperar otra sentencia. Ante todo, he aprendido que en el deporte se puede ganar, pero también perder”, comentó ‘Sepp’.
A sus 80 años, esta sanción parece definitiva para el suizo, que entró en 1975 en la FIFA como director de desarrollo de una federación que en aquel entonces contaba con 11 empleados, y al que un puñado de dinero ha hecho salir por la puerta de atrás.
Obligado a la dimisión cuando un escándalo de corrupción sin precedentes sacudía a su instancia, Blatter había sido suspendido en diciembre de 2015 por la justicia interna de la FIFA tras un controvertido pago de 1,8 millones de euros a Michel Platini, expresidente de la UEFA, también suspendido.
Reducción a cuatro años para Platini
Blatter había sido sancionado por la Comisión de Ética, de la justicia interna de la FIFA, por “abuso de posición, gestión desleal y conflicto de interés” por ese famoso pago de 2011 “sin base legal en el contrato firmado por las dos partes del 25 de agosto de 1999”.
Esta sanción había sido reducida a seis años luego de un recurso por la Comisión de recurso de la FIFA.
La suspensión de Platini fue reducida a cuatro años por el TAS el pasado mes de mayo.
La razón es simple, como explicó Mathieu Reeb, secretario general del TAS: “Blatter no había pedido la reducción de la sanción, sino la anulación. Esta petición fue rechazada”.
Al igual que Platini acudió al tribunal federal el 19 de octubre para recurrir su suspensión, Sepp Blatter podría aún acudir al mismo tribunal, con sede en Lausana (Suiza). Pero Blatter no valoró esta posibilidad en el comunicado, y rechazó poco después una apelación.
“No recurriré ante un tribunal federal suizo, no quiero pelear contra molinos de viento. Tengo otras prioridades, mi salud –que está mejor– mi familia, el amor, y otros proyectos”, declaró el suizo.
La decisión del Tribunal federal podría llegar entre “febrero-marzo” próximos según una fuente judicial.
Blatter no ha acabado aún sus conflictos con la justicia. Desde diciembre de 2015 está inculpado en Suiza por “abuso de confianza” y “gestión desleal” por el pago a Platini y por “un contrato desfavorable a la FIFA firmado por la Unión de fútbol del Caribe, presidida en aquel entonces por Jack Warner, de Trinidad y Tobago, exdirigente de la Confederación de América del Norte y Caribe (Concacaf), expulsado de por vida por la FIFA.
Acusaciones de enriquecimiento personal
Rescindido en 2011, este contrato otorgaba los derechos televisivos de los Mundiales 2010 y 2014 a la CFU por 600.000 dólares (536.000 euros), una suma estimada por debajo del precio de mercado.
A principios de Junio, la FIFA hizo públicas las conclusiones de una investigación interna realizada por el despacho de abogados de California Quinn Emanuel.
Según dicho informe, Blatter y sus dos adjuntos, el francés Jerome Valcke, su antiguo secretario general y el alemán Markus Kattner, ex director financiero, se repartieron 80 millones de dólares (71 millones de euros) “aumentando su sueldo anual, con bonus ligados a los Mundiales y otras ventajas”.
Valcke y Kattner fueron despedidos por la FIFA, aunque Kattner recurrió su despido ante el Tribunal de Derechos Humanos.
La FIFA demuestra así su voluntad de no perdonar a los antiguos responsables, antes de la elección el pasado mes de febrero de un nuevo presidente, el italosuizo Gianni Infantino. El antiguo brazo derecho de Platini llegó al cargo con la promesa de implantar reformas dirigidas a devolver la imagen de limpieza a una institución sacudida por el mayor escándalo de corrupción de su historia.