Del 7-1 a Juegos Olímpicos Río 2016: revancha o continuación de la desgracia para Brasil
Publicado el 18/08/16
Brasil 1, Alemania 7, semifinales de la Copa del Mundo del 2014. Una tragedia que hizo ver al Maracanazo como una charla de café. Dos años y un mes y medio después el fútbol los cita y pone las reglas: revancha en la final olímpica en Rio o continuación de la desgracia.
No fue bueno su debut ante Croacia, a la que ganó favorecida por una desacierto arbitral, empató con México a duras penas, sufrió con Chile el drama de los penales en los octavos y a Colombia en cuartos la derrotó en medio de polémicas y con Neymar rumbo al hospital.
Era posible que perdiera, que la Copa se le escapara porque la fiel torcida se iba a casa preocupada o su capitán Thiago Silva terminaba llorando. Algo malo iba a pasar. Y pasó, pero nadie imaginó que sería como fue, con humillación, con desastre.
Alemania dio la sensación que entrenó en el Mineirao para preparar la final. Por el otro lado del cuadro iban Messi y Holanda, el mejor del mundo y el subcampeón del 2010. ¿Y Brasil? Hecho polvo. Viendo cómo el ‘jogo bonito’ lo habían refundado los alemanes.
Después del tsunami en Belo Horizonte mejor no pudo titular un diario europeo: “Siete Maracanazos”. Nada más para explicar.
Caídas y más caídas
El 7-1 en vez de provocar en Brasil una patada al tablero para regresar a los orígenes y devolverle el respeto a la verdeamarela que vistió Pelé, Garrincha, Zico, Sócrates, Romario y Ronaldo, entre otros iluminados, llamó a Dunga, el mismo que fracasó en Sudáfrica-2010.
La seleçao no tocó fondo con lo del 2014. ¡Siguió cayendo!
Caída en la Copa América de Chile en 2015 y caída este año en la Copa América Centenario. Y en medio de esos fracasos cada vez más comprometida se puso la clasificación al Mundial de Rusia-2018. Incluso ahora fuera de la posibilidad de disputar el repechaje.
Dunga se fue en silencio y por la puerta trasera, como se fue Brasil en esos torneos. Ahora la selección comienza de la mano de Tite un nuevo camino, en septiembre en la séptima fecha del premundial y nuevamente con Neymar como bandera de la auriverde.
Dunga tenía pensando dirigir al Brasil olímpico. Su despido llegó semanas antes de los Juegos, lo mejor que ha hecho la nefasta dirigencia del fútbol de ese país, inmersa en el escándalo de corrupción en la FIFA y sin derecho a levantar la voz.
Un tal Rogério Micale, entrenador de la Sub-20, entró en escena. “¡Quiero ser dependiente de Neymar!”. Así se presentó al mundo, colocando más carga sobre el astro.
Final inédita
Después de dos decepcionantes empates sin goles con Sudáfrica e Irak, y el ’10’ en la mira de los francotiradores por su bajo nivel, Brasil encontró el camino a la redención con una goleada a Dinamarca para ganar su grupo, un triunfo trabajado ante Colombia en cuartos y un paseo por el parque frente a Honduras en las semifinales.
Alemania será su rival por la medalla de oro de Rio-2016 en el templo del Maracaná. La ‘Mannschaft’ también empezó tambaleante pero terminó metida en la final a fuerza de su historia y resultados convincentes.
No es tan letal como la ‘máquina’ de Joachim Löw, pero respeta la frialdad táctica de su fútbol con orden, disciplina en la marca, juego vertical y potencia de sus jugadores.
Ninguna de las dos selecciones Sub-23 sabe lo que es colgarse una presea dorada.
Ganarla para Brasil es una cuestión asociada al honor, para Alemania un deseo de continuar metiendo el dedo en la herida.
Partidazo en el Maracaná.
(FIN) AFP/JAM