A escala mundial, la OMS estima que 422 millones de adultos sufrían diabetes en 2014, en comparación con los 108 millones de 1980.
La enfermedad afecta al 8,5% de los adultos, es decir dos veces más que en 1980, debido al aumento de los factores de riesgo, como el sobrepeso, que sufre uno de cada cuatro adultos, y la obesidad (10% de los adultos).
En 2012, la diabetes mató a 1,5 millones de personas en el mundo, a lo que hay que añadir 2,2 millones de fallecimientos causados por enfermedades relacionadas con ella, o sea un total de 3,7 millones.
La progresión fulgurante de la enfermedad se debe a “los hábitos alimentarios de la gente y a su modo de vida”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomienda una actividad física regular y menos alimentos azucarados.
La diabetes “es actualmente uno de los principales asesinos en el mundo”, advirtió el director del departamento de enfermedades no transmisibles de la OMS, Etienne Krug, en rueda de prensa.
Ante la gravedad del fenómeno, la OMS decidió aprovechar el Día Mundial de la Salud, que se celebra el jueves, para hacer un llamamiento a la acción contra esta enfermedad.
Para progresar “debemos replantearnos nuestro día a día: tener una alimentación sana, estar activo y evitar engordar demasiado”, afirmó la directora general de la OMS, Margaret Chan.
Más de la mitad de los diabéticos vive precisamente en el sudeste asiático y en la región del Pacífico, donde los hábitos alimentarios han cambio mucho en los últimos años.
En la región de las Américas, el porcentaje ha pasado de 5% en 1980 a 8,3% en 2014, es decir de 18 millones a 62.
– “Un acceso equitativo” –
La diabetes y sus complicaciones “conllevan importantes pérdidas económicas para las personas que la padecen y sus familias, así como para los sistemas de salud y las economías nacionales”, afirma la OMS. Según Krug, el costo directo supera los 827.000 millones de dólares (729.000 millones de euros) por año.
La diabetes es una enfermedad crónica que se desencadena cuando el páncreas no produce suficiente insulina (una hormona que regula el nivel de azúcar en la sangre), o cuando el organismo no puede utilizar con eficacia la insulina que produce.
Las posibles complicaciones abarcan ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, amputación de piernas, pérdida de visión y daños neurológicos.
Existen dos formas de diabetes: la de tipo 1, de causa desconocida y que requiere inyecciones de insulina, y la de tipo 2, que representa la mayoría de los casos y se debe al sobrepeso y al sedentarismo.
El acceso a la insulina es desigual en función de los países.
“Se dispone de insulina y de hipoglucemiantes orales de forma generalizada tan solo en una minoría de países de ingresos bajos”, denuncia.
– Invertir la tendencia –
“Es más, en los países de ingresos bajos y medianos con frecuencia no se dispone de los medicamentos esenciales para controlar la diabetes” como los que bajan la presión arterial, hace hincapié la organización.
Por eso insta a los países a “mejorar el acceso equitativo” y a poner en marcha políticas de lucha contra la enfermedad.
La organización pone de relieve “la enorme escala del problema”, pero considera que la tendencia se puede invertir.
En un apartado se cita el caso de México.
El sobrepeso y la obesidad afectaban en los últimos años al 33% de los niños y al 70% de los adultos en México, el país con la prevalencia de diabetes más alta de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el principal consumidor de bebidas azucaradas en el mundo.
La entrada en vigor en 2014 de un impuesto especial a este tipo de bebidas permitió reducir su consumo, aunque la OMS apunta que todavía es pronto para sacar conclusiones.
“No hay soluciones sencillas para combatir la diabetes, pero mediante intervenciones coordinadas con múltiples componentes pueden lograrse cambios importantes”, concluye la OMS.