“Es medianoche“, dijo el secretario judicial, mirando su teléfono celular. Unos segundos más tarde, las siete papeletas fueron depositadas en la urna de madera, colocada en medio de la ‘ballot room’ (colegio electoral) del hotel Balsams.
Desde 1960, este gran edificio, que parece salido de una película de Wes Anderson, acoge el voto nocturno de esta pequeña localidad, orgullosa de ser la ‘First in the Nation’ (la primera del país).
Destacado bastión republicano, en esta región montañosa del norte de New Hampshire, cerca de la frontera con Quebec, se pueden ver numerosas pancartas electorales de Donald Trump, pero ninguna de la demócrata Hillary Clinton.
“Trump habla de trabajos, y dará trabajos. Los otros no hacen nada“, dice André Grondin. Propietario de una empresa de obras públicas, este hombre, de unos 40 años, colgó un gran rótulo con los colores del magnate de la telerrealidad por encima de todas sus excavadoras.
Sea cual sea el resultado el martes por la noche, “Trump ha sido beneficioso para el país“, considera Peter Johnson, un empresario que vota en Dixville Notch desde 1982. Según él, la irrupción del multimillonario en la escena política se entiende dentro de “un movimiento populista que se propaga en todo el planeta”.
A pesar de estos apoyos, la exsecretaria de Estado de Barack Obama fue la elegida en Dixville Notch a medianoche. Hillary Clinton obtuvo cuatro votos, frente a dos para Trump y uno para el candidato libertario Gary Johnson.
Los dos candidatos a la Casa Blanca se encuentran en una reñida situación según las encuestas y los cuatro grandes electores de este Estado podrían ser determinantes el martes por la noche, si la diferencia es mínima en el resultado.