Chapecó, en el sur de Brasil, recibió este sábado los cuerpos de sus futbolistas muertos en un accidente aéreo de Medellín, para rendirles un tributo multitudinario en el estadio donde el pequeño equipo Chapecoense había ganado notoriedad continental.
Dos Hércules-130 de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) aterrizaron a media mañana con pocos minutos de diferencia, bajo una lluvia torrencial, con los restos de los 50 futbolistas y directivos del club repatriados desde Colombia.
Los ataúdes, cubiertos por las banderas verdes del equipo, fueron retirados de los aparatos bajo escolta militar y sobre una alfombra roja, en medio de la congoja, marcada por llantos y aplausos de los allegados de las víctimas.
En el Arena Condá, que empezó a llenarse desde las primeras horas de la mañana de este sábado, el arribo de los aparatos fue recibido con fuegos artificiales a los que hicieron eco poco después las salvas de fusilería en el aeropuerto.
Los ataúdes eran conducidos en una procesión de 9 kilómetros hasta el estadio, donde el equipo vivió horas memorables de la epopeya que los convirtió en finalista de la Copa Sudamericana, un sueño que se estrelló en las montañas de Medellín.
La población respondió presente y se dirigía masivamente hacia el lugar con sus camisetas verdes, cubiertas de chubasqueros.
“Vinimos porque el Chapecoense está en nuestro corazón, es nuestra familia. La lluvia no nos ha parado porque teníamos muchas ganas de despedirles”, dijo Patricia Carraro, una cajera de 32 años que iba a la ceremonia acompañada por su familia.
El presidente brasileño, Michel Temer, llegó a Chapecó por la mañana y se reunió en el aeropuerto con familiares de las víctimas.
Varias personalidades confirmaron su presencia, como el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el seleccionador de Brasil, Tite.
Tras la ceremonia, las familias podrán viajar con sus fallecidos a sus lugares de origen, ya que la mayoría del pequipo era de fuera de Chapecó.
La gran mayoría de los 71 fallecidos en el accidente serán velados en el estadio.